La crisis ha obligado a la población a reducir la cantidad de las comidas diarias. Entre la escasez de dinero y de alimentos, la especulación y la ausencia de un organismo encargado de proteger a la población, a la gente no le ha quedado más remedio que tomar medidas para lograr el sustento, reseña La Nación.

Desde el desayuno comienza la odisea de qué comer, pues muchos cuentan con algunos productos pero les faltan otros, que consiguen demasiado caros y no pueden comprarlos, a pesar de que el sueldo mínimo pasó desde principios de año de 27 mil 91 a 40 mil 638 bolívares.

De allí que aplicar el ingenio se ha vuelto la alternativa, por cuanto ni siquiera dos sueldos mínimos en un hogar alcanzan para que sus miembros se alimenten bien; entonces, las “patronas” empiezan a “estirar la platica”, de manera de que la compra rinda y con el mismo dinero puedan comer, incluso más.

El desayuno depende de la cena

Luis Hernández, padre de familia, dice que admira a su esposa, porque rinde los alimentos, pues en su caso, las comidas del día se concatenan, por ejemplo, el desayuno depende de la cena.

“Compramos entre 3 y 5 mil bolívares de queso, por ejemplo, lo ralla y ahí mismo lo divide: este para la cena y este para el desayuno, para siete personas que somos en casa, y si toca de dos arepas y el queso es muy poquito, rellenamos una sola para que rinda, lo untamos, porque si se echa como antes, no va a alcanzar. La “arepita”, calcula y la hace pequeña, del tamaño necesario, para que podamos comer todos”, narró.

Agregó que “cuando no hay “quesito”, en la noche comemos la pasta con huevo frito y al desayuno, “arepita sola”, sin rellenar; y si no hay harina, se compra la masa, y si no hay masa, desayunamos con yuca”.

Cuando se puede y hay “boloñita”…

Dios, ante todo está presente a la hora de la alimentación, pues dice la gente que gracias a Él no aguantan hambre “porque cualquier tontería les da uno a los muchachos”.

Y es que los más pequeños de la casa son la prioridad, por encima de los adultos cabezas de familia, y tanto para el desayuno como para el almuerzo y la cena, e incluso la merienda del día, lo mejor es para ellos.

Por ejemplo, Héctor Buitrago comentó que si compran una pechuga, “que está tan cara, sale como en 7 mil bolívares”, la parten, guardan una porción y con la otra hacen un consomé y a los niños les licúan un pedazo, para una cremita.

Gladys Paolini, ama de casa, estaba en las puertas de su casa y expresó: “realmente no he desayunado. Nunca desayuno. A mis hijos les doy el desayuno con “mantequillita”, a veces, cuando se puede y hay “boloñita”, se le echa.

Charcuterías: sobre todo queso y mortadela

Es en las charcuterías, abastos y supermercados, donde se refleja el bajo poder adquisitivo de la población, que según algunos responsables compra sobre todo lo más económico, principalmente queso y mortadela, pero de mil y dos mil bolívares.

“Compran más poquito, pero eso sucede en todas partes, y sobre todo en la noche, después de las siete, es cuando viene la gente a comprar. A nosotros no nos comentan nada, pero imaginamos que es para la cena y el desayuno. Principalmente compran queso, jamón y mortadela, y a veces dejan lo que piden porque no les alcanza la plata -manifestó un comerciante”.

Fuente: La Patilla

Fecha: 27 de marzo de 2017

Ir a la barra de herramientas