Ricardo Araya, habitante de Puerto Cabello (Carabobo), sabía que el 9 de mayo iban a suspenderle el servicio de electricidad en el horario de 12:00 pm a 4:00 pm, bloque que forma parte del plan de racionamiento que impuso el gobierno para ahorrar energía.

Araya tomó previsiones. Desenchufó sus equipos electrónicos con la finalidad de evitar que se quemaran. La energía se restableció a la hora fijada y él conectó los electrodomésticos. Pero las luces se apagaron otra vez a las 4:30 pm y se encendieron a las 5:00 pm.

Desde ese día, su nevera no enfría, el cargador de la laptop de su hija se dañó y el aire acondicionado no funciona. Hace tres semanas el monitor de su computadora dejó de encender cuando la electricidad fue interrumpida en un horario no programado.

«Cuando la quitan de 4:00 am a 8:00 am se me complica hacer el desayuno y el almuerzo, el cual debo dejar listo antes de salir a trabajar. También me quedo sin agua porque cuando no hay luz no puedo encender la bomba», relató. Él y su esposa no pueden evitar llorar. Los cortes de energía y agua, sumados a la inseguridad y la escasez de alimentos y medicamentos, se conjugan para que se sientan desesperados.

Se supone que las suspensiones son programadas y controladas, como dijo Luis Motta Domínguez, ministro de Energía Eléctrica, cuando anunció el Plan de Administración de Carga el 21 de abril. Aunque ese día advirtió que iban a haber cortes fortuitos, «por situaciones no programadas como un cortocircuito, una rama que caiga en las líneas de tensión o por malas intenciones producto del sabotaje».

Dayana Tomich Vives, cirujana maxilofacial de Valencia, estaba haciendo hace dos semanas una operación en el Centro Clínico La Isabelica. Cuando finalizaba la cirugía, a la 1:00 pm, se apagaron las luces del quirófano. Tuvo que terminar con la iluminación de su celular. Ese día la interrupción eléctrica estaba pautada para el lapso de la mañana. «Gracias a Dios eran unas cordales. Es complicado planificarse, sobre todo por mi trabajo».

No es la primera vez que le sucede. En otras ocasiones ha tenido que detener la cirugía y suturar. Solo utiliza la luz del teléfono cuando la operación es externa. Debe parar si es una zona interna. Dijo que en el centro de salud no tienen planta eléctrica porque son muy costosas.

Antes de los racionamientos programados, a Tomich le quitaban el servicio por dos horas diarias. La diferencia es que no le informaban en qué momento del día ocurriría. Tuvo que comprar la planta eléctrica que instaló en el negocio del cual es dueña para poder trabajar. Le costó 1,5 millones de bolívares.

A Tomich se le averiaron el microondas y el calentador de agua que, indicó, tienen valores de aproximadamente 100.000 y 200.000 bolívares, respectivamente. «Uno se siente estancado y con impotencia. Uno trata de ser positivo, pero te estás cepillando o vas camino al trabajo y se va la luz».

El sábado 2 de mayo Beriozka Contreras, habitante de Ejido, estado Mérida, estaba viendo una película en el centro comercial Las Tapias. La pantalla se apagó de repente. Minutos después, apareció un empleado del lugar, quien informó que era el horario de suspensión del sector. Sin embargo, Contreras pudo terminar de ver la cinta: el establecimiento tiene una planta eléctrica.

La medida del Ministerio de Energía ha afectado la papelería que posee en La Pedregoza. Ha perdido clientela en los horarios de corte, en especial en el de 12:00 pm a 4:00 pm. Afirmó que el ingreso semanal de dinero se disminuyó a menos de la mitad de lo que adquiría antes.

Anteriormente, cuando aún no se había establecido el Plan de Administración de Carga, en la zona suspendían la luz durante dos horas al día, así que Contreras podía trabajar en la mañana o en la tarde. Ahora debe extender su jornada laboral hasta las 6:30 pm para obtener ganancias, no obstante, es arriesgado motivado a la inseguridad.

A pesar de que el Plan de Administración de Carga establece que a cada usuario se le suspenderá la electricidad durante cuatro horas diarias, Dick Pulido aseguró que ha habido días con interrupciones de entre cinco y seis horas. En una jornada se puede ir la luz hasta tres veces, declaró el ingeniero en Producción Animal y residente de Maturín, estado Monagas.

Incluso, hay días en los que la cantidad de horas es menor: «El 3 de mayo se anunció en la madrugada y resultó ser a las 9:00 am. Además, la quitaron por tres horas. En resumen, el horario es mentira».

Los cortes de energía no son nuevos para Pulido. A finales de febrero empezó a sufrir suspensiones por dos horas diarias. «Podía ser a cualquier hora». Aseveró que Corpoelec no informaba si eran programadas, sin embargo, opinó que parecían fijas y sistemáticas porque sucedían todos los días.

«Realmente no se han cumplido los horarios», manifestó Gustavo Naranjo, habitante del sector Los Olivos de Puerto La Cruz. Indicó que la electricidad suele ser suspendida en cualquier momento del día y en lapsos que pueden ser mayores o menores de cuatro horas.

El oficio de Naranjo es la marina mercante. Contó que se ha visto obligado a dejar de trabajar por los cortes. «Tengo que realizar informes de las embarcaciones, los cuales no hago cuando se va la luz». Señaló que antes del plan ya le quitaban la luz, mas no todos los días.

Uno de los problemas que más aqueja a los pobladores de Maracaibo es el calor, el cual no pueden contrarrestar sin electricidad porque los aires acondicionados no funcionan.

Patricia Silva, docente de la capital zuliana, narró que ha tenido que llevar a su bebé a la casa de algún familiar cuando le quitan la energía para que no sufra por el calor. Hay jornadas en las que en la escuela donde trabaja no hay niños. Los representantes han preferido no llevarlos si no hay luz para que no les perjudique el calor.

Señaló que en Pomona, sector donde vive, se han cumplido correctamente los horarios de racionamiento. No obstante, añadió que hay zonas en las que no. «Antes del plan, estuve 15 días con cortes diarios de dos horas. Corpoelec no informaba en qué momento iba a pasar», agregó. En ese momento tuvo que gastar 3.000 bolívares para arreglar su nevera, que se dañó luego de una interrupción eléctrica.

Calles oscuras

A la gente le da miedo salir a cenar o ver una película en la noche. Las vías oscuras son chuchería para los delincuentes. Beriozka Contreras dijo que opta por comprar comida antes de que oscurezca. Entre las 5:00 o 6:00 pm ya está en su casa. La semana pasada su bebé estaba enferma y prefirió atenderla ella misma en vez de llevarla a un centro asistencial. «La zona donde vivo no era peligrosa. Ahora es terrible».

Cuando suspenden la electricidad en la noche las calles quedan lóbregas, sin siquiera la luz de los semáforos. Contreras indicó que a una de sus vecinas la robaron en una de esas interrupciones programadas. Contó que la golpearon y aventaron por unas escaleras. Por ello, debió estar por un tiempo en cama usando collarín.

Ricardo Leal, residente de Valencia, también vuelve temprano a su casa. «Ya uno a las 6:00 pm está recogido en su casa. Si te pones a inventar mucho, estás pagando», agregó. Igualmente ha visto semáforos apagados en las vías ciudad, lo que causa anarquía porque la gente y los conductores quieren cruzar al mismo tiempo.

Gustavo Naranjo relató que los vecinos de su sector, Los Olivos (Anzoátegui), se pusieron de acuerdo para mantenerse comunicados cuando se va la luz, y así evadir a los antisociales.

Por su parte, Kusta Sugis, ciudadano de Valle de la Pascua (Guárico) indicó que el hampa aprovecha en los momentos en que interrumpen la electricidad. «Cuando se va la luz las calles quedan totalmente oscuras. Hasta los semáforos se apagan».

Otros testimonios:

Carolina Arias, abogada. Vive en Barinitas, estado Barinas: «El plan no se cumple. A veces pasan más de cuatro horas. Hace días estuve 10 horas sin luz. Corpoelec no informa los cortes adicionales».

David Rojas, comerciante. Vive en San Cristóbal, estado Táchira: «Antes del Plan de Administración de Carga se me iba la luz cada dos o tres días por un par de horas. Actualmente no hay regularidad en los cortes. A veces los hacen como quieren».

Deisy Mendoza. Vive en Coro, estado Falcón: «Cuando llueve es seguro que se va la luz. Aquí la electricidad falla demasiado. A veces está una semana bien y luego empieza a tener problemas».

Elisabeth Canales, arquitecto. Vive en Valencia, estado Carabobo: «En El Trigal los horarios no corresponden con lo publicado por Corpoelec. Es muy irregular. No se cumplen exactamente los días ni las horas. A veces tenemos hasta ocho horas continuas sin electricidad. Si uno quiere ir a la oficina, es un problema porque los semáforos no funcionan. En mi trabajo pierdo cuatro horas que son útiles».

Kusta Sugis, ingeniero civil. Vive en Valle de la Pascua, estado Guárico: «Me ha pasado que debo interrumpir las obras por la falta de energía. Muchos equipos no pueden funcionar. Además, los costos de mano de obra se incrementan».

Fuente: EL NACIONAL

Fecha: 14/05/16

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