Hace 10 años el servicio de Medicina Interna del Hospital José María Vargas estimaba que necesitaría ampliar el cupo de residentes a 18 estudiantes por año. En total, proyectaba abrir 54 plazas para recibir la alta demanda de jóvenes en formación. Incluso, llegaron a formalizar las solicitudes a la Universidad Central de Venezuela (UCV) para la ampliación del posgrado. Pero al final no ocurrió así.
Los pronósticos de los médicos y de los coordinadores académicos “se cayeron” con la crisis. Este 2018, la especialización recibió una cantidad mínima de nuevos ingresos y el posgrado no llegó a llenar los 36 cupos que dispone.
El servicio de Medicina Interna del Hospital José María Vargas ha visto pasar por sus salas a los mejores médicos internistas del país. El emblemático posgrado fue el primero de su tipo en Venezuela y siempre contó con una importante demanda de estudiantes.
Sin embargo, en los últimos cinco años las aplicaciones para estudiar la especialización, han mermado. El servicio posee cupos para formar a al menos 36 residentes, pero actualmente solo 23 plazas fueron ocupadas: siete del tercer año, 13 del segundo y apenas tres del primero.
“En Medicina Interna hay una crisis por la disminución del número de jóvenes que optan al posgrado. Este año la situación del país nos explotó en la cara: esta la primera vez que ingresan tan pocos residentes de primer año en la última década. Tenemos un déficit de 36% en el servicio“, lamenta el doctor Enrique Vera, jefe del área de Medicina III y coordinador del posgrado de Medicina Interna.
Las deserciones también están a la orden del día y Vera lo sabe muy bien. Tienen un caso aún fresco en la memoria. “Este año hubo un residente que se fue de vacaciones y, cuando regresó, volvió con su carta de renuncia“, lamentó.
Esta crisis no es ajena al resto de los servicios del Hospital Vargas. El posgrado de Cirugía General, otro de los más emblemáticos del centro de salud, también matricula cada vez menos residentes.
“Actualmente solo tenemos seis residentes, cuando deberíamos tener al menos nueve. Es decir, tres por cada año: hay dos de tercero, tres de segundo y solo uno de primero”, indica del doctor Stewart Sembergman, jefe del servicio de Cirugía desde 2014.
La misma situación se repite en el servicio de Traumatología, donde hay 29 residentes cursando la especialización, con la salvedad de que la mayoría de los médicos o tiene pensado emigrar o son extranjeros.
“En el primer año de Traumatología hay nueve residentes, pero siete son extranjeros: tres son palestinos y cuatro dominicanos. Cuando terminen sus estudios, se regresan a su país de origen. Solo dos son venezolanos y uno está pensando en renunciar por la situación del país”, afirma un joven médico que prefirió mantener su nombre bajo reserva por temor a represalias.
“De tres años para acá, el Vargas está formando médicos para que se vayan del país”, lamenta el galeno. “Lo que va a pasar es que, dentro de unos años, ya no habrá especialidades médico – quirúrgicas como Traumatología porque el país no va a tener doctores“.
Servicios sin especialistas
El déficit de médicos no solo está entre quienes se forman para ejercer la carrera, sino también entre quienes la enseñan. “Nuestro servicio tenía 12 adjuntos o más y, progresivamente, se redujo a dos”, explica el doctor Vera, jefe del servicio de Medicina III.
El galeno precisa que en los últimos dos años han renunciado al menos tres especialistas, incluyendo una adjunta joven que se fue del país a principios de 2018. “Ahora solo quedamos dos médicos en el servicio. Ninguno de esas vacantes se han podido llenar”, asegura.
Con la fuga de jóvenes que vive el país, Vera duda que los médicos próximos a graduarse puedan sumarse a la plantilla del servicio.
Igor Hernández, jefe del servicio de Medicina I y profesor de pregrado y posgrado de la Escuela Vargas, está próximo a jubilarse. Dice que no se ha ido del hospital porque le gusta lo que hace y porque, con él, la especialidad suma apenas tres médicos adjuntos.
“Hace dos años éramos cinco adjuntos. Recientemente se fue uno de los especialistas, que tenía cinco años trabajando con nosotros”, cuenta Hernández. Añade que los países de destino de los galenos que migran son Chile, España, Ecuador, Perú y Colombia.
Cuando comenzó 2018, el servicio de Neurocirugía contaba con siete adjuntos, pero en los últimos seis meses han renunciado siete médicos. “Todos ya están fuera del país menos uno, que está terminando de arreglar sus papeles para irse”, detalla Ernesto Carvallo, jefe de Neurocirugía.
El servicio de Cirugía II ha perdido cinco médicos en un año. “Casi todos se están yendo a Chile o España, principalmente”, explica el doctor Sembergman, quien ha buscado cómo traer más colegas al hospital.
La fuga de médicos también ha desangrado al servicio de Traumatología. “Nosotros pasamos de tener 15 adjuntos a quedarnos con nueve. En 2016 se fueron dos, en 2017 renunciaron tres y en lo que va de 2018 se ha ido uno. Probablemente se irán dos más que están arreglando sus papeles”, explica un doctor que prefirió no revelar su identidad.
De estos nueve galenos, añade, cinco tienen pensado emigrar y están poniendo al día sus papeles.
“Tenemos seis cargos vacantes que no hemos podido llenar y es probable que, en un tiempo, sean más. Se están yendo las generaciones de relevo y los que está quedando son los médicos que tienen 40 años o más”, lamenta el especialista.
Con información de Efecto Cocuyo