El concejal Orlando Rodríguez aseguró que el centro de salud está «contaminado por todas partes». Denunció que allí no disponen de insumos esenciales como yelcos.
Ya era el cuarto día de una búsqueda que cada vez parecía más inútil. La abuela de una bebé de 3 meses, que prefirió mantenerse en el anonimato, salió el 26 de agosto a preguntar por unos medicamentos que hace cinco o seis años estaban disponibles en prácticamente cualquier farmacia del país.
Diagnóstico: bronquiolitis, una infección en las vías respiratorias que es común en lactantes. La menor necesitaba, de acuerdo con los doctores que la atendieron, hidrocortisona, Berodual y solución fisiológica al 0,9%.
La abuela continuó buscó los medicamentos en distintas farmacias y ninguna poseía los productos. Regresó decepcionada al Hospital Dr. Rafael Urdaneta, en Calabozo, donde estuvo internada su nieta. En el centro de salud tampoco hay suficientes medicamentos para otorgarlos a todos los pacientes, así que muchos deben adquirirlos por cuenta propia.
Al final, la afectada los halló a través de unos allegados. «Unas compañeras me ayudaron. Tuve suerte de conseguirlos. Menos mal que solo es una bronquiolitis. Imagínate, ¿cómo hace la gente que sufre de enfermedades más fuertes?», expresó.
El Rafael Urdaneta es el único hospital público con el que cuenta Calabozo, indicó Ubaldo Ruiz, historiador e investigador de la ciudad. Fue inaugurado en 1976, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez. En ese momento funcionaba de manera regular, pero con el paso del tiempo sufrió deterioros.
En la actualidad, la infraestructura está desgastada y los servicios no se encuentran en las mejores condiciones, debido principalmente a la falta de recursos.
Desde lejos, el centro de salud se ve como un modelo para los demás hospitales del país. La pintura que lo cubre está relativamente nueva y la emergencia pediátrica, recuperada recientemente, luce en buena situación.
Al estar en su interior la visión cambia. Hay paredes repletas de filtraciones y varios pasillos (especialmente el de emergencia para adultos) que poseen poca luz eléctrica. Existen pisos tan colmados de oscuridad que la gente puede tropezarse.
En los pisos uno y dos, los cuartos de basura suelen estar rebosados de desechos como servilletas sucias, cartones de jugo o tela quirúrgica. Hay cucarachas y ratones, en este centro de salud dichos animales «invaden hasta consultorios», contó una paciente.
Las propagandas pro oficialistas destacan con los rostros de Hugo Chávez o de Nicolás Maduro, contrastando con carteles que tienen advertencias como «Disculpen. No se están realizando radiografías. Máquinas del servicio inoperativo».
Orlando Rodríguez, concejal del municipio Miranda de Guárico, opinó que el hospital se encuentra en estado deplorable. «Si vas allí es para morirte. No tienen ni siquiera un yelco. No hay material médico quirúrgico, las chiripas se comen el hospital, el mantenimiento es terrible. Está contaminado por todas partes». Hay una etapa neonatal en construcción que –denunció el funcionario- tiene cuatro años de retraso.
Una estudiante de medicina que ha participado como observadora en las áreas de obstetricia y pediatría del establecimiento sanitario, y que pidió no revelar su nombre, advirtió que el lugar no cuenta con lo básico para trabajar en un hospital. «No hay gasas, inyectadoras o yelcos. Y si alguno de estos está disponible, los encargados de ellos son muy reservados con la permisión del uso. Tienen que ser emergencias extremas o personas que no cuentan con recursos para comprarlos», añadió.
Los pacientes -refirió la joven- deben llevar todo lo necesario para aplicarse un tratamiento. «Si te van a hospitalizar, te piden desde las jeringas hasta las soluciones». Acotó que los fármacos que suelen estar disponibles son los analgésicos, los antibióticos y los antieméticos (para los vómitos).
A pesar de las condiciones del lugar, destacó la labor del personal médico y de enfermería, quienes hacen lo que pueden con lo poco que detentan.
«Los médicos trabajan con las uñas», ilustró.
FUENTE: EL NACIONAL
29 de septiembre de 2016