EL gobierno y el BCV hace más de cuatro meses anunciaron un nuevo cono monetario, es decir, nuevos billetes con más ceros porque los viejos dejaron de ser útiles, no compran nada y dado los problemas y emisión de billetes por deudas no pagadas, papel, tinta e impresoras, dejó que el viejo cono monetaria mostrara su cara fea de unos billetes que no alcanzan.
Maduro llenó el espacio electromagnético de mentiras toscas, que los billetes de Bs 100 se los habían llevado al mundo para establecer una guerra contra VENEZUELA, cada aparición con el micrófono y la cámara de TV para hablar sobre el tema junto a sus ministros, disparate sobre disparate al punto que nos daba daba vergüenza ajena de unos gobernantes toscos, no inteligentes, además desconocedores de lo inmediato y simple.
Pues nada de eso ocurría, al Gobierno, algunos de sus sabios en materia económica le sugirió, acompañados por los asesores ad hoc que el gobierno tiene en el mercado del análisis económico, estaban bajo la borrachera de la tesis que esconder y recoger medios de pago prometiendo el nuevo cono monetario, que al parecer no existe un cono, jugaron un absurdo, que racionado el papel moneda la hiperinflación amainaría, y ellos podrían darles la cara a sus camaradas.
Así comenzó el proceso de desmonetización que si bien es cierto causa fuerte contracción de la economía, no reduce la hiperinflación, dado que si bien la gente no tiene papel moneda para comprar, nadie es tan bolsa como para canjear un bien cuyo precio se mueve así no haya papel para pagar: el ser humano lo hace de manera simultánea y con sabiduría de la calle que la híper llegó y no se oirá, en otras palabras mañana todo estará más caro, y así no haya papel moneda, el poder de compra representado en un objeto se reduce y su precio sube.
La inflación sabemos continúa disparada y sin embargo más de las dos terceras partes del efectivo circulante -billetes y monedas en poder de la gente en la calle ha sido recogida por el BCV con el mandato de reducir la presión hiperinflacionaria. La gente lo reconoce porque se lo estamos diciendo desde hace años, que la hiperinflación creada por el gobierno es porque su ingreso fiscal (impuestos e ingresos petroleros) se han envilecido y desaparecido, no sólo porque un billete de 100 Bs no paga nada, sino por las deseconomías que produce tener billetitos de monopolio en un bolsillo.
Ese proceso de recoger billetes de circulación sin reponer los billetes en el cono como los nuevos medios de pago con dos dígitos adicionales (ceros) y que nos ayudaría a mostrar la verdadera cara de la hiperinflación, cuidadosamente escondida por el gobierno, pero con la asesoría de sus asesores Ad hoc en la calle de los analistas económico, quienes le soplan a Maduro a cada instante que su inflación no es híper, sino una inflación, de mala leche, alta. Ese proceso lo llamamos desmonetización, es decir, extraer billetes y monedas de circulación y está destinado a burlar el conocimiento del gente en reconocer el peso empobrecedor de la hiperinflación.
Vayamos por partes, definamos primero, desmonetizar, cómo digerimos ese fenómeno de manipulación de la liquidez monetaria a través de un control físico del efectivo. Desmonetizar es manipular la liquidez en efectivo, cambiar el cono monetario, pero evitar poner en circulación los nuevos billetes, lo que, en teoría, el público, la gente al verse -hipotéticamente- impedida por escasez de papel moneda, retraería su demanda, su consumo, tratando de conectar los elevados niveles de escasez, los cuales de paso llegaron para quedarse mientras el esquema de economía política actual del socialismo se mantenga.
Ya sabemos que esto no es posible porque en un proceso hiperinflacionario como el que tenemos, los alimentos, medicinas y bienes en la despensa suben el precio de su reposición y éste lo da la hiperinflación y ésta la mide el hombre de la calle en referencia al dólar paralelo, que hace – teórica y empíricamente demostrado- las veces de paridad de poder de compra del bolívar, en otras palabras cuantos dólares de hoy compran un bolívar de hoy, esa relación no habla del proceso devaluacionista que va pulverizando el poder de compra del bolívar.
Ese perverso fenómeno desmonetización -pasa a ser una agenda político-criminal dado que en los sectores más pobres son los que tienen que utilizar el papel moneda- el impacto ha sido de hambre y hambruna, un tema que hoy discute la opinión pública mundial de los extremos que ha llegado el Estado Fallido de Venezuela. Así la desmonetización agrava la pandemia del hambre y pone en peligro, porque son los más jóvenes que se afectan que su desnutrición no podrá ser resuelta por mucho y los próximos años de esos niños serán prácticamente de vegetales.
Con estas políticas económicas criminales el gobierno debería ser llevado a los tribunales internacionales, ello es crimen de lesa humanidad, Pero la oposición ya consiguió su nuevo circo de elecciones y nos prepara para otro fiasco. En Venezuela la oposición ganó sólidamente las elecciones para elegir la Asamblea Nacional, sin embargo decidió no cobrar e ir a un Diálogo y a un Acuerdo que los pondrá en una transición, en la cual veremos agarrados de los brazos a Maduro, Borges, Ramos y Padrino López e ir por la calle a pedir el voto por la Unidad en un gobierno de transición.
Es acá donde contamos con la presencia prácticamente, obligatoria de ilusión monetaria en el gobierno, donde creen ciertamente que la represión de precios, controles de precios y cambio, penalización de la oferta, control de inventarios, pueden detener la hiperinflación. La ilusión monetaria digamos en un curioso fenómeno expresado como teoría económica que indica que la gente llega a hacerse una imagen ilusoria de sus ahorros, de sus salarios e ingresos expresado en términos nominales sin el requerido ajuste inflacionario creándole la ilusión que su nivel de ingreso, riqueza crece, cuando en realidad al ajustar por el efecto, repito, lo que ocurre es lo contrario, una pérdida real por inflación de su nivel de ingreso, ahorro, riqueza.
Bajo este argumento es evidente que el gobierno practicante por naturaleza de ilusión monetaria, dado que su demanda de dinero es por dinero nominal, fenómeno que se expresa al monetizar el déficit fiscal creando el efecto inflacionario conocido como impuesto inflacionario. Ello devela el claro comportamiento de ilusión monetaria del gobierno y que trasfiere a la sociedad en base a sus políticas.
De esta manera el gobierno ignorando y dejando de lado a sus políticas y administración de la escasez, racionamiento, y caída del poder adquisitivo de la moneda, el Bolivar -hiperinflación- privan al ciudadano del acceso a sus bienes fundamentales, ha buscado administrar esos niveles de escasez y racionamiento con un volumen disminuido de medios de pagos -billetes- queriendo entender que de esa manera reprime físicamente la demanda y con ello caerían hipotéticamente los precios y se desaceleraría la inflación. Para ello se basa en la no publicación de los índices de precios e inflación, escasez, ignorando supinamente que esas políticas han traído hambre y hambruna.
Maduro igualmente se afianza de sus asesores ad hoc en el mercado que afirman que la inflación que sobrevive el venezolano es del tipo hiperinflacionario sino “inflación sumamente alta” como sibilinamente algunos la mencionan en sus reportes. El efecto neto producido por la contracción no solo de la información, valioso input que en condiciones de libertades económicas y mercados sin controles de precios permite al público y al productor expandir la producción, productividad y con ello estabilizar los precios, es una mayor contracción económica, de la cual pudo haberse dado cuenta de la contracción de la economía el año pasado donde se alcanzó la cifra más alta en la historia económica venezolana de -18.5%.
El impacto marginal aún más fuerte ya lo sienten millones de venezolanos en caída violenta de volumen y calidad de alimentos lo cual se traduce en hambre, desnutrición, sobre todo la infantil, enfermedad de la cual esos infantes nunca podrán recuperarse. La economía política del gobierno, controles de precios, eliminación de los mercados transformando a Venezuela en un vulgar africanizado mercado negro, con escasez, y racionamiento lo menos que podemos distinguirla es de criminal. Todo el esquema de controles finalmente se encajona en el concepto CLAP, servilismo a la política que gobierna el Estado.
Fuente: El Universal
Fecha: 22 de marzo de 2017