La falla en una bomba de agua ocurrida el  viernes 17 de abril mantiene en vilo a los más de 60 pacientes renales que a diario acuden a sus sesiones de diálisis en la unidad de la especialidad ubicada en el hospital adscrito al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) Domingo Guzmán Lander de Las Garzas, en la zona norte de Anzoátegui.

En su mayoría, quienes acuden a esa unidad son pacientes de escasos recursos procedentes de sectores populares de la zona metropolitana e incluso de localidades lejanas, como Anaco y Bergantín, y suman una complicación más en tiempos de COVID-19.

El grupo es una población susceptible de sufrir los embates del coronavirus, que ha cobrado la vida de 10 personas e infectado a 298 en el país, aunque en la entidad apenas dos han sido los casos determinados como positivos.  De acuerdo con el reporte del 22 de abril emitido por el gobernador Antonio Barreto Sira, se habían realizado pruebas a 117 pacientes sospechosos, de los cuales 106 han sido descartados, lo que genera preocupación en los familiares de los enfermos renales debido a las complicaciones que estos pudiesen sufrir al no realizarse la diálisis.

Rebeca de Azacón es la esposa de Mitchel Azacón, un paciente renal de 47 años de edad que el lunes pasado se descompensó por no recibir el tratamiento: “La máquina es su vida, si no está operativa mi esposo está en riesgo de muerte”.

La señora de Azacón manifestó que, luego de los llamados realizados a la dirección del hospital, un representante les indicó que los únicos autorizados para realizar el mantenimiento y arreglo de la falla en una bomba son los técnicos autorizados por el IVSS desde Caracas, y el que corresponde al equipo ubicado en el hospital de Las Garzas reside en  Maracaibo.

Otro grupo de familiares señaló que de las 20 máquinas que hay en el recinto, apenas nueve están operativas, lo que complica más la situación; incluso, la máquina destinada a pacientes positivos con el virus del sida y con hepatitis también está fuera de servicio.

Turnos atiborrados

José Alejandro Ávila es familiar de Henry Haskuur (69), uno de los 60 pacientes que tiene que acudir de manera interdiaria a la unidad de diálisis a purificar su organismo, ya que por la falla renal que padece su cuerpo no puede hacerlo de forma natural.

Ávila aseguró que él, junto con otros enfermos, ofreció colaborar económicamente para la reparación de la  falla en una bomba de agua, sin embargo, en el centro asistencial les indicaron que la orden solo la puede emitir el organismo desde Caracas.

Con información de Crónica Uno

Ir a la barra de herramientas