Hasta deben «parir» las tuercas, porque así se sienten los vecinos de la urbanización Francisco Tamayo, al oeste de Barquisimeto, teniendo el transformador comprado, pero atados por una lista de materiales que alcanza los $6 mil. Es una desesperación común entre varios sectores que pueden pasar hasta más de un mes sin el servicio eléctrico por el colapso de dichos aparatos. Pero estas 23 familias superan en récord de espera de 6 meses e improvisan con un cableado que ni siquiera soporta todos los bombillos encendidos.
Dicho drama se cunde de impotencia, cuando Daris González apunta hacia pocos metros ese transformador dañado en este sector Los 22. Revisa su carpeta y muestra la factura de pago del mismo por $900, concretada el 29 de marzo de 2021, cuando ya había transcurrido más de 1 mes de aquella noche del 14 de febrero, día en que se quedaron sin electricidad. Se trató de una «alegría de tísico», porque luego poder reunir ese dineral y correr a notificar a Corpoelec, les confirman que les falta una lista de 39 materiales para lograr la reposición y se ofrecen simplemente con la mano de obra para la instalación.
«Fue un verdadero sacrificio desde reunirnos y hacer entender a la gente, además de privarlos en su presupuesto», recalca y confirma una recolección de $45 por familia, además de entender a algunos con la facilidad de realizarlo entre 2 a 3 cuotas para sentirlo menos forzado.
Al verificar la lista a la extensión de una cuartilla, se confirman determinadas guayas, conectores, cortacorriente, conductores, abrazaderas, mayas, alambres, galones de pintura y hasta tuercas. Una sumatoria que llega al estimado de $6 mil, incluyendo el costo del transformador. Es una operación inalcanzable para estos vecinos, cuyo pote de fondos puede llegar a superar $150 por familia. Un monto exorbitante e incomprendido, cuando se trata de una responsabilidad del Estado y que aún subsidiando la compra del equipo no tengan la capacidad de respuesta con el resto de materiales complementarios.
El lamento es colectivo, cuando se hurga en esos seis meses sin poder contar con el debido suministro. Les tocó resolver con un tendido improvisado desde la urbanización Las Américas y siguen sorteando las limitaciones que los obliga a comprar la carne a diario, así como porciones de hielo para conservar algún alimento en una cava y hasta planificarse para cocinar con las hornillas eléctricas, las cuales pierden fuerza y dejan de calentar. Van tan al extremo, que sus noches son a media luz y no por una velada romántica, sino porque sólo les aguanta un bombillo encendido y se acostumbraron a sólo mantenerlo en un área específica, el cual deben apagar para encender otro en otra parte de la casa.
La rutina les cambió en todos los sentidos. María Alejandra Rivero imparte tareas dirigidas y nivelación a estudiantes de secundaria, pero le ha tocado buscar dónde cargar su celular e investigar en casas de allegados para cumplir con las asignaciones de estos alumnos. Nancy Jiménez vive pegada a la batea porque le toca fregar a mano, cuando es el único ingreso de esta ama de casa por $5 las mudas de ropa y casi ni puede utilizar su lavadora, porque la nevera le dejaría de funcionar.
Maribel Guanipa fue una de las que tuvo que mandar la nevera y refrigerador a casas de familiares, porque la electricidad ni siquiera activa por completo ese brillo en los bombillos.
Estos vecinos le recuerdan al gobernador Adolfo Pereira esa promesa de solución ofrecida el 15 de junio y un mes después fue del conocimiento del alcalde Luis Jonás Reyes.
Sin insumos para dar respuestas
Según Alberto Perozo, dirigente sindical de Corpoelec, desde hace aproximadamente 6 años existe ese descenso en el suministro de transformadores y lo más grave es que se extiende a conectores, fusibles, abrazaderas y demás implementos. «No existen las cifras oficiales, pero son recurrentes estas denuncias de comunidades afectadas por el daño de transformadores», señala de un tiempo que se puede extender a más de un mes y se acentúa con fuerza al oeste de Barquisimeto, por sus sectores populosos y de mayor consumo energético.
Lamenta esta consecuencia de la desinversión y falta de mantenimiento preventivo, además de necesitar la previsión de esa recuperación continua y en función de la ubicación de aquellos aparatos que dieron su vida útil, con mayor amenaza por el alto consumo con las hornillas eléctricas y exceso de horas de televisión, con los menores con más tiempo de ocio por la pandemia por covid-19.
Con información de La Prensa de Lara