Construido por Marcos Pérez Jiménez e inaugurado en 1958, el Hospital Central de San Cristóbal está lejos de ser lo que una vez fue. Sin personal médico, enfermeras y obreros, está al borde del colapso. Su infraestructura pide a gritos un “cariñito” y sus pacientes necesitan insumos y atención. Pese a todo, el poco personal se las ingenia para no dejar morir a sus enfermos.
Los centros asistenciales de San Cristóbal se encuentran en pésimas condiciones. No es solo la falta de insumos, sino también la deficiente infraestructura y la ausencia de personal médico, de enfermeras y demás trabajadores del sector, lo que apaga la vida de quienes deben recurrir al sistema de salud pública.
Lejos de encontrar una cura, quienes acuden al principal centro asistencial del estado Táchira viven un calvario, pues las instalaciones se encuentran en muy mal estado. Además, cerca de 20 % del personal que allí labora se ha retirado por diversas razones, entre las que destaca el bajo salario, que no cubre las necesidades básicas.
Retrato de la desidia
Al entrar a la emergencia, se encuentra la sala de espera, en la cual no se cuenta con sillas para familiares y pacientes que aguardan mientras les llega el turno para ser atendidos.
Al ingresar a la sala de shock se ven áreas totalmente a oscuras, sin ninguna luminaria. El aire acondicionado falla, por lo que la contaminación del lugar es previsible. Los familiares deben hacer de ventilador mientras el enfermo es atendido, ya que el calor es intenso, sobre todo en los días en los que el sol golpea con fuerza.
La Unidad de Cuidados Intensivos, de acuerdo con la información suministrada por los mismos trabajadores del hospital, es una de las que “medio funciona”, aunque mucho del equipamiento de esta área se encuentra dañado.
Camillas oxidadas y rotas, con ruedas descompuestas y colchones sucios, son parte de los insumos con los que a diario los trabajadores del Hospital Central de San Cristóbal deben cumplir sus jornadas, exponiéndose a enfermedades ocupacionales como tétanos y hepatitis.
Estas camillas no tienen colchón y no se pueden ingresar pacientes si no hay colchón. Lamentablemente, no pueden limpiarse porque la máquina que los esteriliza está dañada. Esos colchones deben estar limpios y siempre hay pacientes que los contaminan con fluidos corporales”, dijo una de las camareras del recinto.
En el área de observación, tanto de mujeres como de hombres, los baños no funcionan. Las pocetas están descompuestas al igual que los lavamanos y donde los pacientes deben ducharse no hay condiciones para hacerlo, ya que no cuentan con agarraderos ni duchas aseadas. Además, siempre hay constantes fugas de agua, lo que genera charcos en todo el lugar.
Las filtraciones hacen mella a su paso. El cielo raso de esta área se encuentra muy afectado. Pacientes se quejan de los olores a humedad y sus consecuencias. El déficit de personal es una constante. Al momento del recorrido solo había un enfermero.
Traumatología es otra de las áreas con graves problemas. La falta de mantenimiento de los baños es evidente; a tal punto que hay una filtración que lleva más de un año, por lo que uno permanece anegado constantemente.
Las pesas de tracción para pacientes con piernas fracturadas tienen más de una década desaparecidas, de modo que se improvisa con botellas y garrafas de refresco.
Con información de Crónica Uno