Desde el 2 de noviembre de 2016 el personal de salud que trabaja en el caserío San Isidro, en el estado Portuguesa, detectó un aumento del volumen del cuello en varios habitantes de la zona. El 23 de noviembre la directora regional de Salud, Maribel Cárdenas, informó que cerca de 200 personas presentaban los síntomas y la población más afectada está ubicada entre los 5 y 17 años de edad.
Han transcurrido dos meses y no se conoce la versión oficial acerca de qué ocasionó el brote. Aunque no se conocen los datos clínicos completos, la mayoría de los afectados presenta un bocio difuso, palpable, visible y además indoloro.
La Red Defendamos la Epidemiología, en un boletín emitido el 31 de enero, precisa que hay tres preguntas que se deben contestar: si el brote de bocio epidémico se debe a exceso de yodo, si hay una reemergencia de bocio endémico por carencia crónica de yodo o si es una enfermedad multicausal.
La Red alerta que no puede dejarse de lado que los casos recientemente observados en Portuguesa sean la consecuencia de una deficiencia nutricional prolongada de yodo. Agregan que la expresión clínica indicaría una carencia de este micronutriente, por haberse identificado con retraso un número elevado de casos con bocios de gran tamaño. Si se encuentran niveles de yodo en la orina significativamente bajos en los pacientes afectados, también pueden encontrarse otros problemas como aumento del número de abortos, malformaciones, cretinismo o hipotirodismo congénito y mortalidad infantil.
“De confirmarse esta hipótesis significaría la reemergencia de los desórdenes por deficiencia de yodo en Venezuela como un grave problema de salud pública por falta de sostenibilidad, vigilancia y eficiencia del Programa Nacional de Control y Eliminación de los Desórdenes por Deficiencia de Yodo en Venezuela”, concluye la Red.
Si, por el contrario, no se confirma la carencia de yodo en los afectados los hallazgos podrían corresponder a los efectos de la administración excesiva de ese elemento y sería la consecuencia de programas de suplemento inadecuadamente implementados, y no vigilados y evaluados en los últimos 18 años en el estado Portuguesa.
El distrito sanitario de Guanare solo cuenta con un médico especialista en Endocrinología y ninguno de sus cinco laboratorios de bioanálisis posee reactivos para pruebas diagnósticas de la función tiroidea. La epidemiólogo regional, Maritza Vielma, indicó que pese a las limitaciones “desde noviembre se activó la vigilancia epidemiológica y se hizo el abordaje de las localidades; también se notificó la eventualidad a las autoridades nacionales”.
Alfredo González, médico de salud familiar, afirmó: “El bocio no se resuelve con exámenes puntuales o con eventual entrega de Euthyrox. Se requiere de un equipo interdisciplinario e interdependiente que lo aborde integralmente y que se centre en la causa, dónde está el origen, pues estamos frente a una amenaza que se extiende de manera silenciosa y asintomática”, expresó.
Con información de: El Nacional
Fecha: 03 de febrero de 2017