La Educación en Venezuela está conminada por la desolación, mientras la pandemia de la COVID-19 avanza y obliga a la enseñanza a distancia por internet.
Hay docentes huérfanos de atención con los salarios más bajos de la región. El 35% de alumnos no asiste a la escuela porque no cuenta con comidas y además falta 40% de profesores para impartir clases.
El 53% de las escuelas del país son rurales y están en precarias condiciones, sin internet ni servicios públicos regulares.
“La educación está amenazada por su calidad y cobertura. Y necesitamos salvarla porque sin ella no hay presente ni futuro ni para los muchachos ni para el país”, advirtió la profesora Luisa Pernalette en el Foro virtual Educar hoy en Venezuela que organizó el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, en alianza con la UCAB.
“Hay que hacer un acuerdo nacional para salvar la educación que exige el concurso de empresarios, docentes, comunicadores y ONG, de todos”.
La especialista en gerencia educativa y con más de 45 años de experiencia en programas de Fe y Alegría participó en el foro junto con los especialistas Olga Ramos y Jaime Manzo. También intervinieron el abogado Luis Ignacio Planas como padre y tres alumnos de distintos niveles de educación.
Todos coincidieron en la necesidad de realizar una evaluación “descarnada y sincera” del Año Escolar 2020-21, para saber qué aprendieron los alumnos en este período y buscar a los que se han ido.
El Foro que fue moderado por la diputada Amelia Belisario y se realizó con apoyo tecnológico de Fundación Universitas, se inscribe en el eje temático Juventud de la programación para 2021 del Instituto, explicó su presidente Ramón Guillermo Aveledo.
“En educación hemos entrado en un proceso regresivo que profundiza las desigualdades y nos amenaza con dejarnos rezagados en relación con otras sociedades incluso de la región”, señaló el abogado Aveledo durante su presentación.
No obstante, destacó el rol de maestros, padres y representantes que no se rinden en su labor de enseñar y aprender. “Es el más concreto acto de rebeldía que ante las fuerzas de retraso puede alguien atreverse”.
Educación en pandemia
Pernalette explicó durante su exposición que los problemas de la educación no comenzaron con la pandemia de la COVID-19 que azota al mundo. Ya en marzo de 2020, antes de que se decretara la cuarentena y se suspendieran las clases presenciales, las escuelas públicas como las de Fe y Alegría llevaban casi cinco años con la rutina escolar “alterada” por las carencias y la desidia oficial.
Sin embargo, más 400 días después de la pandemia, el deterioro ha avanzado y se ha evidenciado con la obligada educación a distancia, asediada por la falta de servicio de internet, el servicio eléctrico intermitente, la hiperinflación y la falta de mediciones reales.
Citó problemas gravísimos en 85% de planteles que componen la educación pública venezolana. “Los educadores no poseen conocimiento suficiente para planificar cómo educar a distancia, no pueden comprar equipos ni disponen de internet. Además carecen de acompañamiento y de estímulo. El convenio colectivo que se firmó con un ajuste salarial para ser efectivo en agosto es insuficiente. Y con una salud mental afectada”.
Refirió que en Nueva Esparta solo 10 de 155 alumnos y representantes poseen teléfonos celulares. Mientras, en Barquisimeto se ha perdido el 35% de profesores de la educación media.
“El gobierno exige pero no ayuda a que podamos resolver todas esas exigencias que piden. ¿Cuántas direcciones de escuelas están acéfalas, cuántos alumnos han abandonado? Debemos hacer una evaluación muy seria de lo que ha sido este Año Escolar”, invitó Pernalette, y destacó la calamidad que ha resultado la educación a distancia, a pesar del apoyo prestado por organizaciones privadas.
Por su parte, Ramos, especialista en sistemas de información y en indicadores y estadísticas educativas, criticó el plan oficial de educación a distancia para el año escolar que culminó, y la falta de resultados. “Nadie ha podido saber si se aprendió o no. Y eso es una parte de la irresponsabilidad ciudadana que pasa por esperar milagros y no evaluamos lo que se está haciendo”.
Resaltó la importancia de la Educación como derecho humano y de la educación básica como “derecho y deber” en la cual se forman ciudadanos. La asociación de este proceso con el modelo de país es, en su opinión, un conflicto por resolver.
“En Venezuela el contenido político partidista dentro del sistema educativo con actividades de estudiantes ha minado la base de formación de la ciudadanía, y en vez de tenerla formada para la democracia y convivencia, se está formando para la guerra popular prolongada, como lo dicen los planes de la nación”, indicó. “Sin resolver este conflicto, la educación siempre restará minada de baja calidad, de poca pertinencia o impertinencia y de un sesgo que no tiene que ver con el concepto de país que tenemos”.
Recordó que ya no existen partidas presupuestarias para la reparación, construcción y mantenimiento de escuelas, a pesar de que el Estado tiene la obligación constitucional de garantizar el derecho a la educación con condiciones adecuadas en las escuelas.
“Necesitamos una profunda evaluación a fondo, de estudiante por estudiante, y saber qué es lo que han aprendido o no, para hacer un proceso de restauración de esos aprendizajes, lo que implica ampliar el calendario escolar y la duración del año. Necesitamos evaluar a los docentes para que se terminen de formar. Y además, darle a los bachilleres que se certificaron sin conocimientos suficientes la oportunidad de formarse”.
Manzo, por su parte, centró su exposición en la visión de los maestros como especialista y miembro de organizaciones en América Latina. “Estamos en el centro de la dificultad y todavía no existe un plan coherente. Debemos trabajar para evitar que las instituciones terminen de colapsar Asistimos al desastre del sistema educativo como espectadores sin pensar que estamos sacrificando el futuro de nuestros hijos. Y algo hay que hacer ahora”.