En las ciencias sociales, en especial en la Economía, hay datos que son incuestionables. Ni siquiera el más mentiroso de los usurpadores podría negar que Zulia es el estado más importante de nuestra Venezuela y que además aporta cerca del 30% del Producto Interno Bruto nacional.

Tampoco podrían poner en duda que en el Zulia se extraía el 80% de nuestro petróleo y que era ahí donde generaban trabajo los mayores productores de ganado, de alimentos como leche, queso, carne y huevos.

Sin embargo, el Pueblo zuliano lleva ya dos semanas hundido en la oscuridad y en la destrucción. Nunca se vio algo semejante y aunque ya les había tocado antes pero nunca en esta dimensión.

Si usted me está leyendo desde la Gran Caracas y ha tenido la ligera percepción de que las crisis del agua y la electricidad han disminuido, tengo la responsabilidad de aclararle algo. Desde aquel primer gran apagón del 7 de marzo, el régimen se ha encargado de ver cómo hace para generar una ilusión de normalidad en Caracas, para evitar que de nuevo el Pueblo se atreva a protestarle a metros del Palacio de Miraflores.

¿Y cómo consigue el régimen esa sensación de falsa normalidad en Caracas que tanto necesita? ¡Quitándole electricidad a las regiones! Y, además, vengándose de la fuerza opositora del Zulia, un territorio donde nunca les han dado tregua.

Este ensañamiento de Maduro contra el estado Zulia debe ser un motivo de preocupación y ocupación para todos los venezolanos. Eso que a corto plazo parece una cadena de sucesos de violencia y represión, en medio del caos generado por los criminales que tienen en el usurpador de la Gobernación al mayor de sus cómplices regionales, a mediano plazo se traducirá en todo el país en el empeoramiento de la escasez de alimentos con todo lo que está ocurriendo allí.

Y como a veces es necesario ser más gráficos, les pongo dos ejemplos nada más, considerando la poca proteína que puede comprar nuestra gente: de cada diez kilos de queso que se venden en Venezuela, nueve son producidos en el Zulia y, además, estamos hablando del segundo estado productor de huevos del país. ¿Ya ven las consecuencias que habrá en toda Venezuela, después de que durante semanas la producción en el estado ha sido asediada por unos delincuentes?

Quienes hoy usurpan el Poder saben que la destrucción del Zulia es la destrucción de Venezuela. Y ellos están decididos a arrasar con todos, a menos que junto al Pueblo en las calles les pongamos un parao. ¡Y por eso intentan hacer mella en el ánimo, en la fuerza, en la dignidad de los zulianos!

Así como amenazan y hostigan a los estados fronterizos de los Andes, así como arruinaron la industria de los estados del Centro del país, así como a punta de desgobierno pretenden apagar la histórica rebeldía de la gente de Yaracuy y Falcón, así como abandonaron a los estados de los Llanos para condenarlos a la desidia, así como permitieron que la delincuencia y el narcotráfico ganaran espacio en Oriente, así como han consentido durante años que la destrucción y la muerte se apoderaran de Bolívar, Delta Amacuro y Amazonas, así es como quieren apaciguar a los pueblos del Zulia, sometiéndolos al más cruel de los tratos.

¡No se lo permitamos! Y como ya se dijo claramente desde el acompañamiento de la Asamblea Nacional con la gente movilizada en las calles, cuidado y Zulia no se convierte, precisamente, en el lugar donde se consolide de una vez el cese de la usurpación, considerando que el impostor que ejerce delincuencialmente la Gobernación del Zulia no está ahí por el voto de nadie, sino por el abuso y la fuerza.

Aun así, si nos aseguramos de que lo que pasa en el Zulia no nos amilane sino que nos impulse, el drama humano del pueblo zuliano llegará a su fin. Y para eso toda la Gran Caracas y parte del estado Miranda tienen que convertir en suya la causa del resto de las regiones, en lugar de caer en la trampa de la “normalidad”.

No sólo lograremos evitar que situaciones similares en el resto de los estados, sino que además le devolveremos al Zulia su dignidad de estado pujante, de gente alegre y honesta, orgullosa de vivir en una región bendecida por la naturaleza y por su Virgen de Chiquinquirá.

Sólo el Zulia tiene más reservas de petróleo que varios de los países de la región. Sin embargo, la barbarie los ha empujado a la miseria.

Hoy están sin electricidad, pero tienen el talento y las riquezas necesarias para que desde el primer momento de la transición sean los mayores generadores de progreso en el país.

Hoy están sin agua potable, pero el conocimiento profesional puesto en práctica desde el Plan País tiene acciones concretas para devolverle la potabilidad y la actividad hídrica de sus cuencas.

Hoy no tienen combustible y en muchos lugares ni siquiera hay comunicación con el resto del país, pero estamos muy cerca de lograr el cambio que vuelva a permitir que el regionalismo zuliano surja fortalecido, no desde la denuncia y la queja sino desde la alegría creativa que los caracteriza.

Y con esto no pongo al Zulia por encima del resto de las regiones afectadas. Cuidado con eso, porque la recuperación del Zulia, además de un asunto de humanidad y de dignidad, se trata de un asunto estratégico, táctico y político, con objetivos claros que se plantean cuando hablamos de la recuperación del país.

Levantar nuevamente nuestra industria petrolera, por ejemplo, pasa por recuperar al Zulia. Y la recuperación de la producción de alimentos en el país pasa por atender el sur del Lago y activar la industria manufacturera instalada en Zulia. Y, además, estoy seguro de que la recuperación emocional de nuestro Pueblo también se verá fortalecida cuando sea posible entender que este cambio político será capaz de transformar la vida de quienes hoy sufren en el Zulia, como un ejemplo imbatible de lo que las políticas públicas correctas pueden hacer por la gente.

¡Recuperar al Zulia será recuperar al país! Eso sí: sólo será posible si el liderazgo político del resto de las regiones consigue que un país entero haga suya esta causa, sin caer en el espejismo de la “normalidad” fingida de un régimen que se esconde cuando las cacerolas llegan al palacio.

Que la Virgen de Chiquinquirá, la amada y milagrosa Chinita, llene de fuerza a quienes hoy están resistiendo amparados por su protección. ¡Que Dios bendiga al Zulia y a Venezuela!

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