La dramática crisis de salud y alimentación que se vive en las cárceles y calabozos policiales en Venezuela se acentúa con el pasar de los días y es ignorada por las autoridades competentes. “En todas las cárceles y centros de detención preventiva en Venezuela hay algún enfermo que tiene tuberculosis”, es la denuncia que hace Carlos Nieto Palma, quien dirige la ONG Una Ventana a la Libertad (UVL).

Pero Palma no es el único que se ha pronunciado en contra de las violaciones de derechos humanos de la población penal venezolana, desde el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), Beatriz Girón, directora de la ONG está en alerta por la grave crisis alimentaria en los penales del país.

“El problema de la desnutrición en las cárceles ya no es grave, ya no es preocupante es alarmante”, advierte la directora del OVP, organización defensora de los derechos humanos de los privados de libertad en el país.

Aunque ninguna de las ONG ha presentado sus informes correspondientes a la situación carcelaria de todo el año 2020, los investigadores de las mismas señalan que una panorámica de la investigación que llevan les revela que la tuberculosis y la desnutrición repuntan como las principales afecciones de la población reclusa.

“De acuerdo a las alertas de los investigadores que tenemos en 20 estados del país, la situación de salud sigue siendo precaria, predominando el tema de la tuberculosis, es el tema principal unido a la desnutrición y algunos casos de VIH”, reafirma Nieto Palma.

Para el director de UVL lo que caracterizará al informe de las condiciones de vida de los reclusos durante el año 2020, es la falta de atención médica por parte del Estado venezolano y la alimentación a los reclusos en las cárceles y centros de detención preventiva.

“El estado de abandono de los presos en Venezuela es absoluto, sobre todo en lo que tiene que ver a atención a su salud y alimentaria. Están sobreviviendo por la comida que le dan los familiares cuando se las dejan pasar”, dice Nieto Palma.

A UVL le preocupa que una enfermedad como la tuberculosis sea una de las principales afecciones que sufren los presos venezolanos, ya que no se les brinda ningún tipo de atención hospitalaria. Según los reportes de la ONG, las enfermedades en la piel también se han multiplicado y hay un repunte importante de reclusos con VIH.

“Recientemente hubo un recluso muerto por paludismo en Monagas y hay otras enfermedades; el VIH sin ningún tipo de tratamiento es un problema importante de resaltar”, explica Nieto Palma.

Alimentación en crisis
La falta de alimentación balanceada ha hecho de las suyas en los recintos penitenciarios del país, sobre todo los que están bajo la tutela del Ministerio Para Asuntos Penitenciarios, así lo señala Beatriz Girón, del OVP.

Girón explica que hay un problema con la distribución de alimentos porque estos no llegan de manera regular a las cárceles donde se ejecuta el llamado nuevo régimen penitenciario.

“No sabemos qué está pasando, dónde está el presupuesto que debe tener el Ministerio para alimentos, dónde se queda ese alimento en caso de que lo lleven, ¿por qué los alimentos no están llegando a los reclusos?”, se pregunta.

Tras la muerte el pasado domingo 3 de enero del indígena de la etnia Pemón Salvador Franco, Girón explicó que su organización ha venido haciendo denuncias desde hace meses de la situación alimentaria en el recinto penitenciario Rodeo II, ubicado en el estado Miranda, pero estas no han sido escuchadas por las autoridades carcelarias.

“¿Es que los presos comunes no llaman la atención? Nosotros tenemos todo el año gritando ¡por favor comida! y pasa lo de Tocuyito (cárcel) que es un motín por hambre y no sabemos que esperar”, dice.

En cuanto a la situación en los calabozos policiales Girón explica que a pesar del dramático hacinamiento, los presos tienen mejores condiciones alimentarias porque sus familiares son los que tienen que llevarle la comida diariamente a los centros de detención.

“Los calabozos policiales son instalaciones que están hacinadas y aparentemente allí llega la comida más regular que en los centros penitenciarios, los calabozos no tienen presupuestos para alimentación de presos, pero los familiares y los mismos presos han tenido acceso a alimentos. Hay personas que no reciben nada y viven de la caridad de lo poco que le dé un preso, pero eso no es alimento”, explica la directora del OVP.

Girón expone que en muchos centros penitenciarios los custodios se conmueven por el estado de desnutrición de muchos reclusos y en ocasiones son ellos los que le ayudan a conseguir algo de comida.

“El problema de la comida en cárceles es muy grave, los últimos motines en las cárceles han sido por hambre y lo vimos en mayo de 2020 con la masacre de Cepella”, rememora.

Con información de Efecto Cocuyo

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