Kenyer Castro espera su turno detrás de una hilera de envases para llevar el agua a su casa en uno de los pocos puntos de su comunidad donde llega el servicio. No teme contagiarse de coronavirus, pero lamenta vivir de esa manera. “Eso es lo más malo que puede existir en el mundo. Uno sin agua en una casa es muy complicado. Uno no puede bañarse. No puede ir al baño. No puede lavar los corotos sucios de la cocina. Nada de eso», relata mientras conversa con otros jóvenes que se encuentran en la misma fila que él.
De acuerdo con un estudio de la organización Monitor Ciudad en un 80 por ciento de los hogares de Caracas hay fallas constantes en el suministro. Las imágenes de familias enteras, incluso niños, cargando botellones son comunes en cualquier barrio de Caracas, donde el servicio puede faltar durante meses, por ello los ciudadanos tienen que caminar kilómetros hasta pozos, manantiales o hasta algún lugar donde haya una tubería con agua.
Pero cuando esas opciones no están al alcance, los vecinos reúnen dinero para pagar camiones cisternas o vendedores informales de agua. Llenar un tanque de 250 litros cuesta 60 dólares, según relató a la Voz de América Gabriela Yánez, quien vive en un edificio de apartamentos al oeste de Caracas y cuenta que se ayudan con las remesas que les envían del exterior para poder acceder a estos servicios.
«Acá nosotros podemos durar hasta 60 días sin agua. Por lo menos, nosotros lo que es bañarse en una ducha no sabemos qué es porque no nos llega el agua”, relató.
Un problema que no distingue clases sociales en Venezuela y que ha provocado protestas. Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social en marzo se reportaron 87 manifestaciones en todo el país para exigir suministro de agua.
Con información de La Voz de América