El extraño caso de aquel gobierno que se decía socialista pero se le moría la gente por hambre y por enfermedades. Así pudiera denominarse uno de los capítulos de esta semana, al menos de los que coparon parte de la agenda noticiosa: lo social. Mientras la represión y los asesinados de la dictadura lo permitieron.
Comenzó esta semana con una noticia, la de las muertes de más de 20 niños desnutridos, al tiempo que un gráfico circula: con lo que cuesta una bomba lacrimógena podrían cocinarse 880 arepas.
Qué de cosas: el mismo gobierno (hoy devenido en dictadura), ocupadísimo en encasquetar una fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente en Venezuela, y para cual invierte esfuerzos y fondos que superan los 20 mil millones de bolívares, es el que permitió que este año, en San Félix, hayan muerto de hambre 24 bebés.
Todos los casos fueron referidos por los médicos del Hospital Dr. Raúl Leoni, de Guaiparo. El dato se develó en la misma semana, además, en la que el periodista Nelson Bocaranda informó que el Gobierno venezolano compró 23 toneladas de bombas lacrimógenas a la empresa brasileña Condor.
La representante de la ONG Control Ciudadano, Rocío San Miguel, resaltó otro dato: diariamente el gobierno gasta 40 mil dólares para reprimir a la gente. Mientras niños se mueren de hambre.
Paludismo sin tregua
El hambre no fue lo único. El martes, la familia de Yeison Daniel Pérez, de tres años, estaba enterrándolo: había muerto por paludismo en el hospital de Guaiparo.
La parroquia Pozo Verde ha sido foco de protestas por el aumento de los casos. De hecho, lo que en otras ocasiones era la rutinaria mañana de un lunes, este principio de semana se convirtió en centro noticioso cuando los vecinos manifestaron porque en el ambulatorio no hay tratamiento.
Si no hay para atacar la enfermedad, tampoco puede esperarse mucho para prevenirla: estos sectores y otros han pedido en más de una oportunidad fumigación. La falta de insecticida ha vuelto huecos sus reclamos.
Hospitales abajo
Con respecto de una arista sobre los niños muertos pos desnutrición, en Guaiparo, los doctores consultados señalaron que la escasez de comida y de fórmulas alimenticias en el centro asistencial sentenció varios de los desenlaces.
Si de hospitales se trata, Guaiparo no es lo único. El jueves se cumplió una semana desde que un grupo de médicos denunció el estado del hospital universitario Ruiz y Páez, en Ciudad Bolívar: sin insumos, sin comida para los pacientes, sin respuestas.
O, bueno, sí hubo una respuesta. Un despliegue propagandístico por parte de la dirección del hospital y del Instituto de Salud Pública para demostrar que allí todo marcha perfectamente. Y, según los galenos, mentir: por ejemplo, diciendo que funcionan más de cinco quirófanos cuando, en realidad, hay uno solo activo
Incluso en el Hospital Uyapar, cuyos trabajadores no son muy amigos de declaraciones y denuncias, también se sintió la bulla con un pancartazo. La petición: dotación de insumos y atención por parte del Gobierno. Lo básico para funcionar. Y para lo cual debería invertirse. Por ejemplo, esa millonada que a diario se gasta en represión: ello, seguramente, habría evitado esas muertes que así se citan.
Fuente: La Patilla / Correo del Caroní
Fecha: 17 de junio de 2017