Las notas musicales se convierten en una figura de silencio prolongado en Venezuela. Los sonidos de las orquestas y agrupaciones están escondidos detrás de una crisis económica que no permite tocar la escala completa.

En 2014 comenzó a ser un calvario la adquisición de materiales indispensables para el trabajo de los músicos. Ese mismo año el presidente Nicolás Maduro aseguró que se instalaría en el Parque Nacional Simón Bolívar una fábrica de instrumentos: “La va a dirigir la propia orquesta en alianza con China; este proyecto ya está adelantado”. Sin embargo, en el lugar funciona únicamente la ensambladora de teléfonos Orinoquia.

En lo que va de 2016 las tiendas no han podido reponer su inventario porque en su mayoría es importado.

Mary Tartaglia, de 18 años de edad, es una estudiante de violín. Antes de iniciar el ensayo pide un arco para poder tocar. El de ella ya no funciona y no ha podido sustituirlo. A cambio comparte con sus compañeros de fila la perrubia –resina natural que se utiliza para que las cuerdas vibren y que se frota en el arco–. “En la orquesta estamos en constante intercambio de cosas, pero no es lo ideal”, enfatiza.

El arte es una de las primeras áreas en sufrir en momentos de crisis. Se piensa que es prescindible. «Eso es un error, ahí está la idiosincrasia, la cultura”, dice Ilich Solano, profesor de guitarra popular de la Escuela de Música José Ángel Lamas.

El compositor Gerardo Gerulewicz coincide con Solano, aunque considera que cuando hay escasez de otros insumos básicos en el país es difícil pensar en la importancia de la música.

La desafinación que viven los instrumentistas venezolanos es literal. El director Carlos Salas señala que esta situación va en detrimento de la calidad de las orquestas.

Las cuerdas de baja gama, de las pocas que se consiguen, no mantienen la afinación, el color que ofrecen no es el indicado y el sonido es deficiente. Los estudiantes avanzados deben asegurar su cambio al menos dos veces al año.

La inflación ha tocado hasta las notas musicales. Por ejemplo, por un juego de cuerdas para cuatro que el año pasado costaba 850 bolívares se puede llegar a pagar actualmente 5.500 bolívares, lo que se traduce en un aumento de 647%. Otro caso son los arcos para violín, que superan los 40.000 bolívares.

Durante un recorrido por tiendas especializadas en la venta de estos artículos se constató que, además, cuesta mucho conseguir partituras, métodos de estudio, perrubias, cañas para instrumentos de viento madera y hombreras. Esta situación obliga entonces a los ejecutantes a adquirirlos a dólar paralelo.

Un trabajador de Allegro Musical, que pidió no ser identificado, dijo tener cuatro meses en el lugar y todavía no ha visto llegar a la tienda variedad de accesorios. Afirma que cuando reciben una hombrera para violín, inmediatamente llama algún cliente y la compra. En exhibición hay cuatros y guitarras que sobrepasan los 50.000 bolívares. El precio de los violines de estudio es de 62.000 y las cuerdas para este instrumento cuestan entre 10.500 y 32.500 bolívares.

El director Salas asegura que uno de los efectos de la crisis económica es que algunos alumnos no han podido retomar las clases porque no tienen cómo reparar sus instrumentos. “Comprar uno es inalcanzable”, afirma.

Antonio Rodríguez requiere cambiar el violín por uno que se adecúe a sus necesidades como estudiante avanzado. El más económico que consiguió en Venezuela está valorado en 1.000 dólares.

El luthier Rafael González, fabricante de instrumentos venezolanos, advierte que en el país no poseen la materia prima: “Hay que contar con los amigos que viajan y consiguen algo de material”. Para las cuerdas de los cuatros utiliza un nylon de pescar.

 

Sin actividad musical. El campo laboral de los músicos ha disminuido considerablemente. El subdirector de la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, Albin Zapata, expresa que las agrupaciones en años anteriores tocaban cada miércoles, jueves, viernes y sábado; ahora lo hacen bimestralmente. Ilich Sanoja agrega que las actividades se han detenido y además quieren pagar poco.

Las competiciones para compositores en el exterior son otro asunto. Los autores han dejado de participar en actividades que requieren pagos de inscripción en dólares. “Para nosotros es importante enviar obras a concursos internacionales, pero la cuota que piden varía entre 15 y 50 dólares. Ahora me inscribo en los que no exigen el pago en moneda extranjera”, manifiesta Gerulewicz.

Los músicos que cargan consigo los instrumentos diariamente como parte de su trabajo o para asistir a clases temen ser asaltados. “Ando con el miedo de que me puedan robar. No me gusta cuando me preguntan algo del instrumento porque siento que es un peligro”, dice Tartaglia.

“Es una tragedia para el músico”, agrega Salas, quien cuenta que a un estudiante de la Universidad Experimental de las Artes le han arrebatado en menos de un año dos veces el violonchelo.

CIFRAS

647%

de aumento registran juegos de cuerdas para cuatro que en 2015 costaban 850 bolívares. Hay que tomar en cuenta que los músicos requieren cambiarlas 2 veces al año

62.000

bolívares es el precio actual de un violín de estudio. En noviembre del año pasado se podía adquirir en 20.000 bolívares, lo que representa un aumento de más de 200% en 6 meses

TESTIMONIOS

Diego Cabrujas Palacios

Percusión

“Las baquetas cuestan entre 8.000 y 10.000 bolívares. Además, se necesita tener más de un par porque es una herramienta que se deteriora con el uso”

Tahiry Torrealba

Mandolina y saxofón

“Las cuerdas para un instrumento como la mandolina desde hace más de un año que no se consiguen. Y un saxofón nuevo es hoy en día incomprable”

Carlos Salas

Director

“Los libros especializados y las partituras no se pueden comprar y sin cupo electrónico se acabó nuestra posibilidad de estar actualizados”

Fuente: EL NACIONAL

Fecha: 15/05/16

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