Desde que fue decretada la cuarentena colectiva en Venezuela, el pasado 17 de marzo, la angustia ha ido en aumento para aquellos trabajadores que viven del día a día y deben procurar en la calle el dinero para la comida.

Vivir de ahorros hace mucho que no es una posibilidad para el venezolano. La crisis económica ha generado que el trabajo informal sea más rentable para algunos a fin de subsistir. Después de que el 11 de abril en la noche el Gobierno anunciara una nueva extensión de la medida de aislamiento social por 30 días más, las preocupaciones y la desesperación aumentaron entre la población monaguense.

Según el Gobierno de Nicolás Maduro, el porcentaje de trabajadores informales en Venezuela se ubica en 60 %. En Maturín, los buhoneros sostienen que, de acuerdo con el último censo que les hizo el Instituto Nacional de Estadística en 2018, se registran 1500 vendedores informales que dependen de salir a las calles para generar ingresos.

Para el año 2019, la gobernadora Yelitza Santaella indicó que 700 comerciantes informales formaban parte de las estadísticas en el municipio Maturín. Sin embargo, Luz Amparo Sánchez, vocera de los buhoneros del casco central, indicó, ese mismo año, que la cantidad de informales rondaba los 1800.

Por su parte, Carmen Núñez, representante de los buhoneros, sostiene que alrededor de 200 informales solo de la calle Monagas y Centro Comercial Colonial se encuentran a la espera de alternativas por parte del gobierno regional. Indica que están desesperados porque no han podido trabajar.

Locutores, comunicadores y presentadores que de manera independiente forman parte del mundo comunicacional en Monagas también se ven afectados ante el confinamiento preventivo para combatir el COVID-19.

En su mayoría viven de alianzas comerciales que anuncian a través de programas de radio o televisión. Desde que inició la cuarentena han dejado de percibir estos ingresos porque los comercios a los que patrocinan no están laborando.

Los cuerpos de seguridad han implementado un control en sectores céntricos y urbanizaciones. Sin embargo, en sectores populares y zonas como el mercado municipal esas restricciones se ven disipadas por la necesidad de la población que sale a las calles a procurar la comida diaria. Con mascarillas de todo tipo, en el mercado municipal la aglomeración de personas en oportunidades suele ser incontrolable y “no son respetadas las normas de distanciamiento social e higiene”, expresan los maturineses.

Con información de Crónica Uno

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