Para el asesor de Fedenaga, Rodrigo Agudo, el mercado informal está acaparando la producción de materias primas en detrimento de la industria nacional, que bajó a 40 % su capacidad instalada. Mientras está en suspenso el anuncio del alto Gobierno en materia de nuevas regulaciones de precios, en el sector empresarial persiste la preocupación en cuanto a más controles y exigencias de fijación de precios.
Uno de los sectores más sensibles a la regulación es el lácteo. Conseguir un litro de leche pasteurizada en los mercados es una proeza. Ni hablar de la leche en polvo: ese es un producto que desapareció de Venezuela.
Últimamente está llegando a los centros de distribución el litro de leche de larga duración, a un costo que oscila desde Bs. 1.250.000 hasta los Bs. 1.500.000.
“En la Venezuela de 2018 la gente no está tomando leche pura sino fórmulas lácteas; es lo que se puede producir con lo que se consigue en el mercado de materias primas. Los controles de precios y de cambios han afectado mucho la actividad de la industria de quesos y de leche del país. La láctea está trabajando con menos de 40 % de su capacidad instalada; no hay condiciones para trabajar”. Así lo declaró Rodrigo Agudo, actual asesor de Fedenaga.
Señala que la gran mayoría de la materia prima que se genera en las 140.000 fincas que trabajan con leche y carne “se vende en mercados informales o secundarios donde no hay regulaciones de precios. Los llamados queseros artesanales compran el producto al precio de mercado, que dista mucho del regulado que desde hace años impuso el Gobierno”.
El asesor de Fedenaga advierte que “la leche está tan cara porque la crisis de producción constituye un problema estructural, al igual que en la mayoría de los productos del área de alimentación. Hay que tomar en cuenta hasta el tema de los empaques; todos se compran en el exterior y no ha habido asignación de dólares baratos a los industriales venezolanos, quienes han tenido que importar la materia prima para envasar los productos de larga duración. Todo es una cadena que encarece los quesos y los lácteos”.
Por último, aseguró que “los precios acordados son imposibles de fijar y menos en lapsos largos. Los costos de los alimentos suben a diario en esta economía hiperinflacionaria, por lo que un control o acuerdo de precios puede fracasar. Los empresarios están haciendo su mejor esfuerzo posible y los representantes gremiales que asistieron a las reuniones con el Gobierno fueron bien claros: si una economía no está sana, mal podrían imponerse nuevos controles de precios; se entregaron propuestas e ideas para que la economía mejore”.
Con información de El Pitazo