Venezuela podría registrar en octubre de este año un pico alto de hambruna por la pérdida del ciclo de siembra de invierno, como consecuencia de la severa escasez de combustible y el colapso económico tras la aparición de la COVID-19. Según Celso Fantinel, vicepresidente de Fedeagro, si en febrero 2020, un mes antes que la pandemia, la Organización de Naciones Unidas había alertado que existían 9.3 millones de venezolanos en inseguridad alimentaria grave, por no poder adquirir productos que cubrieran sus requerimientos mínimos nutricionales, a la vuelta de la esquina la situación empeorará, porque no habrá alimetos nacionales en la mesa de los ciudadanos.

Fantinel informó que dos de los rubros más demandados por la población, el maíz y el arroz, se dejaron de sembrar el primero de mayo, fecha en la que comenzaron a caer las primeras precipitaciones, indicando el inicio del ciclo de invierno. Solo se cultivaron 100 mil hectáreas de maíz, 40% menos que en 2019, de ese cultivo el 50% es maíz blanco destinado para la elaboración de harina, y el otro 50% maíz amarillo para fabricar alimentos procesados para animales. Lo que representa que en octubre habrá alrededor de 150 mil toneladas de harina precocida. «Cantidad que alcanza para atender la demanda de un mes de consumo», resaltó, si se compara con lo que se producía hace una década, cuando el consumo era de un millón 300 mil toneladas de harina de maíz al año al año.

Desde Fedeagro alertan que los más de 18 mil agricultores que siguen apostando al país, ya venían arrastrando dificultades de los últimos seis años cuando la economía comenzó a colapsar. La falta de semillas, fertilizantes e insumos agroindustriales los mantenía operando al mínimo de su capacidad instalada. Fantinel destacó que durante los 21 años de gobierno los trabajadores del campo tuvieron que enfrentar los controles para adquirir materia prima. Se expropiaron más de cinco millones de hectáreas que hoy están ociosas y se dejó al sector al borde del abismo cuando el gobierno dejó de traer insumos y los empresarios tuvieron que importarlos a precio de dólar paralelo aun cuando debían venderlos sujetos a un control de precios en bolívares.

«El detonante del colapso ha sido los nuevos precios fijados para la gasolina, con eso el gobierno va a matar de hambre a todos los venezolanos que ganan cuatro dólares al mes. El plan pico y placa fracasó cuando comenzó, hoy vemos colas monumentales, es un caos y los productores para sacar su cosecha van a recurrir a pagar la gasolina más cara, la de 50 centavos de dólar o incluso a dos o tres dólares el litro en el mercado negro si se ven en urgencias», mencionó.

Explicó que si todavía las personas siguen viendo alimentos en los anaqueles, es porque la mayoría de esos productos son importados o ingresan por vías del contrabando. «Hay una caída del consumo importante, el arroz que está llegando al país es de Surinam o ingresa de Brasil por Santa Elena de Uairén, (estado Bolívar). Es un arroz de segunda o tercera, tipo B y C, que debería utilizarse para alimentos de animales, eso es lo que están comiendo los venezolanos», expresó.

Este año sólo se han sembrado 30 mil hectáreas de arroz, equivalentes a 120 mil toneladas que abastecen sólo un consumo de 60 días. Hace una década el país llegó a producir un millón 100 mil toneladas de arroz. «De esa cantidad se exportaban a Colombia 170 mil toneladas», dijo Fantinel.

Si todavía el país no ha sentido la escasez de alimentos es porque se está consumiendo lo que se cultivó e importó en el último trimestre de 2019. «El ciclo de siembra debió arrancar en mayo en Barinas, Portuguesa, Lara, Cojedes y Yaracuy y el primero de junio en el sur oriente, Aragua, Guárico, Anzoátegui, Monagas y Bolívar. La pandemia nos agarró con un avance del 75% de la siembra», resaltó.

Control de precios insostenible

Fernando Camino, expresidente de Fedeagro indicó que el control de precios de 27 productos de la cesta básica que fijó el gobierno a finales de abril fue insostenible para la hiperinflación que registra el país. «El gobierno controla a los productores, pero se hace el loco con los comerciantes. Fedeagro nunca firmó el acuerdo de esos precios, no le solicitaron estructuras de costos, por lo tanto tal regulación no se está aplicando. Además de que los alimentos nacionales serán escasos a partir de octubre, los pequeños agroindustriales no tendrán músculo financiero para importar. «Empresas grandes como Polar son las que podrán traer alimentos, pero la mayoría son medianas y pequeñas y será muy difícil», resaltó.

Con información de  La Prensa de Lara

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