La crisis nacional llegó hasta las aulas de los más pequeños: la lonchera está recortadita. Además los colegios que ofrecían servicios de comedor los suspendieron y otros que aún los tienen no lo garantizan para todos los días, entonces cuando se acaba la “papa” los padres no envían a los chamos a las aulas.

Sharon Villegas, coordinadora de la Unidad Educativa Morleston, ubicada en El Paraíso, dice que la situación- país generó el cierre del comedor en la institución, que tiene una matrícula de 60 alumnos.

Explica que, aunque es un colegio privado, desde hace unos seis años daban almuerzo a los infantes “a precios solidarios”, pero la escasez de alimentos de primera necesidad hizo que el año pasado se dejara el programa a un lado, y ahora las instalaciones sólo sirven como área para comer, sin suministro de comida.

Adiós a lo balanceado. La nutrición se ha presentado como un dolor de cabeza para las instituciones y los representantes. En el Centro de Educación Integral La Vega, que educa diariamente 25 pequeños, trascendió que desde el mes de septiembre la arepa diaria a la que estaban acostumbrados los niños del preescolar ahora la sirven “viuda” y los representantes deben solucionar el relleno. Sin embargo, esto es lo único que les exigen a los padres, los útiles y el material de trabajo son costeados con los recursos que otorga el Ministerio de Educación.

En otro preescolar de la zona, conocido como Unidad Educativa Nuestra Patria, profesores planificaron una rifa para diciembre, según la cual cada representante debe dar dos productos alimenticios para comprar papelería y artículos de limpieza.

Edwin Ochoa, director de la Unidad Educativa Unimare, de El Paraíso, explica que la crisis económica de Venezuela ha tocado la estabilidad de los planteles y de sus estudiantes, pues las listas escolares para muchos representantes “resultaron incomprables” y los profesores tuvieron que “pensarlo dos veces antes de exigir”.

Además, enumera, que las loncheras de los pequeños ya no son igual que antes. “Los niños no están desnutridos, pero como docentes hemos visto cambios importantes en su alimentación. Ahora es común ver a un niño comiendo plátano, eso es nuevo, y lo trajo la crisis que vivimos”, comentó el educador.

El jardín de infantes perteneciente a la Fundación Niño Simón, en la avenida Rotaria de La Paz, trae otra historia por la falta de comida. Liliana Rodríguez, su directora, relata que se le da a los niños almuerzo y merienda -costeados por la Fundación- pero cuando no hay despacho para los almuerzos “baja la matrícula de asistencia”.

FUENTE: DIARIO 2001

2016-11-17

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