Los casos de la COVID-19 aumentan diariamente en Venezuela, mientras Caracas se convierte en el epicentro de la pandemia con 9397 casos confirmados desde que inició el confinamiento. Ante el recrudecimiento y el colapso de los hospitales centinelas, el sitio multiuso fue acondicionado para la atención de pacientes con síntomas leves y asintomáticos, pero los expertos ponen en duda la eficacia de la estrategia.
“He mandado a preparar al Poliedro, como ha sucedido en otras partes del mundo, para atender los casos asintomáticos. Es el método que queremos mantener”, expresó el presidente Nicolás Maduro, el pasado 16 de julio, durante su actualización diaria sobre la COVID-19 en Venezuela.
Tras 122 días de confinamiento y con 10.854 casos positivos en todo el país, el rumor se volvía un hecho: el Poliedro sería la nueva medida que el Gobierno sumaría para intentar hacer frente a la pandemia, sobre todo reducir la cadena de contagios en Caracas, ciudad donde el virus se asentó.
Entonces, el anuncio evidenció lo esperado: los hospitales centinelas colapsaron debido a la decadencia del sistema de salud venezolano por la falta de inversión, y los hoteles que el Estado intervino tampoco eran suficientes para los casos.
El Gobierno prometió que el otrora centro de espectáculos contaría con 1200 camas para pacientes con síntomas leves y asintomáticos que hayan dado positivo por PCR; 300 camas dentro de la cúpula: 150 destinadas para mujeres y 150 destinadas para hombres con sintomatología leve; una unidad de triaje con 900 camas en el estacionamiento del Poliedro para pacientes asintomáticos; una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI); una de rayos X; 13 ambulancias para trasladar a los pacientes graves a los hospitales; y 40 duchas para uso de los pacientes.
Sin embargo, los expertos aseguran que el uso del Poliedro como “hospital intermedio de campaña” es una acción improvisada que está lejos de romper con la cadena de contagios en Distrito Capital.
España, Italia, Reino Unido, Estados Unidos, México, Irán y Brasil, son algunos de los países donde se implementaron hospitales de campaña para la atención de pacientes con la COVID-19. El ascenso de los casos y muertes, obligó a los líderes de aquellas naciones a transformar espacios públicos como el centro de convenciones IFEMA en Madrid, Central Park en Nueva York, el auditorio ExCel en Londres, un centro comercial en Irán o hasta estadios de fútbol en Brasil, en centros de atención médica para pacientes en estado crítico o sintomatología moderada.
Las estructuras fueron acondicionadas con camas de terapia intensiva, de cuidados intermedios y de observación. Pero la comparación con lo que Venezuela busca implementar es lejana, pues en los Estados anteriormente mencionados el sistema de salud no se encuentra deteriorado y, pese a las exigencias de la enfermedad, los hospitales de guerra cumplen con una infraestructura para la atención de emergencias.
Rafael Orihuela, médico especialista en medicina tropical y exministro de Sanidad y Asistencia Social, alega que, tanto en Venezuela como en otros países, la medida es “publicitariamente exitosa porque el Estado está ‘haciendo algo’”, pero no tiene “ningún punto en concreto de éxito”. En España, por ejemplo, tras semanas de atención, los casos en IFEMA bajaron y el recinto fue cerrado el 1° de mayo al confirmarse la baja en la tendencia de tasa de muertes diarias. Sin embargo, a las pocas semanas el país vivió un repunte a consecuencia de las medidas de flexibilización del confinamiento.
Asimismo, Orihuela explica que también en España algunos geriátricos permitieron la salida del recinto al personal, lo que ocasionó que estuviesen expuestos y el virus entrara; fueron muchos los adultos mayores gravemente afectados. Mientras que en otros hogares “el personal completo se quedó dentro de la residencia todo el lapso que duró la cuarentena, ahí no hubo ni un caso ni un muerto”.
El especialista insiste en que para cortar con el contagio del coronavirus es necesario que los cuidadores de los centros de atención no solo cumplan con el protocolo de bioseguridad, sino también tener un espacio dentro del recinto donde cumplir su confinamiento, así no transportan el virus a otros espacios ni aumenta el riesgo de transmisión.
Inversión errada
José Félix Oletta, epidemiólogo y exministro de Salud, considera que la medida tomada por el Estado venezolano es un gasto innecesario para el erario público, pues el Gobierno se enfoca en personas asintomáticas o con síntomas leves y no en los pacientes graves o con riesgo. “¿Qué sentido tiene hospitalizar a personas asintomáticas? ninguno. Usted lo que hace es un gasto al erario público. Ese dinero que se está empleando para cosas inútiles debería estarse empleando para el cuidado de los pacientes más críticos, atender a los pacientes en UCI, para atender todas las necesidades de equipo de protección para el personal de salud; esos son gastos indispensables y ahora usted lo va a gastar en personas asintomáticas, no se está logrando ningún impacto”.
Oletta explica que el confinamiento obligatorio en los centros que el Gobierno dispuso es una acción violatoria de “derechos fundamentales”, ya que la medida debe ser voluntaria, desde casa, y pone como ejemplo las acciones tomadas por algunos países, entre ellos Colombia, donde “hay pacientes aislados en sus casas y se reportan periódicamente, hay un sistema de vigilancia social, dentro del cual el Ministerio llama por teléfono y conversan y lo hacen de manera periódica y a los 14 días ya está fuera del aislamiento”.
Por su parte, David Viloria, arquitecto, doctor en urbanismo y experto en Políticas Urbanas para el Desarrollo de la UCV, explica que el principal obstáculo para el uso de la cúpula del Poliedro como centro de atención es el aire acondicionado del mismo, pues el equipo no cumple con las características que requiere un centro de salud.
El aire acondicionado de recintos para alojar a personas con COVID-19 tiene que ser tipo hospital; es decir, tiene que tener unos filtros absolutos con 99 % de eficiencia para que el aire no vuelva a tomar el virus y lo vuelva a inyectar. El aire acondicionado del Poliedro toma aire interno; es decir, va a tomar aire acondicionado de la gente que está dentro encerrada con virus”.
Asimismo, dice que la disposición de los pacientes no es la adecuada porque no cumple con el distanciamiento que la Organización Mundial de la Salud (OMS) e investigadores recomiendan. “Ellos hicieron unos cubículos pegados unos de otros y de unos seis metros cuadrados, a juzgar por lo que vemos en la foto la separación entre enfermo y enfermo es un tabique, no hay techo. (…) Si hay un contagio y alguien tose, entonces la persona que está al lado tiene el foco cerca”.
Por su parte, Rafael Orihuela asegura que un hospital de campaña debe concentrar una serie de recursos para garantizar el cuidado de los pacientes.
Necesitas tener la capacidad para tener tomas de electricidad, tomas de oxígeno, toma de gases. Eso requiere una importante inversión en infraestructura y tecnología, y eso no se ha visto hasta ahora en las fotos difundidas. (…) Si el paciente se agrava no tienes la infraestructura mínima».
Oletta agrega que el número de asintomáticos —según los registros del Gobierno— es grande, y conforme avance el coronavirus «va a ser imposible la aplicación de la norma porque el número de personas asintomáticas o con síntomas leves será tan grande que no habrá camas de hospitalización posibles, ni hoteles, ni moteles, ni Poliedro para poder atender la cantidad de gente que se puede enfermar. Va a superar la capacidad institucional para recibir personas en esas condiciones”.
El representante del Sindicato de Hospitales y Clínicas de Caracas y coordinador de Monitor Salud, Mauro Zambrano, indica que la inversión debió dirigirse a los hospitales del país, a sus trabajadores y especialmente a las UCI de los hospitales de Venezuela pues la mayoría se encuentran cerradas por no contar con los equipos necesarios para la atención de pacientes que lo requieren.
“En cualquier parte del mundo los hospitales son los centros especializados en brindar salud. Hay que fortalecer el sistema de salud público, hay que brindar solución y que el paciente deje de ser ruleteado. No hay pruebas rápidas y la PCR dura más de 10 días para que den los resultados. Esas situaciones son las que hay que arreglar. No puede ser que solo un laboratorio haga la prueba PCR, tiene que haber más laboratorios. Es necesario que esas cosas se comprendan y que se invierta en el sistema de salud público de Venezuela”, aseveró.
Con información de Crónica Uno