La realidad de la pandemia por covid-19 se recrudece por la falta de gasolina y servicios públicos. El equipo del medio de comunicación “El Diario” conversó con la familia de un paciente sobre su viacrucis para encontrar un lugar donde lo traten.
Daniela Ríos*, desde Chile, comenzó a recibir mensajes de sus familiares en Acarigua, estado Portuguesa. Estos relataban síntomas comunes entre su padre, madre y hermano menor: fiebre, malestar general y diarrea.
Al quinto día, cuando su madre mostraba una mejora y su hermano no padecía más síntomas, su padre, el señor Víctor Ríos*, empezó a sentir una sensación de ahogo constante. Era el único que no se recuperaba de la casa.
El sábado 8 de agosto Víctor se desmayó y luego lo llevaron de emergencia para la clínica Los Robles*, en Acarigua. Desde ese momento no ha mostrado mejoría y su familia, tocando todas las puertas posibles, trata de buscar un respirador para él.
Ese mismo día, cuando su familia salió de emergencia a la clínica, se encontró con un diagnóstico diferente al esperado. La médico que lo atendió, dijo Daniela en exclusiva para El Diario, les aseguró que sus síntomas se debían a la neumonía y se negó a realizar la prueba para covid-19.
“Nos dijo que era una coincidencia que los tres estuvieran enfermos al mismo tiempo”. Su tratamiento solo consistía en una bombona de oxígeno. Estuvo una semana en su casa, los síntomas aumentaban su dureza y la sensación de ahogo solo podía apaciguarse por momentos con la ayuda de la bombona.
Diagnóstico y costo del tratamiento
El 14 de agosto, después de estar una semana con el tratamiento por la neumonía, Víctor se volvió a desmayar en su casa. Daniela narra la situación de su padre desde la lejanía y la impotencia de no poder, siquiera, estar cerca para calmar la incertidumbre de la situación.
Ese día llevaron a Víctor, nuevamente, a la emergencia de la clínica. Le hicieron la prueba PCR para el covid-19 y el resultado fue positivo.
Desde ese momento sigue hospitalizado. No puede caminar ni sentarse ni comer cosas sólidas, solo líquidos. Súbitamente, la normalidad de un hombre que nunca tuvo enfermedades previas se ve trastocada por una razón sin cura.
El diagnóstico es hipoxia severa. Los días transcurren para la familia Ríos entre la búsqueda de dinero, la preocupación por la baja saturación de los pulmones de Víctor que, por momentos, baja a 30% y, en otros, sube a 80% de su capacidad.
Los gastos de la clínica son de 800 dólares por día, cada bombona de gas para el oxígeno cuesta 90 dólares el alquiler y 40 dólares la recarga. Otro de los medicamentos necesarios para la estabilidad del señor Ríos es una ampolla llamada remdesivir, un nuevo medicamento antiviral.
La madre de Daniela pidió ayuda a nivel gubernamental y le fue concedida, pero el medicamento se encuentra en Caracas y el viaje, en estos momentos cuando la gasolina escasea, es difícil de hacer.
El precio en el mercado negro es de 450 dólares. La cuenta sube día a día y, aunque la venta de cosas, las ayudas de amigos cercanos y de desconocidos bienaventurados a través de Gofundme son maneras de apoyo, los gastos siguen siendo agobiantes para la familia.
Solo con respirador
El tratamiento en la clínica Los Robles ha sido positivo para la estabilidad de Víctor, comenta Daniela, pero los gastos siguen siendo muy grandes y no tiene la oportunidad de conectarse a un respirador artificial.
El hospital centinela de la ciudad de Acarigua está abarrotado de pacientes y, por otro lado, los Centros de Diagnóstico Integral (CDI) no tienen los especialistas pertinentes para el manejo de los respiradores artificiales.
Ahorita no tenemos disponibilidad para una atención mecánica respiratoria (respirador artificial). Nosotros ahorita no contamos con ventilación mecánica y a los pacientes graves los tenemos que referir a los CDI”, fue la respuesta de uno de los encargados de salud pública en el estado Portuguesa.
Con el pasar de los días la necesidad de trasladarlo a un sitio con un respirador artificial se hace imperante para mantener la vida de Víctor. Daniela mantiene contacto con su familia desde Chile, pregunta, busca y difunde sin parar la historia de su padre para encontrar ayuda.
Las clínicas privadas de la región no quieren habilitar el área de Unidad de Cuidados Intensivos para pacientes con síntomas de covid-19 por miedo del contagio de otros pacientes. Por ahora, se mantienen en áreas determinadas, como las salas de emergencia.
En el hospital centinela habilitaron, comenta Daniela, 40 camas nuevas para pacientes con el virus, pero está abarrotado y no cuentan con el especialista necesario para atender pacientes graves. Su padre sigue internado, sin poder caminar, ni comer, ni hablar, siquiera, por mucho tiempo.
Una esperanza
El 22 de agosto, fecha de publicación de esta nota, el señor Víctor se mantiene en una situación complicada. La saturación de su respiración baja a 40%, pero, por lo momentos, la familia encontró un CDI para trasladarlo y poder conectarlo a un respirador artificial.
Todos los utensilios deben ser llevados por ellos, desde guantes, mascarillas, trajes especiales, alcohol y desinfectante hasta los medicamentos más costosos. La crisis hospitalaria de Venezuela obliga a los pacientes de covid-19 a deambular entre un lugar y otro para seguir viviendo.
Con información de El Diario