El talento personal y colaborativo, su medición y el impacto que tiene en sociedades y economías, es ingrediente que ya se considera básico para la proyección del bienestar y la prosperidad.
El sistema económico y de gobierno que lo atrae, lo desarrolla y lo retiene, en el mediano plazo presentará cuentas desde todo punto de vista favorables para sus administrados. Los que repelen el talento, lo condiciona, lo atosiga y le resta oportunidades, lo que cosechan, mucho más en el corto plazo, es pobreza y desafección social, lo que a la vez dispara una diáspora que busca mejores ambientes y contexto social donde quiera que vaya. El recurso humano que se marcha, difícilmente vuelve a su país de origen, advierten los especialistas.
Desde 2013 tres instituciones de calibre mundial (Insead, Adecco Group y el Human Capital Leadership Institute), publican un Índice Global de la Competitividad del Talento, el cual es presentado en el Foro Económico Mundial que se celebra cada enero en Davos, Suiza.
Bruno Lanvin, director ejecutivo de Los Índices, señala en el informe de 2017: “A nivel internacional, los gobiernos tienen la difícil tarea de anticipar dónde residirán las fuentes de la competitividad de sus países y cómo esto afectará a su definición de “habilidades empleables”.
TERRIBLE BRECHA
En los cuatro informes realizados hasta la fecha, Suiza y Singapur han encabezado el cuadro de los primeros diez países que más valoran el talento. La características principal de este grupo es su alto nivel de ingreso per cápita y de desarrollo económico.
En esos mismos recuentos, Venezuela ha estado siempre en la cola, a pesar de formar parte del club de países de ingreso per cápita medio alto (no ha bajado de 18,300 dólares/año, según el Banco Mundial). En 2013 ocupó la posición 92 entre 103 países escrutados; en 2014 estaba en el puesto 84 entre 93; en el correspondiente a 2015-2016 se situaba en el 95 entre 109 países. Y en el más reciente, se ubicó en el puesto 105 entre 118 países.
Los países que han sido añadidos al Índice son lo más pobres del planeta. Y cada vez que se añade un grupo nuevo, Venezuela supera en peor desempeño a alguno de sus componentes.
Sin embargo, no es la solidez económica de un país la variable más determinante. Las políticas públicas, entorno empresarial, inversiones, competencia, regulaciones, infraestructura disponible, calidad de la enseñanza, adopción de tecnologías de la información y comunicaciones, etc., son otros de los ingredientes que tienen peso específico en la valoración sociedad-talento.
Los pilares en los que hurga el Índice son seis: capacidad para habilitar el talento, atraerlo, hacerlo crecer y retenerlo, además de la evaluación de las destrezas vocacionales y técnicas demostrables y las habilidades en conocimiento general presentes en un país dado. Es decir, las cuatro primeras dependen del tipo de gobierno y del entorno empresarial, y las otras dos dependen de las personas.
BAILANDO EN EL FOSO
Las recientes órdenes ejecutivas del presidente Donald Trump sobre políticas migratorias en Estados Unidos, han causado rechazo generalizado en la comunidad científica y empresarial. Se habla allí del fin de una era (la de polo de atracción del talento migrante). El venezolano Rafael Reif, presidente del Instituto Tecnológico de Massachusetts, lo advirtió con mucho vigor. Es un escándalo, dicen.
Pero el caso venezolano es sumamente patético. Pareciera casualidad que la publicación de estos Índices coincidiera con la espeluznante caída del país desde 2013 a esta parte. No se trata de que en los 15 años anteriores la situación fuera distinta, a pesar de los inmensos recursos que le ingresaron a causa del aumento sostenido de los precios petroleros, sino que ahora se analiza y se cuantifica con mayor precisión, también en este aspecto, el terrible daño que los ángeles exterminadores han infligido a la sociedad entera.
Según el Índice de 2017, Venezuela ocupó el último lugar en capacidad para habilitar el talento nacional (#118 de #118); el 115 en formulación y aplicación de políticas de atracción; el 117 en retención de “cerebros”. En eficiencia gubernamental compite con Madagascar. En facilidades para hacer negocios apenas sobrepasa a Bangladesh, que se encuentra en el último escalón. En construcción de polos de desarrollo le gana a Moldavia (#118). Último en la relación salario-productividad. En calidad regulatoria de ha dejado quitar el último lugar por Zimbabue. En transferencia tecnológica e inversión extranjera directa (IED) se ganado en buena lid el último puesto. En corrupción, la bandera más preciada por el gobierno venezolano, en todo el mundo no hay quien le supere. En Venezuela no existe mercado en competencia: último lugar. No existe redundancia en equipos, sistemas, infraestructura. Últimos en movilidad social. Últimos en seguridad personal. Finalmente, últimos en ganancia de talentos y penúltimos en capacidad para retenerlos, en un renglón en el que Serbia es el campeón.
En total son 18 las variables en las que Venezuela ha sido lanzada al foso más profundo imaginable.
GENERACIONES MUERTAS
Al sociólogo Tomás Páez, coordinador del estudio La Voz de la diáspora venezolana, le preguntaron en una oportunidad “¿Cuáles profesionales son los que más han salido (de Venezuela)?”
En general, 90% tienen grado universitario, 40% maestría y 12% poseen doctorado y posdoctorado. Pero más que el tema de la formación académica lo importante es que poseen experiencia, han trabajado en petróleo, empresas de telecomunicaciones, ingeniería, docencia, psicología, sociología, comunicación (radio prensa y televisión, etc.).
Otro estudio, liderado por Oswaldo López y Paola Romero, describe el perfil del emigrante promedio como profesionales con estudios de postgrado con edades entre 29 y 36 años.
Esta semana ha sido muy discutido un ensayo publicado en el portal de ideas Prodavinci.com por los economistas venezolanos, docentes en Harvard, Miguel Ángel Santos y Douglas Barrios, en el que plantean plazos y escenarios de crecimiento para la recuperación del país. Petróleo y No Petróleo se encuentran en el sustrato de sus proyecciones.
Iván de la Vega, director del Laboratorio Internacional de las Migraciones (USB), advierte en el portal Elestímulo.com que Venezuela se está descapitalizando de forma acelerada en materia de conocimiento y que tardará generaciones para volver a la excelencia académica que comenzó a perder desde los años 80. “El mayor daño causado por Chávez no fue a la economía, fue generar exprofeso pobreza intelectual… ´Mató´ a tres generaciones de venezolanos”.
Durante 100 años en Venezuela no ha habido guerras declaradas, no se ha desmembrado, no ha padecido pestes ni hambrunas (parecidas a las de hoy). Para proyectar la recuperación de un país, habría que tomar en cuenta una constatación que hace el Índice 2017 de la competitividad del talento. La Guerra de los Balcanes duró una década, Yugoslavia se tasajeó en seis países, 300 mil muertos, millones de familias fueron obligadas a abandonar hogares y bienes, todos los responsables de crímenes de guerra fueron enjuiciados…
Veinte años después, los países de la exYugoslavia socialista acompañan a Venezuela en el fondo del abismo.
Fuente: La Patilla
Fecha: 04 de marzo de 2017