Las intermitencias en el suministro de agua y la acumulación de máquinas dañadas se han convertido en escenarios frecuentes en las unidades de diálisis de Caracas. Cada vez que falta el agua, los centros deben buscar alternativas para surtirse y no paralizar los tratamientos.
La unidad de diálisis Juan Pablo II en la avenida Nueva Granada de Caracas atiende cada semana a 189 pacientes, que se dializan tres veces por semana en tres turnos, entre la mañana y la tarde. El centro, dependiente del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss), cuenta con 40 máquinas, pero siete de ellas están dañadas.
Las fallas en el servicio de agua también han afectado a las personas que acuden a la unidad Juan Pablo II. El pasado 5 de febrero, pacientes cerraron el paso en la avenida Nueva Granada para protestar por la ausencia de agua. Nueve meses después, afirman que las fallas continúan y retardan la conexión de las personas a los riñones artificiales. Los turnos se corren y, por ende, disminuyen las horas de tratamiento, práctica que se ha convertido en costumbre en las regiones.
“Cuando no hay agua tenemos que reducir las horas de diálisis. Las bajamos de tres horas y media a dos”, indicó una trabajadora del centro, que prefirió no ser identificada por temor a represalias.
En La Campiña está la unidad Los Cedros-Majestic, donde 113 pacientes se dializan de manera interdiaria. Según sus trabajadores, cuentan con 32 máquinas. De acuerdo con pacientes y familiares, en uno de los pisos solo funcionan cuatro. En total, 12 están dañadas.
Este mes de noviembre, las organizaciones Amigos Trasplantados de Venezuela (ATV) y la Coalición de Organizaciones en Defensa de la Salud y la Vida (Codevida) denunciaron que 1.859 máquinas de diálisis están inoperativas en 122 unidades este 2019. Esta cifra representa 74 % del total registrado en el portal del Ivss.
“Aquí todo funciona a medias. Cada día falta algo. Además hay días en los que no tenemos Heparina (anticoagulante)”, dijo una trabajadora del centro que pidió no ser identificada.
Cuando el servicio de luz o agua se va en el sector, también deben empezar la búsqueda de camiones cisterna. Al conseguirlos, reducen las horas de diálisis para poder atender a todas las personas. Sin embargo, pacientes y familiares aseguran que el principal obstáculo es la falta de especialistas, pues desde hace un año no tienen nefrólogo.
“A veces no dan vitaminas, pero ahorita lo más importante es que no hay nefrólogos. Si uno de los pacientes se descompensa, lo atiende el médico general o el enfermero que esté, pero no hay especialistas”, dijo María Betancourt, quien acompaña a su madre tres veces por semana.
En la unidad de diálisis Riverside, en Chacao, uno de los dos pisos está siendo remodelado. Sus trabajadores aseguraron que no pueden dar información sobre la cantidad de máquinas operativas ni el número de máquinas dañadas.
Durante los megaapagones que dejaron a oscuras al país en marzo de 2019, los pacientes de la unidad protestaron porque la falta de energía eléctrica y el cese del bombeo del agua los dejó sin tratamiento.
“Ahorita estamos un poco mejor, pero antes llegamos a no dializarnos porque no conseguíamos planta eléctrica. Algunos pacientes tienen problemas para conseguir catéteres”, señaló Leidy Cabarca, paciente del centro.
Los problemas no son exclusivos de las unidades extrahospitalarias. La ausencia de catéteres afecta a la unidad de hemodiálisis ubicada en el hospital de niños JM de los Ríos. Deyvis Román, niño del servicio de Nefrología, aguarda por un catéter nuevo, pues el que tiene está infectado con una bacteria. Su madre, Liliana Chinaglia, ha acudido a la sede del Ivss, pero aún no ha conseguido uno con las medidas que requiere su hijo.
Con información de Efecto Cocuyo