En las casas de muchos caraqueños fue incierto el panorama para la celebración de la Navidad este 24 de diciembre, y es que este 2018, como nunca, la incertidumbre se apoderó de la mesa de los venezolanos.
Muchos no pueden costear ni cena ni regalos. Otros, más afortunados, recibieron el medio pernil que les dio el Gobierno mediante los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap), pero no pudieron guardarlo para el plato navideño, pues en la casa no había otra cosa que comer. Los que este año pueden hacer hallacas, o al menos bollitos, en su mayoría son los que cuentan con el apoyo de familiares fuera del país, que les envían remesas para comprar lo necesario para costear los ingredientes.
“Una creyó que nada podría ser peor que el año anterior, pero nos equivocamos porque esto es una tragedia, un desastre… Yo ahorita lo que tengo en la nevera es un jugo de lechosa y arroz blanco, nada más; menos voy a tener para hacer cena de Navidad. La Navidad de 2018 estará en el corazón, porque al estómago no va a llegar”, cuenta la señora Isabel Báez, famosa en la calle Colombia de Monte Piedad, Caracas, por sus hallacas, las que no hace desde hace tres años por falta de recursos.
La señora Isabel almuerza los lunes, miércoles y viernes en un comedor popular, y el resto de los días, a las 5:00 p. m. todavía no logra comer ni alimentar a su familia, entre ellos dos pequeños que no tienen la misma facilidad para callar sus quejas de hambre. Ella, como tantos otros, no tiene la posibilidad de comprar carne y asegura que la dieta de la casa está basada en granos, arroz o pasta con mantequilla.
“Los bonos de Navidad que nos dieron por el carnet de la patria no se han hecho efectivos, entonces estoy guardando un arroz de la bolsa y será hacer eso con vegetales, porque el dinero no alcanza para más nada”, comenta la señora Isabel, que aunque está pensionada, asegura que ese dinero no le alcanza para nada.
Ana Cecilia Escobar, hija de la señora Báez, ni siquiera sabe qué hará para comprar regalos a sus hijos, pues a su marido le quitaron el bono de juguetes que le habían dado en años anteriores. “Yo creía que esta Navidad iba a ser mejor, pero no. Fíjate que la última vez que en esta casa se comió carne fue la del pernil que nos dieron, porque antes de eso solo el 16 de octubre nos habíamos comido un pollo”, relata.
La burla del pernil
En todo el país fue noticia el disgusto de los ciudadanos por “la burla del pernil”, como bien lo explica Mayra Linares, vecina de Trujillo, en donde entregaron seis filetes de cochino por familia, en lugar de la prometida pieza que los venezolanos suelen hornear para completar el plato navideño.
“La semana pasada empezaron la repartición de pernil y la sorpresa fue que nos iban a entregar un kilo por familia porque al estado solo llegó el 30 % de lo que debía ser. Los precios variaron y yo pagué 350 bolívares por seis filetes de un dedito de grosor. Eso solo fue una vulgar estafa”, considera Mayra, quien a pesar de trabajar como periodista, no tiene recursos para pagar por completo la cena navideña de este año.
La historia se repite en todos los rincones de Venezuela. En diversas barriadas, como La Lucha, en el municipio Sucre de Caracas, el producto cárnico nunca llegó. Los vecinos aseguran que ni el pernil ni la caja (la del Clap) han sido entregadas en la comunidad donde viven unas 4.000 familias, de acuerdo con los datos aportados por Mercedes Gómez, líder comunitaria de la zona. Allí, Dayana Benítez, miembro de una familia con más de 20 personas, tiene un plan B: “Ya tenemos todo para hacer un pasticho de plátano y una ensaladita de papa y zanahoria. Hace tiempo que guardamos un pollo que vamos a desmechar, y bueno…, tendremos esa cenita para los muchachos, sobre todo, porque la Navidad es para los niños. Y si no hay juguetes, que al menos coman rico”, explica.
Con información de El Pitazo