Las deficiencias en los servicios de agua y aseo resaltan en las causas del repunte en infecciones gastrointestinales. Un estudio que arroja la organización de protección a niños Mapani con 92,30% de parasitosis entre los 110 casos atendidos, debido a las limitaciones de higiene y riesgos de consumo de agua sin potabilización. Una realidad que se aprecia en varias comunidades, donde se compromete hasta la higiene en el hogar y entorno residencial, con grados de complicación debido a la desnutrición que hace más vulnerable a este tipo de afecciones con frecuentes diarreas, al punto de deshidratar el organismo.

Guiomar López | La Prensa de Lara

Desde esta organización se preocupan por enfermedades parasitarias que pueden ser de 9 de cada 10 niños con edades que no superan los 8 años. Explica la directora, Gretna El Halabi, que a este tipo de afecciones se suman escenarios de desnutrición entre el 14 a 20% en sectores de las parroquias Ana Soto y Juárez.

«Es una problemática acentuada en comunidades de Río Claro, donde tienen las limitaciones del servicio de agua, de apenas 1 o 2 veces a la semana. Algunos están al punto que ni siquiera les llega el agua», precisa esa raíz entretejida por el consumo de agua cruda, tal como refieren del 41% de atendidos y suele ser de mayor riesgo para los niños menores de 5 años de edad.

Cuando se tiene la versión de Javier Cabrera, director regional de Salud, señala una disminución en 60% de los cuadros diarreicos. «Salió de las principales consultas con las medidas de prevención del uso del tapabocas y lavado de manos», confirma sin especificar la data de consultas. También precisa que las familias toman la previsión de hervir el agua y cuando se presentan brotes en determinadas comunidades, son atendidos directamente con el equipo de epidemiología e imparten talleres acerca de la manipulación de alimentos y del tratamiento del agua, extendido al control vectorial que evite la propagación del dengue.

Se trata de una controversia ante el desconocimiento de cifras oficiales por parte de René Rivas, presidente del Colegio de Médicos de Lara, al lamentar «como gremio no tenemos información epidemiológica y termina siendo sólo de consumo de las autoridades. Un hecho que debe ser público y sólo se ha limitado a los reportes diarios de covid, por obligación ante la pandemia».

Reitera que Lara figura entre esas regiones golpeadas por las fallas en la potabilización del agua y pocos tienen los recursos económicos para comprarla. «El consumo excesivo de estas aguas crudas conlleva a diarreas y parasitosis», rezonga.

Testimonios desde la parroquia Ana Soto, en la comunidad «Doña Martha», donde el dirigente vecinal Alejo Durán señala que alrededor de 300 familias no cuentan con el servicio de agua y recurren a tomas clandestinas. «Nuestros hijos son los más afectados, porque algunos les cuesta para hervir esa agua cruda», denuncia. También recuerda que no cuentan con el servicio fijo de la recolección de basura y la mayoría de vecinos opta por botarla en un terreno cercano, donde hasta se pelean las aves carroñeras entre los desechos.

Ese gasto por el botellón de agua potable es todo un sacrificio para Francis Sucre, que debe tener Bs. 5 para dos unidades del consumo diario. «Estamos olvidados porque desde el año pasado tenemos el colapso de pozos sépticos que emanan ese mal olor insoportable», se queja. Mientras Cristóbal Salom recuerda que recientemente sufrió diarrea y vómito porque el agua de su toma clandestina estaba llegando turbia. Así tienen la mezcla del gasto y riesgo por sufrir este tipo de infecciones gastrointestinales.

Niños y abuelos más vulnerables
A esos cuadros de diarreas que suelen ser más recurrentes, se les suma el peso de la desnutrición para debilitar con más fuerza el organismo de niños y adultos mayores. Cuadros que los hace más vulnerables, tal como lo advierte René Rivas, presidente de Colegio de Médicos de Lara, ante pacientes sin la mínima resistencia para alguna infección gastrointestinal.

Su preocupación se centra en ese grupo de niños menores de cinco años de edad y los adultos mayores de 75 años, que fácilmente pueden sufrir un cuadro de deshidratación, debido a las deficiencias en la dieta balanceada en esa primera y última etapa de la vida. Además de las implicaciones de estos abuelos que pueden estar más debilitados, enfrentando cualquier otra comorbilidad.

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Con información de La Prensa de Lara

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