La fuga de maestros no se detiene. En siete meses, solo en los planteles de Fe y Alegría en Caracas, han renunciado 186 docentes y 8 directivos. Ante la emergencia de continuar con el programa educativo, las mamás deben cubrir los cargos vacantes. “Venezuela está viviendo en términos del ejercicio de la profesionalización docente una absoluta involución”, advierte Tulio Ramírez, doctor en Educación. La precariedad salarial y las condiciones laborales continúan alejándolos del aula.

Quien dirige la clase de tercer grado B en la Escuela Virgen Niña ubicada en Casalta 2 es una mamá voluntaria, la mamá de Mariana, una alumna que cursa ese nivel. Marbelis Padrón, de 49 años de edad, desde hace algunos años ha estado rodeada de cuadernos, pupitres y niños. Aunque no es licenciada en Educación, estudió año y medio para ser asistente de preescolar. También es bachiller en Humanidades.

Primero trabajó como asistente de preescolar, pero después le exigieron la licenciatura para contratarla. Como no la tenía, no pudo continuar. Hace dos años, cuando inscribió a su hija en primer grado, comenzó a apoyar a la maestra como mamá voluntaria.

Para el desarrollo de las actividades y contenidos escolares recibe ayuda de la coordinación pedagógica del plantel, también busca en internet y consulta en libros. En ocasiones, llama a sus amigas, que son maestras, para preguntar sobre estrategias pedagógicas.

“Me siento importante. En la calle los representantes me dicen profe, aunque saben que soy una mamá voluntaria”, expresa Marberlis, “otros me dicen que soy más mamá que maestra, pero si uno combina las dos cosas es perfecto”.

La fuga de docentes deja cada vez menos opciones para reponer los cargos vacantes. En lo que va de año escolar, solo en las 26 escuelas de Fe y Alegría en Caracas han renunciado 186 maestros y 8 directivos. En la Escuela Virgen Niña, de 15 docentes asignados, renunciaron 11. En aula apenas tienen 4 docentes graduados.

Mamás voluntarias es un programa fijo de Fe y Alegría que en principio sustituía a la maestra cuando faltaba por un día. Pero las renuncias del personal se agudizaron este periodo escolar y ahora las madres ya no dan una sola jornada sino que llevan el año académico.

La mayoría de las vacantes son asumidas por las mamás ante la imposibilidad de contratar maestros que quieran hacer suplencias. En las 26 escuelas de Fe y Alegría en Caracas, hay poco más de 40 que asumieron el rol docente.

Ellas intentan mantener la rutina escolar de los niños, de ser la maestra que no tienen. “Trato de que ellos me digan lo que no entienden. En las multiplicaciones y divisiones les repito. Los pongo en coro a responder la tabla. Quizá sean métodos de cuando yo estudiaba, que era repetir a cada rato. Tengo 31 alumnos, puede que 30 digan que entendieron, pero si uno no entendió, vuelvo otra vez”, dice Marbelis.

La desalarización, la hiperinflación, la falta de incentivos para el ejercicio docente sacó a los maestros del aula. Un docente VI, con el aumento de 55 % del 1° de abril, percibe un salario base de 46.658,96 bolívares, lo que se traduce en apenas un kilo de queso, algo de hortalizas y vegetales, un kilo de carne para 30 días.

Marbelis, por ser bachiller no docente, ahora recibirá menos de 30.000 bolívares al mes. Ella sabe que es poco lo que puede hacer con ese dinero pero entiende que la emergencia ante la falta de maestros pone en riesgo el año escolar.

Con información de Crónica Uno

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