Una atención a medias. Eso es lo que reciben los enfermos que acuden al Hospital Central Antonio María Pineda y al Pastor Oropeza, pues el nivel de escasez de insumos médicos es tan alto, que los familiares deben hacer de tripas corazón y sacar dinero de donde no tienen para cubrir gastos en materiales que deberían aportar los centros de salud, como por ejemplo guantes, inyectadoras e incluso los medicamentos.
«Se está pidiendo hasta lo más mínimo, en mi caso me ha tocado comprar macro goteros, adhesivos, inyectadoras y hasta alcohol, porque aquí no los tienen, hay personas que no tienen tantos recursos para comprar todo lo que piden», dijo Nicol Dudamel quien se encontraba a las afueras de la emergencia del Hospital Central.
Las familias deben contar con al menos 5 dólares diarios para costear solo materiales básicos como inyectadoras las cuales tienen un valor de 718 mil bolívares, adhesivos que valen entre Bs. 2 y 3 millones, y solución fisiológica que tiene un costo de Bs. 5 millones.
Este déficit de insumos en los centros de salud ha sido denunciado en varias oportunidades por el personal de salud, sindicatos y por la directiva del Colegio de Médicos, quienes han asegurado que el Hospital Central registra un 90% de inoperatividad debido a que no se cuentan con los recursos necesarios para atender a los pacientes.
Alberto Domínguez, presidente del sindicato de los Seguros Sociales denunció que desde 2014 los centros asistenciales han dejado de ser dotados, por lo que los familiares deben llevar sus propios insumos.
«El gobierno achaca la falta de insumos al bloqueo económico de EEUU y otras naciones que inició en 2019, pero la realidad es que el déficit se ha venido registrando paulatinamente desde 2014 en todos los centros asistenciales», afirma.
Y es que los médicos del hospital o seguro social para poder atender a los enfermos tras el diagnóstico le dan una lista de insumos a los familiares quienes deben hacer una carrera contra reloj, pues mientras consiguen el dinero para comprarlos, la salud de su paciente se deteriora.
Tal cual le ocurrió a Ireiba Reyes quien tenía a su cuñada en el Hospital Central. Ella contó que la paciente necesitaba una cesárea de emergencia pero antes de intervenirla los médicos le dieron una larga lista de todo lo que debía llevar para poder ser atendida. La lista incluía desde guantes estériles hasta productos de limpieza como el cloro.
«Me toca comprar todo lo que me pidieron en la lista porque es de emergencia que le tienen que hacer la cesárea, pero hay cosas que me están pidiendo que son muy costosas, aquí deberían tener insumos», comentó Reyes.
Los familiares de pacientes que vienen desde otros estados, aseguran que para ellos se les hace aún más cuestarriba poder comprar los insumos que les piden, ya que además de costear los medicamentos tienen que comprar alimentos que consumen mientras su paciente permanece recluido.
«Me vine desde ayer de Acarigua y realmente es muy difícil comprar los medicamentos y hacerle los exámenes que le piden y más estando sin la familia cerca que nos pueda asistir con comida», aseguró José Pérez.
Ante esta agobiante situación Alberto Domínguez pidió que la contraloría del estado a que ejerza su función y realice una auditoria en los centros de salud.
«Que la hagan para que se den cuenta que no tenemos como atender a nuestros pacientes, solo hay la calidad humana de los pocos médicos que aún continúan en los centros de salud», pidió.
Trabajan con poco personal
Elda Jiménez, presidenta del Colegio de Enfermeras, aseguró que en centros como el Hospital Central, Hospital Pediátrico y Seguro Social Pastor Oropeza tienen un déficit de personal debido a que la mayoría ha decidido renunciar por las condiciones deplorables que tienen para atender a los pacientes y al poco salario que devengan.
Jiménez aseguró que en el Hospital Central deberían haber 2500 enfermeras, pero actualmente hay 500, lo que representa un déficit del 80%, para el Hospital Pediátrico explicó que se necesitan 500, pero solo hay 300 activas y para el Seguro Social solo hay 200 enfermeras en vez de 300.
A esta plantilla de enfermeras activas, señala que son menos debido a que algunas están de vacaciones y otras se encuentran de reposo.
El salario de una enfermera es entre 5 y 10 millones mensual, dinero que no les alcanza para comer. «Las enfermeras que siguen trabajando es por vocación», dice.
Con información de La Prensa de Lara