Venezuela se asemeja hoy a un paciente ingresado en la unidad de cuidados intensivos, con pronóstico entre muy reservado y crítico. Un día falla un órgano, otro día es una bacteria hospitalaria la que arremete contra el enfermo. Al siguiente, se corta el suministro eléctrico o no llega el agua a ninguna planta del hospital. También escasea la comida para el enfermo. «El diagnóstico es de terapia intensiva, la situación del sistema de salud es catastrófica.

Pero lo más duro es que detrás de estas cifras están las vidas de muchas personas», asegura el médico José Manuel Olivares, diputado en el exilio que participa en las tareas de acopio de ayuda humanitaria en la frontera con Colombia.

Los datos recogidos por organizaciones civiles, agrupaciones de médicos y enfermeras y ONG son demoledores, sólo quien está dentro de la tragedia puede asimilar tal cúmulo de horrores. La mortalidad materna, la infantil y la general han aumentado, así como las enfermedades erradicadas hace 25 años, como la difteria, «que ya se cobrado la vida de 300 personas con caso reportados en más de 18 estados (regiones)», precisa Olivares. La malaria, que estaba controlada en Venezuela, supera hoy un millón de casos, la mayor cifra del continente. «Todo esto tiene que ver con la vacunación, nuestro porcentaje de cobertura está sólo entre 25% y 35% frente al 98% mundial», resume Olivares.

Mientras la revolución aduce que todo marcha bien y se niega a recibir ayuda del mundo, la crisis humanitaria se cobra una muerte tras otra. La ruleta rusa de la vida afecta a 40.000 pacientes oncológicos, que sufren una escasez de quimioterapia en torno al 80%. Enfermedades neurológicas, como Parkinson y Alzheimer, están peor, con el desabastecimiento en torno al 95%. Los antibióticos escasean en un 72%, así como los remedios para la hipertensión y diabetes.Las redes sociales se han convertido hoy en la principal farmacia del país. Desde allí se piden ayudas constantes, ya sea para la diálisis del reconocido músico Raúl Delgado como para los antibióticos para Gabriel Fuentes, recién operado en el Hospital General de Carabobo. «Yo llevo dos días desesperado, buscando piperazina para mi bebé de un año por toda Caracas», confiesa el mecánico Óscar Miquilanera. A las infraestructuras, atacadas por supuestos comandos terroristas invisibles, no les va mejor: 62% de los quirófanos no operativos, 90% tomógrafos, resonadores y rayos X no sirven y el 95% de servicios laboratorios están cerrados o funcionan de forma intermitente. En el 68% de los hospitales no sirven comida.

Con información de El mundo. es

 

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