Los padres venezolanos se dividen entre comprarles el disfraz a sus hijos para los carnavales y utilizar el dinero para adquirir productos de la cesta básica. Un traje, que se usa exclusivamente para la temporada, puede llegar a costar Bs 53.000, más que un salario mínimo de Bs 40.638,15.
Mariana y Julio querían comprarle el disfraz de Elsa, la protagonista de la película de Frozen de Disney, a su hija para festejar su primer carnaval. El precio superaba el presupuesto y le complicó los planes a la pareja: Bs 35.000 era el precio en un comercio del centro de Caracas.
Los más pequeños de la casa también se ven afectados por los elevados números de inflación (799,9% en 2016, según cifras preliminares del Banco Central de Venezuela) y, en un país donde la capacidad de compra cada vez es menor y un disfraz puede no estar en la lista de prioridades de los ciudadanos. Sin embargo, muchos padres hacen un esfuerzo extraordinario.
En un recorrido realizado por el Estímulo en el centro de la ciudad y Sabana Grande, en siete establecimientos, se encontró que el disfraz más económico cuesta 8.500, y eso porque se trata de un traje de la temporada pasada o los menos buscados, como de pirata, drácula o de indio.
Los que están de moda y que son los más buscados como superhéroes y princesas, oscilan entre Bs 18.000 y Bs 53.000, más que un salario mínimo. Aunque en el este de Caracas un disfraz puede costar Bs 100.000.
En la tienda Tizzas del centro de Caracas, los disfraces de marca Carnavalito se consiguen desde Bs 22.000 y hasta Bs 34.000, precio que varía dependiendo de si se trata de El Chavo, Spiderman, El Zorro o un traje de hadas.
Almacenes Hil mar, cerca de la Plaza Bolívar, los disfraces están entre Bs 10.750 los de Mario Bros y Buzz Lightyear. Ser parte de la realeza tiene su precio: el traje de reina, incluido corona y cetro, vale Bs 41.036 y el de príncipe Bs 53.900.
Maidé Hernández, vendedora en la tienda La Piñata, ubicada en el bulevar de Sabana Grande, no pudo evitar un gesto de desánimo al preguntársele cómo están las ventas de disfraces. “Malas, muy malas”, dijo.
“Antes aquí la gente hacía colas enormes, se tenían que repartir números para llevar un orden porque no nos dábamos abasto con la cantidad de personas que compraban”, expresó la trabajadora.
Ahora, en el local abierto en 1952, solo hay dos empleadas dedicadas a despachar las prendas. Además, desde el pasado diciembre tuvieron que cerrar la parte de arriba del comercio, por falta de mercancía.
Las bajas ventas no han afectado la variedad en prendas y el interés de los venezolanos. Spiderman, Thor y Capitán América siguen siendo los favoritos de los niños, mientras que las hermanas de Frozen, Elsa y Anna, son los más pedidos por las niñas. Los disfraces de El Zorro, Superman, Blancanieves, Ben 10, payasitsa, Minion, de doctora, abejita y tigre también se consiguen en los comercios.
Entre las pocas personas que compran muchos están dispuestos a llevarse un disfraz diferente al que querían solo por ahorrarse algunos bolívares. Hernández explicó que las personas buscan el disfraz más económico, sin importar si es lo que tenían en mente desde un principio. “Si preguntan por el disfraz de Superman y ven que ese está muy caro, eligen otro”, declaró Hernández.
La vendedora de Almacenes Hil mar dijo que la gente tienen la intención de comprar los disfraces, pero se resignan al escuchar los precios. “Los disfraces se han vendido poco y lo que están haciendo es agarrar polvo. La gente viene, pregunta y se va. ¿Quién va a gastar Bs 30 mil cuando no se tiene para comer?, manifestó.
Unos sí, otros no –
Wendy Álvarez, encargada de la tienda Tizza’s, dijo que la gente empezó a comprar los disfraces desde antes, con la intención de tenerlos en casa antes de que subieran de precio. “No es como en años pasados, pero sí se han vendido. Este fin de semana (11 y 12 de febrero) lo único que se vendió fueron disfraces”, aseguró desde el mostrador del local infantil.
Asimismo, manifestó que las compras han sido con tarjetas de crédito y muchos hasta preguntan por sistemas de apartado. “No los entiendo. Yo me gastaría esos reales en comida” y afirmó que en carnavales su hijo se tendrá que conformar con un paseo o un almuerzo.
Alfredo Jiménez estaba en búsqueda de los precios más económicos en el centro caraqueño. Dijo que venía desde Guarenas para encontrar el disfraz que su hijo le había pedido: el traje de Capitán América con el escudo “sin excepción”.
“Yo sí lo compro porque quién le quita la ilusión. A pesar de todo, no podemos dejar que la situación le robe la niñez a nuestros hijos”, dijo mientras miraba las vitrinas.
Mariana y Julio se resistieron a dejar que su hija se quedara sin disfrutar los carnavales de este año. Unas cuantas llamadas a familiares resolvieron el inconveniente: entre varios pagarían el disfraz de Elsa.
Fuente: El Estímulo
Fecha: 18 de febrero de 2017