Según el reporte trimestral de abril-julio de este año, Cáritas de Venezuela, hecho con una muestra de 1.446 niños menores de 5 años de edad en 46 parroquias de 7 entidades (Distrito Capital, Vargas, Miranda, Zulia, Lara, Carabobo y Sucre), el 65% de ellos  tenía algún grado de desnutrición o estaba en riesgo de tenerla.

De la muestra, el 13,5% de los niños tiene desnutrición moderada y severa (desnutrición aguda global), un 7,8% de los niños tiene desnutrición leve y el 34% está en riesgo de desnutrición (hancomenzado a deteriorarse).

El análisis por estado indica que  la mayor proporción de desnutrición aguda global está en Vargas (19,7%) y Distrito Capital (16,7%), con niveles superiores a los umbrales críticos de emergencia. Zulia, por su parte, marca un 10,9%.

Mientras que, grupalmente, el estudio por edad indica que los niños menores de 6 meses de edad son el grupo más afectado. En el 32% de los menores de 6 meses se detectó desnutrición aguda moderada y severa, lo mismo que en el 17% de los niños menores de 2 años.

En este contexto, las historias son múltiples, como la del pequeño  Dervis, quien no pudo resistir más en la  lucha contra el hambre. Su inocencia se apagó por completo. Las oraciones en su nombre, los esfuerzos médicos para su recuperación,  su llanto desesperado, la extrema delgadez. Todo se lo llevó consigo. A sus cinco años, tuvo que decir adiós.

El pequeñito, con sus ojitos cerrados, resumía la batalla contra la malnutrición de la que pocos salen airosos. Dervis era uno de los pacientes que atiende cada martes la fundación Ángeles Chiquinquireños en la Casa de la Misericordia,  ubicada en Maracaibo, en la avenida 19 con calle 65.

Allí, un equipo conformado por un pediatra, una nutricionista y un abnegado  voluntariado, ponen su empeño para revertir el agudo diagnóstico.

Celia Dao, una de las cofundadoras de la organización, apuntó que  las estadísticas han registrado 6 decesos en lo que va de año. Mensualmente atienden a 59 menores, de los cuarenta casos que se habían propuesto a atender por mes.

“Decidimos asumir los cuidados del que tiene desnutrición de moderada a grave y a los que tienen déficit nutricional los dejamos por fuera. Estamos atendiendo a niños muy vulnerables que pueden presentar en cualquier momento una complicación”, señaló Dao.

Agregó que la desnutrición se ha acentuado en los hogares y que la reincidencia se ha hecho común. “Tenemos niños que hemos atendido en dos oportunidades y regresan desnutridos nuevamente, con dos años ya de vida, que los atendemos desde bebé y vuelven a llegar”, apuntó la voluntaria.

Casos como el de Dervis no llegan a una recuperación como la que se puede lograr tras años de trabajo, sostuvo Dao.  Y, aunque de su espalda dos pequeñas alas brotaron, su caso  forma parte de las estadísticas de malnutrición.

No obstante, aún hay esperanza para Yeison. Llegó en abril a la Casa de la Misericordia, con 7 meses y  pesando  3 kilos con 600 gramos, de los 7 kilogramos que debía marcar la balanza. Su cuerpecito apenas ha crecido. No lograba ocupar por completo la báscula pediátrica sobre la que lloraba. Tenía hambre.

Su mamá, una joven de 22 años, angustiada y con dos hijos más bajo sus brazos, se las ingenia parasaciar cuatro estómagos en su hogar, incluyéndola.

El pequeñito paciente de  Ángeles Chiquinquireños, cuyo cuerpo no refleja su real edad biológica sino mas bien la de casi un recién nacido, tiene una malformación en sus piernas y manitos, sobre la que no se puede actuar por su avanzada falla alimenticia.

Debe primero aumentar de peso y estar saludable, para luego  recibir un diagnóstico y tratamiento médico. Su delicado estado le imposibilita hacer algo más que intentar evadir la muerte.

Por desgracia, su situación podría ser más común de lo que parece. Un pediatra e intensivista del Hospital General del Sur, que prefirió no  revelar públicamente su idetidad, denunció que los casos de desnutrición   han aumentado.

“Desde el  2014 para acá se han multiplicado por cinco los casos. Antes habían por cada 30 camas dos niños desnutridos, actualmente hay de 15 a 20   en el mismo número de camas”, aseguró.

Rechazó, además, que la falta de nutrición sea “el segundo diagnóstico de ingreso”, en los consultorios pediátricos. “Recibo pacientes con neumonía y vemos que también desnutrición, por ejemplo.  Llegan niñitos con otras patologías, accidentes, traumatismos o fracturas, y además de ello, los encontramos con peso y talla bajos de acuerdo a su edad”, apuntó el pediatra.

El especialista atribuyó la alimentación rica en carbohidratos y escasa en proteínas, a casos de malnutrición: “Ahorita la ingesta de proteínas está muy baja y se alimentan con un plato hecho de puros carbohidratos, tubérculos, plátano, sin leche, harinas de arroz y de maíz, entonces se desnutren. Los niños son básicamente lactantes, deben tener una alimentación rica, a base de leche, si no es  materna por debajo de los dos años, entonces la leche normal, a partir de los 2 años”.

“Un niño desnutrido es un niño de alto riesgo. Es presa fácil de cualquier tipo de infección”, añadió, por lo que opinó que se han propagado con furor enfermedades como la malaria, la difteria y el sarampión.

García advirtió que el grave déficit nutricional deriva en consecuencias para el crecimiento como disminución de las defensas, no hay un correcto desarrollo neurológico,  los niños pueden presentar fallas en la escuela o trastornos de aprendizaje porque no se mielinizan bien las fibras nerviosas.

En la  Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) 2017 elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la  Simón Bolívar (USB) arrojó  que, en el sector alimentación, el 89,4% de los encuestados dijo que su ingreso familiar es insuficiente para la adquisición de alimentos.

Otros indicadores, resumidos por Marianella Herrera, médico y profesora de la UCV, afirman que el 79,8% de los encuestados, en los últimos 3,  meses comió menos porque no había suficiente comida en el hogar y  un  61,2% se acostó con hambre.

“El 80% de los hogares presenta inseguridad alimentaria, 8,2 millones de venezolanos ingieren 2 o menos comidas al día. Seis de cada diez  han perdido aproximadamente 11 kilos de peso en el último año por hambre”, concluyó.

Con información de Panorama

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