Solo el precio hizo dudar a Valeria Mora. Cuatro mil 990 bolívares. Eran números que veía una y otra vez mientras tenía en sus manos un kilo de leche que necesita para su hijo de dos años. No tenía que hacer una larga cola bajo sol, ni amanecer en las puertas de un supermercado, ni someterse al estricto control del terminal del número de cédula. Solo tenía que pagar 44,21% de su quincena de sueldo mínimo. Todo eso pensó. Sacó cuentas, estableció prioridades y caminó rápido hacia la caja y logró combatir momentáneamente, y solo en un único rubro, el desabastecimiento en su casa.

No era la única que pasaba largos minutos frente al anaquel. Con sus carritos de compra vacíos la mayoría se detenía a mirar precios y a pensar. Luis Ovalles agradeció conseguir medio kilo de pasta larga en mil 500 bolívares y 900 gramos de café molido en dos mil 900, Sofía Lagunas hizo que su mamá gastara dos mil 300 bolívares en un paquete de toallas sanitarias de tan solo ocho unidades, y Pedro Ramírez no podía creer que había una exhibición llena de desodorantes. Parecía otra Venezuela. “Solo cuesta conseguir arroz, harina de maíz y azúcar”, dijo.

Pero no se trata del retorno de comercios abastecidos. “Es un juego perverso del Gobierno”, aclaró Damiano Del Vescovo, presidente de Fedecámaras Carabobo. Mientras apenas 17% de la población recibe las bolsas de comida de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), cada dos o tres semanas, sin saber el contenido del combo que despachan directamente en los hogares, el resto de la población debe hacer cola o pagar hasta cinco veces más para poder comer.

Es un proceso que nada tiene que ver con el abastecimiento que debe estar representado por “la oferta plena de varias presentaciones y marcas de cada producto con el derecho de la sociedad de comprar las cantidades que desee en el momento que lo decida”.

Importaciones de empresas relacionadas con el gobierno

Lo que está sucediendo es el resultado de algunas importaciones que realizan empresas con nexos muy cercanos al Gobierno y que tienen acceso al sistema complementario de divisas (Dicom), que apenas liquida 8% (10 millones de dólares al día) de lo que requiere el sector industrial para funcionar al 100%.

Pero ese sistema de importaciones que está parcialmente llenando anaqueles también será pasajero. Del Vescovo vaticina que en pocas semanas estos productos desaparecerán nuevamente al encontrarse los inversionistas con pocas oportunidades de transformar esos bolívares en dólares para seguir con la dinámica.

A Neidy Rosal, diputada del Consejo Legislativo de Carabobo (Clec), por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), le preocupa la situación. Para ella, los CLAP fracasaron, lo que importa la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA) es insuficiente para alimentar a 30 millones de personas, y el Ejecutivo debe emprender una política de subsidio en las redes Mercal y Pdval y abrir a todos los empresarios sin discriminación el mercado de divisas a través de Dicom. “Pero los únicos que pueden comprar dólares con ese mecanismo son empresarios ligados al Gobierno”.

Eso ha terminado de aniquilar al sector privado que, según cifras de la legisladora, ha incrementado en 60% los niveles de desempleo en la región.

En contra de la Sundde

Ninguno de los precios marcados en los productos que se consiguen en los supermercados ha sido fijado por la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde). Algunos de ellos entra en la lista de rubros regulados como las toallas sanitarias, desodorantes, leche y pasta. La diferencia la marca que en estos casos la mayoría ha sido importado, y los producidos en el país tienen agregados que los excluye de la regulación.

Sin embargo, no hay asidero legal que norme la compra en el exterior de mercancías para la venta en el país, alertó Del Vescovo. “Todo se hace fuera de las leyes que rigen el mercado”.

En los pasillos de los supermercados se sigue viendo a consumidores alegres de poder comprar sin hacer cola aunque sea por un valor superior. “Eso es lo que tiene que hacer el Gobierno, ajustar a la realidad los precios para que dejen de escasear”, expresó Manuel Álvarez, mientras metía en su carrito un kilo de café y otro de pasta. La propuesta desde Fedecámaras va más allá: no se trata de ajustar, sino de liberar los precios, que sea la libre competencia la que dicte lo que deben gastar Valeria Mora, Luis Ovalles y la mamá de Sofía Lagunas a la hora de comprar lo que necesitan.

FUENTE: EL CARABOBEÑO

14 de septiembre de 2016

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