Detener el sufrimiento de la población venezolana ante la escasez y los altos costos de los alimentos, así como el avance de la pobreza, fueron los temas desarrollados en una jornada convocada por Acción Solidaria, otras organizaciones de la sociedad civil aliadas y Amnistía Internacional Venezuela, con el fin de identificar nuevas acciones que permitan recuperar de manera urgente indicadores mínimos de disfrute de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de las personas en el país.
Representantes de la Fundación Bengoa, Acción Campesina de Venezuela y de Cáritas de Venezuela, coincidieron en la necesidad de que las autoridades venezolanas desarrollen programas coordinados con las agencias de cooperación internacional para atender la actual emergencia humanitaria en el ámbito de la alimentación que padecen las personas en Venezuela, partiendo del levantamiento de estadísticas públicas que permitan tomar medidas eficaces.
“El gobierno venezolano no ha emprendido programas planificados de alimentación, con sus respectivo indicadores de seguimiento y evaluación; solo se ha limitado a repartir alimentos de baja calidad nutricional”.
Un diagnóstico muy preocupante
Las consecuencias de la actual coyuntura en materia de alimentación dentro del territorio nacional podrían extenderse a lo largo de décadas de acuerdo a Maritza Landaeta, coordinadora y fundadora de la Fundación Bengoa, en tanto muchas mujeres embarazadas no cuentan en la actualidad con los nutrientes adecuados para el desarrollo del feto, como el ácido fólico, lo cual produce lesiones permanentes a los neo natos que a su vez pueden heredarse por generaciones.
“Son las comunidades de bajos recursos las más afectadas por la actual emergencia humanitaria” explica la experta, quien puntualiza que en estos segmentos poblacionales el consumo de proteínas cayó a favor del consumo de tubérculos por lo que las “exiguas” una o dos comidas diarias que hacen las familias pobres además carecen de calidad nutritiva. Este tipo de privaciones afectan significativamente el desarrollo de niñas, niños y adolescentes que necesitan de tres comidas y tres meriendas diarias. “Vamos hacia la desnutrición crónica. El promedio de pérdida de peso está en alrededor de los nueve kilos”.
“Las madres tienen que hacer magia para alimentar a sus hijos, pero esta magia tiene sus límites. La inflación ha hecho que sean necesarios 19,6 salarios mínimos para adquirir la canasta alimentaria. Sencillamente no alcanza el dinero. Estamos viendo casos de suicidios en madres o de violencia hacia infantes para acallar los llantos por hambre de los más pequeños. La FAO dice que 4,6 millones de venezolanas y venezolanos no están consumiendo los alimentos necesarios. Una persona que no está bien alimentada puede ser víctima de depresión porque no genera las endorfinas suficientes”.
Sergio Salvador, representante de Cáritas, expuso que las cifras oficiales de 2016 demuestran aumento de la mortalidad infantil en un 35%, y aumento de la mortalidad materna en un 65%. De igual manera, expuso los resultados del último estudio de la referida organización, que revela que en Vargas, Miranda y Zulia, 69% de las familias han tenido que buscar duras estrategias de supervivencia nunca vistas en el pasado, como desincorporar a miembros familiares para enviarlos a otros, comprar alimentos a deuda o pasar todo el día sin comer. En la muestra se encontró un déficit nutricional de 68% en niños menores de 5 años, en muchos casos severo. Aunado a la desnutrición, la falta de acceso al agua potable con un 22% hogares sin agua el último mes, 17% que solo la reciben pocas horas al día y 35% solo 3 horas a la semana, sería una combinación potencialmente mortal.
Las soluciones deben partir de un aparato integral por parte del Estado en coordinación con la ayuda internacional
“Estamos frente a una emergencia alimentaria. El Estado debe permitir la ayuda de organismos internacionales para mitigar la crisis y no llegar a la hambruna generalizada” afirma firmemente Sergio Salvador, en tanto para él el Estado venezolano no tendría hoy por hoy la “musculatura” suficiente para poder enfrentarse a la situación de emergencia humanitaria en el ámbito de la alimentación que sufre la población venezolana.
“Hay un umbral de emergencia de severidad que amerita la intervención no sólo del Estado sino de otros organismo enfocados en la alimentación, como la FAO”.
Para Maritza Landaeta de la Fundación Bengoa, combatir el fenómeno de inflación y la falta de alimentos en Venezuela pasa igualmente por revertir las políticas de expropiaciones emprendidas en los últimos años, así como los controles excesivos por parte del gobierno nacional que según la experta han provocado que la producción de alimentos en Venezuela disminuyera desde un 70% de auto abastecimiento a solo el 30% en la actualidad, un modelo que solo ha favorecido al negocio de las importaciones.
Nhelsyr González, de Acción Campesina, agrega por su parte que las autoridades nacionales deben asimismo tomar las medidas necesarias y respetuosas de los derechos humanos para disminuir la altísima inseguridad humana que afecta a las productoras y los productores del campo, así como falta de infraestructura de transporte; y que se tomen también medidas que garanticen el cese de las extorsiones que esta activista denuncia por parte de funcionarios de los cuerpos de seguridad del Estado a la hora de trasladar alimentos hacia ciudades y poblados. De igual manera, habría que emprenderse políticas públicas para integrar más a las mujeres y jóvenes en la toma de decisiones y financiamiento agro productivo, por ser los más olvidados.
Amnistía Internacional
16 de noviembre de 2017