La Escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela, que nació hace 60 años para dar respuesta al tema social de la época, hoy funciona con un precario presupuesto; de hecho, el asignado para todo 2018 apenas alcanzó para cuatro recargas de toner de las impresoras.
El pasado mes de abril, a la Escuela de Trabajo Social de la UCV, que justamente anda celebrando su sexagésimo aniversario, se le asignó un presupuesto de 60 bolívares soberanos para todo 2018, dinero que apenas alcanzó para cuatro recargas de cartuchos para el toner de las impresoras de la institución.
Jenifer García, directora de la escuela, afirma que el presupuesto se agotó y no han recibido aportes adicionales.
Funcionamos sin recursos para los gastos que se presentan, no hemos podido comprar marcadores ni papelería, no tenemos recursos para el funcionamiento”.
García indicó que la Escuela de Trabajo Social, adscrita a la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, la primera creada en Venezuela, el 18 de diciembre de 1958, para atender los problemas sociales de la época, hoy sufre las calamidades que confronta el país.
Además del precario presupuesto, la Escuela se enfrenta a la reducción de la cantidad de alumnos, lo que ha incidido en la disminución de los centros donde estos realizan sus prácticas profesionales para culminar sus estudios de pregrado.
Las prácticas profesionales son costeadas por estudiantes y profesores para poder sostener la actividad académica. “Tuvimos que reducir la cantidad de los centros por la reducción de la matrícula. Uno es Cania, proyecto responsabilidad social de las empresas Polar y el otro es la Fundación Luz y Vida en Petare y el Cesap”, explicó García.
Con información de Crónica Uno