Dos hojas blancas están puestas en las puertas de vidrio que marcan la entrada del hospital San Juan de Dios, en Valle Arriba, Caracas. “No hay agua”, se lee en ellas. El mensaje, escrito a mano y con marcador, se repite en otra hoja colocada en una puerta unos metros más adelante, y en otra puerta de un baño al final de un pasillo.

La última vez que el tanque del centro de salud se llenó con agua procedente de las tuberías fue el 19 de agosto. Un día después, un apagón afectó a parte de la ciudad capital y a varios estados del país, y el suministro del líquido se detuvo. Desde esa fecha, el personal tuvo que suspender al menos dos cirugías programadas.

Todos los baños públicos fueron clausurados. El llenado de envases también se prohibió. Es la segunda vez en lo que va de 2019 que se interrumpe el suministro de agua. La primera ocurrió tras el primer megaapagón que afectó a todo el país el pasado 7 de marzo. “Esta vez fue peor. Tratamos de mantener todo operativo hasta ayer (domingo), pero ya no teníamos agua para nada”, dijo un trabajador del hospital.

Durante una semana tuvieron que redistribuir el agua que quedaba en el tanque para continuar las consultas. Solo se detuvo el servicio de odontología. Trabajadores afirmaron que en estas situaciones hacen “milagros” para que no se paren los servicios. Tal es el caso de oncología, donde al menos se aplica tratamiento a 15 niños cada día, o nefrología pediátrica.

Con información de Efecto Cocuyo

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