Recién culminamos uno de los años más difíciles en nuestra historia y con el peor desempeño económico entre los países del continente, producto de la imposición de un modelo que durante la última década intervino, desalentó y arrebató cientos de empresas y miles de hectáreas productivas, que destruyó lo hecho en Venezuela y sumió a nuestro país en la peor situación de inflación y escasez que hemos vivido.
Los venezolanos de mayor edad no habían visto nunca las colas que hoy día tienen que hacer las personas para llevar a sus hogares los alimentos y otros productos de primera necesidad. Ningún venezolano recuerda haber sufrido antes la angustia de no conseguir los medicamentos que necesita algún familiar enfermo.
La ineficiente y errática política económica del gobierno nacional queda en evidencia con los resultados que se empeña en ocultar: aumento de precios de más de 200%, escasez superior a 40% en alimentos y de hasta 70% en medicamentos y la mayor caída en 15 años de las reservas internacionales. Venezuela entra al tercer año consecutivo en recesión económica, importando casi todo lo que consume, mientras que el salvavidas petrolero está en picada. La pobreza arropa al 70% de la población que no tiene posibilidad de adquirir sus alimentos, medicinas y otros productos básicos. Mientras la delincuencia y la violencia siguen, como la inflación, fuera de control.
Pero el año que acaba de terminar también significa el año en que los venezolanos vencieron el miedo para ponerle un freno a un gobierno que ha demostrado que poco respeta y poco le preocupa su pueblo. Los venezolanos respondieron a este mal gobierno el pasado 6 de diciembre y el mandato fue clarito. Nuestro pueblo quiere cambio y reclama abrir nuevos caminos.
Frente a la encrucijada histórica que se le planteó con la renovación del Poder Legislativo, los venezolanos rechazaron la irracionalidad y la confrontación y decidieron llevar a la Asamblea Nacional a hombres y mujeres capaces de legislar en favor del interés nacional para seguir construyendo junto a nuestro pueblo la Venezuela de progreso y con futuro que nos merecemos los hijos de esta Tierra de Gracia.
En un par de días comenzaremos a hacer realidad ese propósito. El próximo martes se instala la nueva Asamblea Nacional y asumirán sus cargos los 167 diputados que la integran, de ellos, 112 electos por la Unidad y los cuales conforman una mayoría parlamentaria nunca antes lograda en nuestra historia, de acuerdo con la decisión soberana de nuestro pueblo, que así lo decidió por encima de cualquier obstáculo, venciendo al juego del miedo y el chantaje del gobierno.
El gobierno fue sorprendido por la fuerza de nuestro pueblo y desde el 6 de diciembre a la fecha no han cesado los intentos de querer torcer la voluntad de los venezolanos, y la pretensión de continuar con el garrote en la mano para crear miedo y confusión. Por eso, ahora, más que nunca, los venezolanos debemos estar unidos para demostrarle al gobierno que el miedo se venció. Debemos estar unidos para exigir a las distintas instancias del Poder Público nacional que rindan cuentas a la nación de lo que hacen o pretendan hacer y que cumplan con las responsabilidades que juraron cumplir ante la Constitución de la República.
El 6 de diciembre demostramos la fuerza que tenemos los venezolanos para resistir y vencer las dificultades, y lo hicimos como siempre lo hemos dicho: por la vía pacífica, democrática y electoral. El camino siempre ha estado trazado y dando pasos firmes lograremos el cambio para nuestra Venezuela. Los diputados de la fuerza del cambio y el progreso ratificarán este martes el compromiso con la voluntad de cambio expresada por nuestro pueblo y no claudicarán en su lucha.
Puede estar seguro nuestro pueblo de la firmeza del compromiso con la agenda social de cada uno de los 112 parlamentarios. Los diputados de la Unidad no llegarán a la Asamblea Nacional para quitar los casi ya inexistentes beneficios sociales como quiere hacer ver el gobierno. Nuestros diputados trabajarán para poner control en el despilfarro del gobierno sobre los recursos públicos, recursos que son de todos los venezolanos, y aportar soluciones que nos ayuden a salir del atolladero en que nos metió este mal gobierno.
El pueblo, que mayoritariamente votó en contra de un modelo económico fracasado y la hegemonía política del Psuv, sabe que la conducción económica le corresponde al Poder Ejecutivo, que la Asamblea Nacional no privatiza empresas del Estado, ni hace importaciones, ni decreta aumentos de sueldos, ni compromete nuestros recursos petroleros con otros gobiernos, ni establece controles cambiarios con tasas preferenciales para favorecer a grupitos.
La responsabilidad de las políticas económicas está en Miraflores, y en la Asamblea la responsabilidad de controlar que las políticas del Ejecutivo sean las correctas, que el presupuesto nacional apoye el desarrollo agrícola e industrial del país y se generen fuentes de empleo, que los hospitales estén dotados y se edifiquen escuelas y universidades, para que las labores de investigación científica cuenten con recursos, para que haya mantenimiento y construcción de carreteras urbanas y agrícolas, para construir instalaciones deportivas y culturales para el esparcimiento de los ciudadanos y para velar, entre otras funciones, que las compras y los convenios internacionales que suscriba el Ejecutivo sean para complementar el desarrollo nacional y no para desangrar el Tesoro Público y engordar los bolsillos de la corrupción.
Y bajo estas premisas, nuestros 112 diputados comenzarán de inmediato a legislar en beneficio de todos los venezolanos, no para un grupito.
Nuestro pueblo no quiere discursos guerreristas ni que el país se siga manejando como si fuera la Hacienda de alguien más. Los venezolanos quieren paz y exigen soluciones, y el gobierno debe responder y dejar la soberbia y el desprecio con la decisión que libremente tomaron los venezolanos el 6 de diciembre. La situación del país reclama responsabilidad y mucha madurez política. Venezuela está en emergencia y no podemos perder el tiempo en más confrontaciones políticas. Es momento para un diálogo nacional amplio que nos permita atender la emergencia.
La familia venezolana reclama calidad de vida y seguridad. Nuestros trabajadores demandan poder adquisitivo para vivir bien. Nuestros jóvenes exigen oportunidades para progresar y nuestros abuelos piden atención para sus necesidades. El país clama por restablecer el orden institucional, por elevar el discurso político y realzar la función pública.
Nuestro compromiso es seguir junto a nuestro noble pueblo en su justa aspiración de dejar a nuestros hijos y nietos un verdadero legado de progreso y bienestar.
La Unidad no va a la Asamblea Nacional para convertirla en un ring de boxeo, pero está de anteojitos que ese es el objetivo del gobierno, para quien es más importante mantener el poder que resolver los problemas económicos que tienen a los venezolanos pasando tantas necesidades.
El año que empieza va a ser un año muy difícil, tanto en materia económica como política, pero tengo la seguridad de que nuestro pueblo mantendrá su fortaleza para afrontar cualquier situación, y pido a Dios que este nuevo año nos permita, a quienes tenemos una posición de autoridad o liderazgo, entender cuál es el camino que debemos seguir y tomar las decisiones correctas para conducir a nuestra Venezuela hacia el progreso que todos queremos.
Sigamos avanzando por este camino que nos lleva al cambio. Un feliz 2016 para todos, que venga lleno de paz y tranquilidad. ¡Qué Dios bendiga a nuestra Venezuela!
03-01-2016