Tomando en cuenta lo que consumía el venezolano promedio en 2014, actualmente en el mercado solo hay disponible entre 25 % y 30 % de frutas y carnes requeridas en la dieta nacional y hay un déficit general de 32 %. Hay 2,5 millones de toneladas más de alimentos que en 2019, pero solo un tercio de la población puede costearlos plenamente.
Caracas. Cereales, raíces, tubérculos y feculentos son los únicos alimentos que no escasearían en el país de retomarse el consumo promedio de 2014, año en el que la economía empezó a caer y los ingresos de la población disminuyeron. Si bien la disponibilidad de alimentos ha tenido un aumento sostenido en los últimos años, algunos rubros solo cubren un tercio de lo que se requiere.
La inflación, la falta de combustible e ingresos fiscales y la pandemia de COVID-19 amenazan con agudizar la inseguridad alimentaria en el país, que este año organismos como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la agencia de Naciones Unidas para Alimentación y Agricultura (FAO) calculan que podría afectar a más de 9,3 millones de personas.
La decisión del Gobierno de relajar, en la práctica, los controles a la economía desde 2019, ha hecho que el panorama en los anaqueles sea distinto a años anteriores, cuando abundaban las colas para adquirir los pocos alimentos con precios regulados que la industria podía producir. Ahora el panorama es distinto: la ONG Ciudadanía en Acción calcula que a finales de junio ya había más de 2,5 millones de toneladas más de alimentos que en 2019.
Con la dolarización informal de la economía los precios de ciertos alimentos se han mantenido relativamente estables, con sus excepciones, pero el PMA y la FAO advierten que la misma está “impulsando las disparidades entre aquellas personas que tienen acceso a dólares estadounidenses, y la mayoría de las personas, que no tienen dicho acceso”.
Y algo en lo que coinciden tanto el director ejecutivo de Ciudadanía en Acción, Edison Arciniega, como el representante de la FAO en Venezuela, Alexis Bonte es en que el problema actual es la falta de ingresos de la población para adquirir los alimentos de la cesta básica que hay en los anaqueles, aunque de acuerdo con los estudios de la ONG si aumenta el poder adquisitivo y el consumo, Venezuela podría atravesar una crisis de desabastecimiento.
Las cifras
En el primer semestre de 2021, Ciudadanía en Acción estima que la disponibilidad de alimentos llegó a alrededor de 3,77 millones de toneladas, pero 42 % de ese total correspondió al rubro de cereales (que incluye arroz, harina de maíz, pasta alimenticia, entre otros productos), cifra que va de la mano con el cambio en la dieta del venezolano promedio, que producto de la crisis económica ahora está compuesta por más de un tercio de cereales.
Los otros tipos de alimentos que más consumía el venezolano hasta 2014 (carnes, con 5,93 kg per cápita al mes, y frutas, con 5,99 kg) ahora son los que menos se consiguen en mercados, supermercados y abastos del país. En el primer semestre de 2021 la disponibilidad de alimentos en general aumentó 30 %, pero la de carnes (295.000 toneladas) solo lo hizo 13 % y la de frutas (249.989 toneladas) 24 %.
Así, según las estimaciones de Ciudadanía en Acción, la disposición per cápita (total de alimentos disponibles para cada habitante) en el primer semestre de 2021 fue de 1,50 kg en frutas y 1,78 kg de carnes, cifras que solo representan entre 25 % y 30 % de lo que requiere la población con base en la dieta promedio nacional de 2014, que solía ser diversa y balanceada.
Pero ni siquiera en el resto de los rubros (sin contar cereales, raíces y tubérculos) la cantidad disponible es suficiente para abastecer el mercado, incluso entre alimentos más económicos y de más fácil acceso para la población. Los que más se acercan a cubrir el déficit, y están por encima de la disponibilidad promedio, son huevos (77,3 % de disposición) y hortalizas (69 %).
Importación gana terreno en ciertos rubros
Ciudadanía en Acción destaca que, en el caso de las hortalizas, la disponibilidad de alimentos por importación pasó de 20,1 % en 2020 a 41,6 % a mediados de 2021 y también hubo disminuciones en producción nacional de cereales (30 % de lo percibido en anaqueles fue importado), leguminosas (55,8 %), grasas visibles, como aceite y margarina (51,9 %) y frutas (18,8 %). En raíces, carnes, huevos y carnes la producción nacional abarca más de 93 %.
La crisis del combustible, principalmente de diésel para transportar trabajadores y mercancía y poner a funcionar las maquinarias, es uno de los factores detrás del colapso del sector agrícola, a los que se suman la falta de financiamiento, pago de vacunas en alcabalas, contrabando de productos desde estados fronterizos y siete años consecutivos de contracción económica y desinversión.
El Sistema Mundial de Información y Alerta de la FAO refiere que se espera que las cosechas de maíz y arroz cultivados en mayo y la producción incrementen moderadamente tras los bajos niveles récord mostrados en 2020, gracias a la mayor disponibilidad de insumos agrícolas y a alianzas entre empresas públicas y representantes del sector privado, aunque advierten que en algunas áreas productivas siguen reportándose interrupciones en operaciones de cosecha y comercialización por el acceso al diésel.
Las importaciones de cereales, que mayormente van a la agroindustria para su procesamiento, se pronostica que sean menores a la media entre lo que queda de año y mitad de 2022, aunque no debido a que pueda incrementar significativamente la producción local, sino a la reducción del consumo interno. En el caso del maíz, por ejemplo, la agroindustria requiere importar al menos 50 % de lo que requiere para terminar sus productos.
La Sociedad Venezolana de Ingenieros Agrónomos y afines (Sviaa) calcula que para el período 2021-2022 se produzcan al menos 510.000 toneladas de maíz y 140.000 de arroz, cuando entre 2013 y 2014 el sector agrícola llegó a producir 1.360.000 y 385.000 toneladas, respectivamente.
Con información de Crónica Uno