La hiperinflación en Venezuela, que en 2017 superó el 2.735% acumulado, según la consultoría Ecoanalítica, ha provocado que su moneda, el bolívar, se haya hundido. «Está liquidada», asegura a ABC el economista y presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, José Guerra. Esto ha obligado tanto al Gobierno de Nicolás Maduro como a la sociedad civil a buscar soluciones alternativas, como la creación de nuevas monedas, que les permita llevar a cabo transacciones económicas.

Es así como el Ejecutivo bolivariano ha decidido sumarse a la moda de las criptomonedas (bitcoin) con la creación del petro. El objetivo de Maduro con esta nueva moneda es pagar a sus proveedores internacionales y zanjar así la crisis de abastecimiento, según anunció hace unos días el ministro de Comunicación e Información de Venezuela, Jorge Rodríguez.

La moneda virtual contará con el respaldo de activos como las reservas de petróleo, oro y diamantes de Venezuela. El propio Rodríguez se refirió al campo petrolero de Ayacucho, con una reserva de 5.342 millones de barriles valorados en 267.000 millones de dólares, como aval del petro. Sin embargo, esta decisión gubernalmental no sería legal. «La criptomoneda no se puede emitir poniendo como garantía las reservas petroleras. El artículo 3 de la Ley Orgánica de Hidrocarburos de Venezuela establece que las reservas petroleras no explotadas, es decir, las que están en el subsuelo y que son muy abundantes, no se pueden colocar como garantía de ninguna operación comercial o financiera», explica Guerra.

Por otro lado, el petro nace con baremos muy distintos a los del bitcoin. «Mientras esta criptomoneda ha sido creada dentro de un marco de una gran libertad y confianza», en Venezuela «no existen esos dos atributos», subraya Guerra. «En 2003 Hugo Chávez implantó el control cambiario de moneda para frenar la inflación y la fuga de capitales, por lo que en Venezuela no hay libertad de comercio. Si usted quiere comprar criptomonedas y luego quiere cambiarlas para recuperar la moneda original, no va a poder porque hay control de cambio. El Gobierno establece la cantidad de dólares que se pueden sacar del país, y ahora no se puede sacar ninguno, a no ser que se haga en el mercado negro».

Otras monedas han intentado nacer

A la creación del petro se ha sumado también la del «panal», una moneda, esta sí en papel, nacida en el barrio 23 de enero, en Caracas, por el colectivo chavista Fuerza Patriótica Alexis Vive (FPAV). «En principio es una moneda que va a estar circunscrita al ámbito local, no va a poder circular fuera de ese barrio», señala Guerra. Su función es pues muy limitada «porque no va a ser aceptada como pago a los proveedores. No le veo ninguna utilidad o razón, más allá del ámbito estrictamente local», añade el economista venezolano, que considera que iniciativas como esta pueden provocar una proliferación de monedas «en todas las comunidades que sufran la falta de dinero en efectivo y que busquen una manera de solucionarlo imprimiendo su propia moneda». En el caso del panal, esta no está respaldada por el Banco Central, «que es el único facultado para emitir billetes y acuñar monedas. Por eso, este es un acto absolutamente ilegal».

No es la primera vez que surgen monedas paralelas al bolívar en Venezuela: «Chávez trató de crear unas monedas en los años 2008 y 2009, que se llamó la lioza y llevaba la simbología de la Venezuela pre-independentista. Esas monedas tampoco sirvieron para mucho». Ahora tratan de reeditarlas, explica Guerra, pero por razones diferentes: «La falta de efectivo motivada por la hiperinflación. El BCV no ha emitido la cantidad de billetes que acompañe el alza de los precios. En consecuencia, hay una importante escasez de billetes que ha provocado que estas monedas locales comiencen a circular. No le veo ningún sentido, porque esta moneda no va a poder conservar el valor en medio de un cuadro de hiperinflación. El emisor saca una determinada cantidad de moneda y no controla los precios, y las monedas van perdiendo su valor de igual manera», explica.

Cambios de moneda

El sistema de cambio de Venezuela es uno de los «más complicados, complejos y corruptos del mundo», apunta Guerra. «Hay una tasa de cambio a 10 bolívares por dólar -para alimentos o medicinas- que lo maneja el gobierno a total discreción». Luego está la tasa a 3.000 bolívares por subasta, en la que el gobierno decide cuáles son los rubros que van a ser subastados. «Se entregaban algo así como 20 millones, que es muy poco, por semana. Esto está suspendido desde hace varios meses». Después está el mercado paralelo «en el que todo el mundo puede comprar y vender lo que quiera, y el cambio está en los 100.000 bolívares».

«El mejor negocio del mundo puede ser agarrar esas tasas, de 10 o 3.000 bolívares y luego revenderlo a 100.000 bolívares. Es la quintaesencia de la corrupción, en la que está metido un español, Alfredo Serrano Mansilla, de Podemos, que está practicando con la economía venezolana lo que jamás los españoles habrían aceptado»,asevera.

Publicado por ABC
04/01/2018

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