En Catia están en resistencia frente al COVID-19, desde que comenzó la cuarentena, hace 22 días, la zona popular se ha viralizado por las redes sociales, debido a que sus calles son más que un mercado persa. Gente de todos lados van hasta ese extremo del oeste capitalino en busca de comida barata, desafiando las medidas de prevención. 

La gente en defensa de la situación respondía: “Aquí vivimos del día a día”.

El mito colectivo es que los precios de los productos alimenticios en esa zona son más asequibles. 

Mientras en Coche, donde está el Mercado Mayor, un kilo de queso puede llegar a costar 500.000 bolívares, en la calle Argentina de Catia se puede conseguir en 360.000 bolívares.

Esa cuenta la sacan muchos. “Fíjate, aquí compra la gente que tiene bodeguitas en los cerros. Vienen  por la caja de huevos, por la paca de harina, de azúcar. Por eso es que hay tantas personas”, comentó un PNB. 

En Catia hay policías y barricadas en todas las calles cercanas al mercado municipal, que aún permanece cerrado. 

La Argentina, la Colombia y la México tienen tanta gente como un día normal. Lo diferente es que no hay paso de vehículos y los vendedores informales no tienen los tarantines puestos.

Desde antes de las 7:00 a. m. empieza el desfile de compradores. A esa hora algunos comienzan a marcar las colas en los negocios de la charcutería y de pollo.

El movimiento se inicia temprano, pues ya a las 10:30 a. m. los policías empiezan a recordar que la actividad comercial es hasta las 11:00 a. m. Algo que no ocurre en otras zonas donde se extiende hasta las 2:00 p. m.

El límite es más corto, explican los policías, por la cantidad de personas en la calle. “Si les decimos que es hasta las 12:00, son las 2:00 y todavía hay gente en los negocios. Aquí lo hacemos así y poco a poco han entendido”, dijo un funcionario.

A pesar de la escasez de gasolina, hay despacho de mercancía. Los camiones pueden pasar el cordón policial después de las 12:00 p. m. Son los únicos, además de los motorizados, que pueden circular; aun así en Catia están en resistencia y los que no pueden pasar el cerco lo hacen por el bulevar, por donde les está permitido el acceso.

La aglomeración de personas es alrededor de los comercios, por eso se dice que en Catia están en resistencia. Solo en el bulevar, donde todas las tiendas están cerradas atendiendo el decreto de emergencia nacional, se ven sentados algunos vecinos, en su mayoría de la tercera edad. 

Es duro en cuarentena

“No es fácil, uno vende menos. Se está haciendo dinero solo para llevar la comida a la casa. Me pongo con pocas manos de cambur,  a riesgo de todo, del coronavirus y de la policía, que me puede quitar la mercancía. No es como antes, son días difíciles”, dijo un vendedor.

Catia resiste

Catia, a pesar que se resiste al COVID-19, sí ha cambiando un poco. Ya no tiene el ruido incesante de las cornetas, tampoco el ronroneo de las motos y los cúmulos de basura han disminuido un tanto.

Tampoco el grito de los buhoneros ofertando la mercancía tiene ese eco ensordecedor. 

Se nota cansancio en la población, y en los vendedores, una sensación de agobio. La presencia policial les pisa los talones. “La rutina cambió y no se sabe cuándo regrese todo a la normalidad. Esto como que es para rato”, dijo un comerciante. 

Mete miedo pero no tanto

Al final de la mañana, vemos que ciertamente el virus mete miedo, pero no tanto como para mantener esa zona aislada. 

De los 165 casos positivos anunciados por el gobierno de Nicolás Maduro, 27 son de Distrito Capital. Pero no se sabe la distribución geográfica exacta de los enfermos. 

De Catia, a pesar de ser una zona de alta frecuencia peatonal y un caldo de cultivo para la propagación del virus, no se sabe oficialmente de casos positivos. 

Ahora, está acordonada, vehicularmente hablando, y limitada la actividad comercial.

Aún no se aplican sanciones a los que violen la cuarentena y todavía se desconoce cómo se trabajará los días Jueves y Viernes Santos con la venta de pescado y verduras, una tradición del sector.

Con información de Crónica Uno

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