Aunque distintos flancos atacan a las universidades, hay uno de ellos aplicado desde el gobierno, silencioso pero muy corrosivo: jugar al desgaste hasta que por fuerza mayor las autoridades, docentes y estudiantes se desmovilicen y las universidades queden en limbos legales y operativos que las hagan más vulnerables.
Con el fallecimiento del profesor Enrique Planchart, rector de la Universidad Simón Bolívar (USB) y figura fundamental en la lucha que han tenido que enfrentar las autoridades de las universidades autónomas para mantener la institucionalidad, se profundiza una política de desgaste que abrió la puerta para que las designaciones de cargos vacantes sean hechas a dedo desde la Oficina de Planificación del Sector Universitario y el Ministerio de Educación Universitaria, sin respetar las competencias de cada Consejo Universitario, lo que ha debilitado la capacidad de acción dentro de las casas de estudio que acumulan casi diez años de retraso sin poder renovar los cargos de sus autoridades.
El mismo escenario se repite en los rectorados de la Universidad Central de Venezuela, la Universidad de los Andes, la Unexpo, la Universidad de Carabobo, la Universidad del Zulia, la Universidad de Oriente, la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado y por consiguiente en todos los cargos que corresponden a sus consejos directivos y decanatos.
Los cuatro cargos principales –rector, vicerrector administrativo, vicerrector académico y secretario– se deben renovar cada cuatro años y se eligen a través de la votación de los miembros de la comunidad académica, regulados por una comisión electoral que responde y organiza elecciones según los reglamentos internos de cada universidad.
Pero desde el año 2011 el TSJ trancó el juego, debido a que la Sala Electoral y luego la Constitucional admitieron recursos sobre los cuales no hay decisión alguna, lo que ha impedido la realización de nuevas elecciones. Este año se cumplirá una década de esta situación, y por tanto el desgaste consecuente de quienes ocupan los cargos: renuncias, emigración, viajes, permisos no remunerados, problemas de salud e incluso el fallecimiento de cuatro autoridades universitarias aún en ejercicio: la muerte del rector Planchart; en 2017 el fallecimiento del rector de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) Francesco Leone; en julio de 2016 murió la vicerrectora administrativa de la Universidad del Zulia (LUZ), María Guadalupe Núñez; y en diciembre de 2015 falleció el secretario de la Universidad de Oriente, Juan Bolaños Curvelo.
Mal precedente
Como lo establecen los reglamentos de cada universidad, ante la ausencia absoluta se debe convocar a elecciones de inmediato. Pero como el proceso electoral sigue en un limbo jurídico, lo que corresponde es que el consejo directivo de cada institución designe un rector o rectora interina.
Pero los precedentes de lo que ha ocurrido en la USB previos a la muerte del rector Planchart no son muy alentadores. En 2017, ante la renuncia del vicerrector académico Rafael Escalona, el entonces ministro de Educación Universitaria, Hugbel Roa, intervino durante una sesión del Consejo Nacional de Universidades para omitir la consulta interna que había hecho la comunidad universitaria, en la cual había resultado electo como sustituto el profesor Óscar González.
En una entrevista concedida al diario El Nacional, en 2017, el rector Planchart aseguró que se había enterado apenas seis días antes de que se realizara ese CNU que el ministro postularía a un tercero: Luis Holder, quien terminó convirtiéndose en el designado, según palabras del ministro Roa “por unanimidad”. En esa sesión no se encontraban los otros 17 rectores de la Averu. Solo estaba Planchart, quien salvó su voto (lo que significa uno en contra).
La designación de Holder levantó mucha polémica en la comunidad universitaria porque no es profesor de la USB y venía de desempeñarse en el área gerencial de una universidad militar.
De igual manera, Holder se ha mantenido en el cargo durante cuatro años. El 28 de junio de 2021, cuando empeoró la salud del rector Planchart, el Consejo Directivo de la USB aprobó el permiso solicitado por él para separarse del cargo temporalmente hasta el 12 de agosto y Holder quedó a cargo como rector interino, de acuerdo con lo que establece el Reglamento General de la Universidad, ya que le corresponde al Vicerrector Académico suplir las faltas temporales del Rector. El secretario de la USB, Cristian Puig, también había solicitado un permiso por lo cual está encargado el profesor Héctor Herrera en el cargo hasta el 13 de octubre de 2021.
Las intenciones de solapar competencias e intervenir en decisiones internas de las universidades ha sido expresa desde el Ministerio de Educación Universitaria.
Otro antecedente ocurrió cuando murió el rector de la UCLA Francesco Leone y el consejo directivo nombró como rectora interina a la profesora Nelly Velásquez. De nuevo, en el Consejo Nacional de Universidades que se realizó el 26 de septiembre de 2017, los miembros de la Asociación de Rectores Bolivarianos (Árbol) solicitaron que se incluyera sin notificación previa la discusión del caso de la UCLA, a pesar de que el artículo 33 del reglamento del CNU establece que no se puede abrir la discusión de un punto de agenda si no está presente la representación de esa universidad. Ese día no se encontraba la rectora designada y el entonces ministro Roa utilizó su cuenta en Twitter, fuera de toda institucionalidad, para notificar que: “El único órgano facultado para designar autoridades en el caso de la UCLA es el #CNU”.
Al frente y en defensa
En diversas oportunidades, el profesor Enrique Planchart reiteró que no abandonaría la defensa de la autonomía universitaria y a pesar de estar aquejado de salud se mantuvo en el cargo, y solo se separó por contadas veces en permisos temporales.
Como lo refleja la página oficial de la USB, en la cual estuvo durante 48 años, en julio de 2009, al ser juramentado como Rector, Planchart advirtió las dificultades que se avecinaban: “La Universidad está amenazada; los valores de la Universidad no parecen compartidos por quienes administran el Estado en estos tiempos; estos favorecen instituciones que no son universidades, son escuelas de formación para gente que sea capaz de realizar tareas puntuales que pueden parecer importantes en este momento, pero que no tienen ni tendrán la capacidad de seguir su autoformación, de desarrollarse y adaptarse a los cambios (en el mundo) que son indetenibles”.
Fue profesor emérito de esta casa de estudios, matemático y Ph.D en Matemáticas de la Universidad de Berkeley, con una destacada trayectoria como investigador en Geometría diferencial, Geometría simpléctica, Educación en Matemáticas y Enseñanza de las Ciencias.
Participó en la creación y fue el primer coordinador, en el año 2000, del Programa Igualdad de Oportunidades (PIO), diseñado para nivelar académicamente a los estudiantes del último año de educación media diversificada de instituciones públicas para ampliar sus oportunidades de ingreso a la educación superior. En septiembre de 2018 dio un célebre discurso de bienvenida a la nueva cohorte de estudiantes que ingresaban a la USB en el que se dirigió con especial énfasis a los padres, expresando su preocupación por las carencias formativas y la poca preparación para enfrentar la etapa universitaria.
«Mandan a los estudiantes a estudiar aquí (en la USB) sin saber de matemáticas», haciendo una interpelación directa en referencia a los cambios aplicados en el sistema nacional de ingreso, en el cual las universidades fueron perdiendo la cuota de asignaciones y los ingresos empezaron a ser controlados casi por completo desde la Opsu. Por ello, ese mismo año se implementó en la USB un sistema de nivelación en línea llamado MECE (Mecanismo para el Empoderamiento de Competencias Educativas), que les permitía a quienes iban a ingresar saber qué necesitaban para prepararse y así disminuir la deserción.
En el año 2019, en una de sus últimas entrevistas, el Rector dijo que la crisis de la USB no era fortuita: “ha sido inducida por el gobierno nacional, que no reconoce el valor de las universidades para el desarrollo del país”, por lo que insistió en la necesidad de que la universidad se mantenga abierta.
«Es un enorme sacrificio para todos, lo sabemos. Este gobierno que se dice socialista ha hecho que el sistema universitario sea solo para un grupo de privilegiados, para quienes tengan transporte y puedan comer tres veces al día. Quedaremos con menos estudiantes y menos profesores, pero tenemos que seguir, porque lo contrario sería enterrar a la USB”.