“El Junquito está abandonado” es lo que repiten desde La Yaguara hasta el kilómetro 12 todos los habitantes de esta parroquia del municipio Libertador de Caracas, en la que solo hay evidencias de la desidia que atrapó a la comunidad y llenó de calamidades a sus vecinos.
Quienes viven en El Junquito saben lo que es hacer tres horas de cola esperando transporte; lo que es no poder llegar a sus casas por un deslave en la vía o por el desborde de una quebrada; conocen lo que se siente desmayarse de hambre o por los efectos del calor en las largas esperas a las que están obligados; saben cómo subirse a las llamadas perreras para poder llegar a sus casas. Han vivido el drama de caminar hasta cinco kilómetros bajo el sol para ir a sus trabajos y tienen conciencia de lo que es “vivir la crisis”.
“Yo vivo en el km 11 y tengo que subir caminando hasta el 12 a ver dónde me monto para poder llegar al metro. Los choferes cobran lo que les da la gana, hay maltrato al usuario y desde que empezó el año todo empeoró porque El Junquito está abandonado”, contó Milagros Morat, mientras que a su lado una señora yacía en el piso, desvanecida, tras hacer casi dos horas de cola en la parada de los buses que suben al pueblo desde La Yaguara.
En las paradas, los gritos, la bulla, las peleas, la aglomeración y los insultos son comunes pues, de acuerdo con los vecinos, ninguna de las seis líneas de transporte que hay en la zona trabajan. por eso, los ciudadanos están a merced de los piratas y de los 10 camiones que el Gobierno habilitó desde el mes de enero para enfrentar “la contingencia” de transporte que parece no tener fin en El Junquito.
Olircia Villaroel, integrante de una de las Ubch de El Junquito y participante de la “mesa de transporte y movilidad”, instalada hace unos cuatro meses para tratar el problema de la vialidad y el traslado en esta parroquia, cuenta que en la zona no hay transporte. “Ni las unidades públicas, ni las privadas cumplen con su ruta. Los autobuses de las líneas se van a Tazón a piratear para poder cobrar más; por eso aquí no tenemos ninguna línea de transporte activa”, cuenta.
Villarroel informó que los dirigentes comunitarios esperan ser atendidos por las autoridades del Ministerio de Transporte, donde pedirán recursos para la compra de más autobuses que “sean manejados por el pueblo” y cumplan con el trabajo que las camionetas privadas evitan. Recordó que hace más de 10 años que en la comunidad no se hacen trabajos de bacheo completo, razón por la que las carreteras están cada vez más deterioradas.
Los recursos no llegan
En plena tarde del viernes 24 de agosto, la parroquia El Junquito, Antímano y zonas aledañas sufrieron una inundación por el desbordamiento de la quebrada de La Yaguara, que trajo como consecuencia grandes daños materiales a viviendas e, incluso, que varios carros y hasta dos personas fueran arrastrados por el agua.
El hecho solo empeoró la ya grave situación de los habitantes de la zona pues se multiplicaron los huecos, botes de agua y fallas de asfalto en toda la vía desde el kilómetro 1 hasta el 5 de la carretera de El Junquito. Hoy, quienes suben a este poblado, deben manejar como si estuvieran en un circuito de obstáculos, cambiar de canal, pasar con lentitud los inevitables hoyos que ocupan todo el ancho de la carretera y procurar no tropezar con los bordes de tierra, ya sentidos y con derrumbes constantes.
Con información de El Pitazo.