El especialista en desarrollo y seguridad alimentaria Edison Arciniega, director ejecutivo de Ciudadanía en Acción, indicó que en 2020 el país tuvo una disposición de alimentos mensual de 449.586 toneladas métricas en promedio, lo que representa 44% del requerimiento de alimentos.
En el año 2020 el sector privado nacional aportó 91% de los alimentos que se consumieron en el país y el Estado apenas suministró un 9% a través de programas como las cajas subsidiadas de Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), de acuerdo con la organización no gubernamental Ciudadanía en Acción, que lleva el pulso mes a mes de la disposición alimentaria en el país.
El especialista en desarrollo y seguridad alimentaria Edison Arciniega, director ejecutivo de la ONG, indicó que en 2020 el país tuvo una disposición de alimentos mensual de 449.586 toneladas métricas en promedio, lo que representa 44% del requerimiento de alimentos. «Eso implica un salto importante con respecto a 2019, año en el que el país tuvo apenas el 36% de los alimentos que requería. Hubo más alimentos en el año 2020, casi 2 millones de toneladas métricas más que alimentos con respecto a 2019. El país llegó a los 5.173.000 toneladas métricas, y le faltaron 6.898.000 toneladas métricas. Vemos un avance si lo comparamos con 2019, cuando faltaban dos tercios. Hoy falta el 55%».
Agregó que el incremento de la disposición de alimentos responde al menos a tres fenómenos. Uno es «la reactivación progresiva, sin prisa pero sin pausa, del procesamiento agroindustrial de alimentos en Venezuela». «El anaquel se está recomponiendo y está recuperando la industria nacional su espacio en los anaqueles». El segundo componente es un mayor ingreso de importaciones directas al anaquel. Las importaciones son el 82% del plato de comida del venezolano. El campo venezolano aporta apenas el 18% de lo que se come en este país. «Si eso desaparece casi que no pasa nada, eso es triste, no hay soberanía alimentaria. Estamos muy lejos de ella. Y la Constitución habla de seguridad y de soberanía alimentaria. No tenemos seguridad alimentaria, pero menos tenemos soberanía alimentaria».
Sin embargo, el experto señala que ese avance no se traduce en una mejora equitativa del acceso de los venezolanos a los alimentos. «Un tercio de los consumidores tienen capacidad adquisitiva para hacerlo. La desigualdad en Venezuela está en el plato de comida, qué tiene y cuánto pesa, y esto tiene que ver con quien tiene dólares y quien tiene bolívares. Quien tiene dólares accede al mercado de alimentos y quien tiene bolívares tiene el riesgo de la desnutrición».
Entre los alimentos a los que los venezolanos tienen más acceso se encuentran los cereales. «Tenemos plenitud de acceso a la pasta, al arroz y a las harinas, pero ¿dónde están los déficits? Pues bueno, hay un déficit cercano al 30% en raíces y tubérculos (papa, yuca y plátanos), hay un déficit de casi dos tercios del azúcar, hay un déficit de casi 55% de las leguminosas, hay un déficit cercano al 70% de las grasas, de 40% de las hortalizas. También hay un déficit, y este es un déficit lamentable, cercano al 70% de las frutas, y esto es preocupante porque eran la principal fuente de micronutrientes de los venezolanos».
Arciniega indicó que el año pasado el Estado venezolano no tuvo un considerable peso en la disposición de alimentos, a excepción de dos rubros: leguminosas y pescados, debido a que el Estado es un gran proveedor de sardinas. «El peso del Estado se reduce al 9,8% de la disposición de alimentos, es decir que el 91% de los alimentos disponibles y que se consumieron en el año 2020 fueron consumidos a través del mercado alimentario regular, como el supermercado, la bodega, el mercado de cielo abierto, etc. Lo que se transa con dinero. El programa CLAP, que llegó a ser un tercio de los alimentos en los años 2017 y 2018, hoy no llega al 10%».
Arciniega indicó que en 2020 las regiones productoras, que son centroccidental, zuliana y andina, tuvieran más alimentos de lo que tradicionalmente suelen tener como consecuencia de la carencia de combustible, que dificultó el transporte de mercancías. «Las regiones más alejadas, que son llanera, Guayana y oriente, tienen menos alimentos. La no movilización de alimentos del occidente de Venezuela generó menos acceso de alimentos en el oriente, llano y en el centro del país. Un kilo de queso que se quedó en el Zulia es un kilo de queso que no se comió en oriente o en Guayana».
Según el director de Ciudadanía en Acción, para mejorar el acceso a los alimentos es necesario conjugar dos factores: por un lado mejorar la capacidad adquisitiva de los dos tercios de los consumidores que tienen ingresos en bolívares. Y, por el otro lado, hacer un esfuerzo por tener más alimentos disponibles impulsando la producción interna de alimentos en condiciones rentables y haciendo una gestión inteligente de las importaciones.
«Hay que hacer las dos cosas, porque si se recupera la capacidad adquisitiva pero no se recupera la disposición de alimentos, pues no vamos a tener alimentos para poder abastecer el mercado. Aquí ha habido proyectos y programas en los que las organizaciones humanitarios han hecho transferencias de dinero a algunas comunidades en extrema vulnerabilidad y uno de los efectos de esas transferencias cuando no se coordina con el sistema de abastecimiento es que se genera desabastecimiento en el radio donde se inyectó dinero. No hay alimentos suficientes para que los venezolanos consuman como consumían en 2013 y en 2014, no los hay, los anaqueles están llenos porque no rotan».
Con información de Tal Cual