Guillermo Villanueva, de 78 años, presenta dificultad respiratoria y escupe sangre. Llegó al Hospital General del Sur (HGS) en el estado Zulia, pero no pudo obtener un diagnóstico oportuno porque “el laboratorio no tenía ni siquiera para hacerle una prueba de hematología”, afirmó su hija Marleni.
Seis días de peregrinaje, de clínica en clínica, aceleraron la angustia. “Nos bajábamos de un bus para montarnos en otro. En ninguna parte había punto de venta. Casi una semana después, volvimos al sanatorio y le hicieron el examen”, relató desde la emergencia.
En esta institución, la segunda más importante de la entidad zuliana, solo disponen de hematología, glicemia, úrea, creatinina, bilirrubina y transaminasas. “Todo lo demás tienen que hacerlo por fuera”, dijo un trabajador del servicio.
A este escenario se enfrentan las personas que acuden a la mayoría de los centros de salud públicos, bien sea por consulta o urgencia. Así lo confirmó la presidenta del Colegio de Bioanalistas del estado Zulia, María Valladares, quien precisó que “la escasez de reactivos asciende a 95% en el estado”.
“Tenemos un 80% de inoperatividad en los laboratorios hospitalarios. La mayoría funciona tomando muestras y los familiares de los pacientes las analizan por su cuenta. Esto es grave porque muchos no tienen cómo costear los altos precios que consiguen»
El Hospital Dr. Régulo Pachano Áñez (Sanipez) y el ‘Chiquinquirá, en Maracaibo, junto a ‘San Rafael de El Moján’ y ‘Nuestra Señora del Carmen (Machiques) “tienen los laboratorios cerrados”, denunció Valladares.
Una bioanalista confesó: “No hay reactivos y las máquinas están dañadas. Estamos esperando una solución, nos dicen que todo está muy caro. Lo único que hacemos en todo el día es sacar las muestras. El paciente resuelve lo demás. Anteriormente, los trabajadores sociales los canalizaban por otros hospitales”.
Ante esto, la secretaria de Salud del Zulia, Omaira Prieto, respondió: “De los hospitales yo no tengo ningún laboratorio parado. Algunos ambulatorios sí porque no nos ha llegado el pedido todavía (…) Puede haber algunas fallas, pero los laboratorios de emergencias, que son los que más me interesan, están funcionando al 100%”. Al mismo tiempo, aclaró que los equipos de los centros dependientes del Ministerio de Salud “están funcionando”.
Sin embargo, en el laboratorio de emergencias del Servicio Autónomo Hospital Universitario de Maracaibo (Sahum), solo se observa desolación. Allí, resulta más sencillo preguntar por los exámenes de los que disponen: calcio, bilirrubina, protograma y ácido úrico. “El problema es que no hay reactivos desde hace como tres meses”, apuntó un empleado del lugar.
La representante del gremio de bioanalistas enfatizó que “algunos de los laboratorios mantienen dañados los acondicionadores de aire”, condición que podría influir en que los equipos arrojen falsos positivos. Encima, la carencia del servicio de agua dentro de estas áreas incide en las deficiencias. Asimismo, material indispensable, como el agua destilada, falla.
Otro aspecto que reclamó Valladares está orientado a la crisis eléctrica que “golpea” a la región y también el funcionamiento de este servicio. Sobre este aspecto, el personal del laboratorio de primer piso del HGS lamentó: “Perdemos reactivos porque debemos repetir las pruebas cuando ocurre un corte. Los reguladores de voltaje se averiaron, las máquinas sufren y los técnicos nos recomendaron conectarlas directamente, se pueden dañar también”.
La precisión de los resultados queda “en tela de juicio”, pues “hay fluctuaciones imperceptibles que pueden alterar los valores y eso es gravísimo porque estamos tratando con seres humanos que pueden recibir un diagnóstico equivocado”, destaca entre las preocupaciones de este sector.
Por si fuera poco, la falta de personal se añade a los agravantes. “De 2.500 bioanalistas que había en el Zulia, solo quedan 600”, puntualizó Valladares. Ante estas carencias, los enfermos tienen una única alternativa: practicarse los estudios sanguíneos en centros privados. Pero los precios dolarizados se elevan a la estratosfera. El más económico es el de heces, que cuesta, en promedio, 10 bolívares soberanos, antes Bs. 1 millón; seguido de la orina, que se puede conseguir en Bs.S 20.
Uno de los más solicitados es la hematología; Bs.S 50. Mientras que la glicemia, urea, creatinina y ácido úrico rondan los Bs.S 30, cada uno. Una prueba de embarazo casi alcanza los Bs.S 40, lo mismo que cuesta cada marcador tumoral.
El presupuesto aumenta con las pruebas hormonales, que valen entre Bs.S 70 y 80, igual que el perfil lipídico. Por la insulina en ayunas piden alrededor de 90 bolívares soberanos.
Por su parte, el TP y TPT, obligatorios para el preoperatorio, superan los Bs.S 100, en conjunto. Lo mismo sucede con los urocultivos y la hemoglobina glicosilada. En marzo de 2017, no sobrepasaban los Bs. 12 mil.
Euclides Morales (59 años) será operado de una hernia y pagó 1 millón 400 mil bolívares del antiguo cono monetario para descartar VIH. “Esa ‘oferta’ la conseguí porque pagué en efectivo. Con punto, me pedían hasta Bs. 15 millones”, manifestó. Más de Bs.S 1.000 suma solo en exámenes de sangre.
Los pacientes que sufren de patologías neurológicas pueden gastar más de Bs.S 210 para medir los niveles de Rivotril en sangre.
Una trabajadora de un laboratorio privado ubicado al norte de Maracaibo refirió que, semanalmente, los precios de los reactivos se incrementan entre 70 y 80%.
Con información de Panorama