El constante aumento en el precio de los alimentos, regulados y no regulados, ha hecho que el poder de compra de los salarios se diluya. Ni siquiera con el alza de 50% del salario mínimo, recién decretado por el Ejecutivo, se garantiza que se pueda hacer un mercado que alcance para una quincena.
Aunque en las providencias de la Sundde hay una larga lista de alimentos regulados a precios muy bajos, cuando los consumidores acuden a los establecimientos deben pagar varias veces más para adquirir los productos que consiguen.
En supermercados, mercados municipales y puestos informales, los 97.530 bolívares de salario mínimo se pueden gastar en siete productos de la cesta alimentaria. En algunos puntos de venta se consigue leche semidescremada de 900 gramos en 22.000 bolívares, un cartón de huevos en 19.000 bolívares, azúcar en 6.000 bolívares, harina de maíz en 8.000 bolívares, un litro de aceite en 12.000 bolívares, arroz en 9.000, y el kilo de carne en 18.000.
Aun si se suma el bono de alimentación, el sueldo de un trabajador sigue muy por debajo de la canasta alimentaria.
Con el alza decretada, el ingreso integral llegó a 250.531 bolívares, sin embargo la cesta de alimentos se ubicó en mayo en 990.918,92 bolívares, según el Cendas. Es decir, que un trabajador que cobre salario mínimo más tickets de alimentación apenas puede cubrir un cuarto de la canasta.
Más inflación
Economistas han insistido en que mientras no se ataque el problema inflacionario que hay en el país, los salarios seguirán perdiendo el poder de compra.
«Aumentar salarios no es la solución pues agrava la inflación, quiebra empresas y eleva el desempleo. La solución es afrontar y abatir la inflación», aseguró el economista Pedro Palma, profesor emérito del IESA.
ODH Grupo Consultor alertó sobre el impacto de la medida en el sector público y privado.
«En Venezuela, los aumentos por decreto no son acompañados con medidas que permitan una recuperación del aparato productivo. En consecuencia, este incremento genera un importante impacto en el sector privado, para el cual el aumento se traduce en un incremento en los costos en momentos en los que ingresos están mermando por la recesión económica, y para el sector público que tiene un fuerte incentivo para financiar monetariamente el impacto fiscal de esta medida».
Agregó que en las condiciones actuales, dadas las otras distorsiones existentes en la economía, como los controles de precio, es posible anticipar que el efecto neto del aumento es negativo en la inflación y recuperación económica.
Fuente: El Nacional
Fecha: 04 de julio de 2017