Las compras en locales que ofrecen mercancía importada son de pocos productos, por lo que la oferta también es reducida e incluye productos nacionales. Pringles, M&M y cervezas Heineken son lo más demandado en los establecimientos, aunque no se llevan en grandes cantidades.

Crónica Uno 

Caracas. Cuando empezó el boom de los bodegones en Caracas por la relajación de controles de precios, cambio e importación, Maryely Barros, habitante de Catia, auguró que sería algo temporal y que, eventualmente, se volvería cotidiano ver potes de Nutella en quioscos y puestos de vendedores ambulantes.

Casi tres años después, la realidad es similar, aunque los bodegones siguen allí. A diferencia de otros sectores de la ciudad, en las zonas populares de Caracas su aparición se dio con menos fuerza; tienen su público objetivo, pero el ritmo de compras, más allá de qué tanto puedan gastar, es menor.

Yo, por ejemplo, compro muy eventualmente en los pocos bodegones que hay acá en Catia. Si cumple años algún familiar, si de repente quiero regalarle algo a mi hijo, es más que todo chuchería, porque la comida importada igual la puedes conseguir en el abasto o el supermercado”, señala Maryely.

Según datos de la encuestadora Datanálisis, la mayoría de la población aún elige comprar en lugares tradicionales, aunque la tendencia a acudir a bodegones está en aumento y al menos 15 % acude a bodegones a adquirir bienes. Aun así, según estimaciones de Atenas Grupo Consultores, reseñadas por Banca y Negocios, las compras promedio en esos establecimientos son de 10 dólares y cuatro productos.

Compras puntuales
Cristian*, vendedor de un bodegón ubicado en la avenida Sucre de Catia, cuenta a Crónica.Uno que, por lo general, los clientes que acuden al lugar “compran graneadito, no se llevan en grandes cantidades”, por lo que, en contraste con bodegones de zonas más pudientes de la ciudad, la oferta también es reducida.

Otro elemento diferenciador respecto a otros bodegones es que en ese los productos importados no abarcan la totalidad del local y es posible adquirir marcas nacionales de chucherías y licores. De hecho, según Cristian, “la gente prefiere llevarse lo nacional”, principalmente productos como Ruffles, Doritos y otros snacks.

Maryely, por ejemplo, fue al local a consultar precios de los chocolates importados M&M que suele utilizar para decorar las tortas caseras que prepara. “Cada vez que tengo algún encargo empiezo a comparar precios; a veces es más económico el M&M, a veces lo son los que venden en las distribuidoras o piñaterías, todo va cambiando”, explica.

En el bodegón ubicado en Catia, los vendedores dicen que las papas Pringles son lo que más se vende, seguido de los M&M, que también venden en bandejas separadas por gramos, y las cervezas Heineken, que cuestan menos de un dólar en el local. “Las compras son puntuales, más que todo para regalos o darse gustos”, cuenta Cristian.

El “resuelve” cuando hay buenos precios
En otro sector de Catia, la oferta del bodegón, aunque es reducida por el tamaño del local, resulta más variada, pero el panorama es similar. Una vendedora, que pidió omitir su nombre, dice que las ventas pueden ser “buenas o normales” dependiendo de si el cliente está buscando productos que no se venden en negocios tradicionales de la zona.

Ejemplos de ello son los combos de salsas importadas marca Heinz, la mayonesa Hellmann’s o los macarrones con queso y el queso parmesano marca Kraft, productos difíciles de conseguir en los alrededores, a diferencia de las chucherías importadas que ofrecen, incluso, vendedores ambulantes del bulevar de Catia.

Las compras allí, sin embargo, también son puntuales. Maikel, habitante de la zona, señala que a veces compra allí “porque hay menos cola para pagar” y también venden productos básicos como harina de maíz, aceite comestible, margarina, pasta, café molido y leche líquida.

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Con información de Crónica Uno

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