Los problemas con el abastecimiento de agua están afectando a los estudiantes venezolanos, a quienes les suspenden las clases y el comedor cada vez que falla el servicio. Esta realidad la confirma Noelbis Aguilar, directora nacional de las escuelas de Fe y Alegría, quien afirmó que en algunos colegios “el tiempo de clases se mide por la cantidad de agua que tiene el plantel”.

Aguilar contó el caso de una escuela en la cual los alumnos deben llenar el depósito de agua con tobos que traen desde sus casas. A medida que los alumnos coloquen más agua en el tanque, aseguran más horas de clases. Cuando el agua se agota deben enviar a los muchachos de regreso a sus casas, pues no pueden usar los baños.

Además de la vulnerabilidad a las enfermedades, esta acción trae como consecuencia que no se puedan preparar los alimentos en el comedor escolar, y en las escuelas públicas esto incide en el número de inasistencias.

En la escuela Fe y Alegría Pablo VI del estado Bolívar tampoco hay agua, pero además tienen 36 casos de alumnos de primaria gravemente afectados de salud por la falta del líquido en la comunidad.

La directora del plantel, Betty Travieso, reportó que en la escuela se han reportado varios casos de niños, en 14 secciones, con dermatitis por el poco aseo de piel y que ha regresado la epidemia de piojos.

“Ellos dicen que no tienen como lavar uniformes ni como asearse. Tengo unos niños que esta semana vinieron muy sucios porque tenían un examen, ¿y qué se hace? Los dejas entrar”.

Comentó también que la higiene es especialmente importante para los adolescentes que experimentan cambios hormonales, pero no pueden bañarse.

Regulación de agua

Travieso dijo que el sector siempre se ha caracterizado por problemas de abastecimiento de agua, pero últimamente la crisis ha escalado hasta vaciar por completo el tanque del plantel.

“Esta semana vino una vez a las 3:00 am, que le llegó un poquito y creo que el lunes pudimos llenar dos tobitos, la semana pasada no llegó agua en toda la semana”, dijo.

Por eso han realizado manifestaciones en la alcaldía sin obtener respuesta. “El año escolar pasado hicimos marchas, pero nunca llegó a nada. Incluso se veía la contaminación del agua porque no es potable”, dijo.

Actualmente la comunidad está trabajando para abrir las tuberías en la Calle Monagas que es vecina del colegio, de manera que “el agua pueda bajar” al plantel.

Bachilleres ausentes

En la Cota 905  regularon el agua durante el mes de octubre  y mediados de noviembre, quitándola los días jueves y viernes, de manera que esos días bajaba la matrícula” en el Colegio Paulo VI, de acuerdo con la hermana Roxana, su directora. Esto generaba de un 40% a 60% de asistencia en bachillerato.

En las escuelas de Fe y Alegría del oriente de Venezuela 70 % de los estudiantes aún no vuelve a las aulas

Sin embargo, algunos lunes la inasistencia fue alarmante, dependiendo de si el agua se iba todo el fin de semana y volvía el lunes. El 21 de octubre, por ejemplo, asistió solo el 7% de preescolar, el 33% de primaria y el 42% de bachillerato.

Llegan tarde

De acuerdo con Griselda Díaz, coordinadora de educación básica en el colegio La Salle de Tienda Honda, las regulaciones con el agua en las comunidades también hacen que los alumnos lleguen tarde.

De 20 a 25 niños llegan después de las 7:30 de la mañana, porque “en sus casas ponen el agua a esa hora y las mamás aprovechan para hacer la limpieza y ellos para bañarse”, dijo la profesora Díaz.

Durante el mes de octubre, 55 niños de primaria faltaron por agua, y hasta ahora han faltado 45 en lo que va de noviembre en La Salle.

El lunes pasado el mismo colegio tuvo que suspender la jornada completa para los alumnos de primer a cuarto grado porque el agua tenía ocho días si llegar, y ya se había agotado el agua del tanque, que tiene capacidad de  55.000 litros.

Dios proveerá

El colegio de niñas María Micaela en Los Dos Caminos está funcionando en horario restringido porque los apagones dañaron su bomba de agua. La directora del plantel informó que la comunidad parroquial prestó dos tanques para la institución, que han tenido que llenar con cisternas, a partir de una donación de los representantes.

“Gracias a Dios la lluvia nos ha ayudado”, dijo la profesora Cecilia. En dos ocasiones las monjas de la comunidad Madre Emilia han ayudado al colegio llenando tobos con el agua de la lluvia para surtir los tanques.

Con información de Efecto Cocuyo

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