Todos los días a las 4 de la madruga se levantan los niños que viven en San Antonio del Táchira y estudian en Colombia. A las 6 am hora de Venezuela abre el puente internacional Simón Bolívar, y a los pequeños estudiantes les toca hacer la fila junto a cientos de personas, para ser los primeros en cruzar la zona fronteriza y no llegar tarde a clase.
Con 34 grados a la sombra, a las 12 del mediodía hora de Cúcuta, cientos de escolares terminan el primer bloque de clases y se dirigen a pasar el puente entre vendedores ambulantes, pedigüeños y funcionarios militares de dos países que muestran con normalidad sus armas de fuego.
Con mucho afán Carmen Gómez toma de la mano a Miguel Ángel, su hijo de 6 años y cuenta que lo sacó de la escuela en San Antonio porque los profesores se han ido. “Es difícil el paso todos los días; la misma rutina, pero es que aquí en Colombia es mejor el estudio. Mi hijo se cansa, la rutina, el sol, el cruce, todos los días que nos estén revisando, pero yo le digo a él que es por un buen futuro porque en Venezuela no lo encontramos, no lo hay”.
Para llegar al Colegio de Miguel, Carmen debe caminar más de tres kilómetros, no se puede ir en taxi porque cobran 10 mil pesos colombianos que equivalen a 3 dólares americanos. “Solo tengo para darle para la merienda y si gasto en transporte no le puedo dar”, explicó mientras llegaban a la carpa de Migración Colombia ubicada sobre el puente.
Al igual que Carmen, Jhon Sánchez, decidió cambiar a sus dos hijos de colegio. “Los inscribimos en la escuela aquí en Colombia porque los docentes en Venezuela no les alcanza el sueldo, los profesores faltaban mucho, eso interrumpía la educación de los muchachos. Ellos se cansan un poco porque tienen que madrugar más para cruzar el puente muy temprano”.
El hombre pidió que se inicie el “proyecto de transporte escolar” para que los niños que van a clases desde San Antonio a Cúcuta, puedan cruzar más rápido. “Nos toca a nosotros por nuestros modos conseguir para cruzarlo. Siempre tengo que pagar pasaje para llevarlos a la escuela”, detalló.
Juan David es un estudiante de 8vo grado de educación media, en Venezuela cursaba 9no grado, pero al hacer la equivalencia para ingresar al liceo colombiano lo bajaron de nivel, por recibir una mala calidad de educación en San Antonio. “Me gusta estudiar en Venezuela pero por un mejor futuro tengo que hacerlo en Colombia”.
El liceísta a veces llega tarde a clases, pero los profesores en Colombia comprenden a todo el proceso que se somete Juan David para cursar el bachillerato. “Hay ocasiones en las que me revisan cuando paso la frontera. Yo me paro a las 4:30 de la madrugada en la hora venezolana porque a las 6 am de Colombia tengo la primera clase”, comentó.
“Los docentes ganan mal en Venezuela”
El ministro de Educación Aristóbulo Istúriz, anunció que quienes estén en la categoría más baja del tabulador docente y tengan jornadas de 40 horas ganarán Bs. S 28.638, menos de 10 dólares mensuales. En un país con la hiperinflación más alta del mundo, es poco lo que puede hacer un maestro con el salario asignado por el Ministro. Maigualida Sánchez, madre de una niña de 6 años lo sabe. “Con la situación crítica que está pasando el país, no es secreto para nadie que el salario que les dan a los docentes no alcanzan para mantener a una familia”. Es por eso que decidió retirar a su hija de la escuela en San Antonio. “En realidad quienes quedan dando clases en las escuelas públicas son bachilleres, no profesionales como tal, en este momento la educación no es de calidad en el país”.
Natasha Duque es otra tachirense que prefiere que sus hijos estudien en Colombia, por el deterioro de la educación. A ella le llegó la noticia de que en San Antonio han cerrado escuelas porque algunos profesores han emigrado de Venezuela. “Yo despierto a mis hijos a 10 para las 5 am, a las 6 somos casi siempre los primeros que pasamos el puente. Al rato los niños se me quejan porque esto no es un trayecto para ellos, pero yo les digo que es por una mejor educación”.
Con información de Efecto Cocuyo