A Julio Pérez le pagaron con un cheque de 250 mil bolívares por un sofá que vendió a un amigo del trabajo. Necesitaba el dinero para completar la matrícula de sus hijos en el colegio. Fue al banco temprano para tratar de salir temprano y poder ir a la institución en el último día del periodo de inscripción. No pudo hacer nada. Del otro lado de la taquilla, la cajera, con la amabilidad de quien quiere ayudar pero no puede, le dijo que solo se podía entregar 20 mil bolívares en efectivo por cliente. La escasez de efectivo ha quebrantado toda la estructura monetaria en el país.

El problema va desde lo más complejo como poner en riesgo la educación de dos niños, hasta no poder pagar el estacionamiento en un centro comercial, como le sucedió a Martina Peñaranda. Ella salió apurada al mediodía, le dio el ticket al trabajador quien le dijo que eran mil 800 bolívares, busco en su cartera y solo logró contar 700 bolívares. No tenía más y los cajeros del lugar estaban fuera de servicio. “Las personas que estaban en la cola tuvieron que darme para completar”.

Algo similar vivió Augusto Ortiz. El se detuvo en la estación de servicio ubicada en la vía hacia su oficina y al tener que pagar 160 bolívares se dio cuenta que no los tenía en efectivo. Se comprometió en palabra con el trabajador que de regreso se los llevaría. No fue fácil conseguirlo.Tuvo que pedirle el dinero a un compañero.

Todo esto tiene que ver con un proceso de desmonetización que se vive en el país como consecuencia de la masa monetaria producida por el Banco Central de Venezuela (BCV) para financiar el déficit fiscal y la alta rotación del dinero circulante, además del incremento de los bienes y servicios. “El resultado es una inflación que se ubica en 248% acumulada y en 505,9% anualizada, lo que nos coloca en el umbral de la hiperinflación”, aseguró Carlos Ñáñez, economista y profesor de política monetaria en la Universidad de Carabobo.

Esto significa que el menudeo es imposible de cumplirse en Venezuela porque la escasez en materia monetaria está cercana al 70%. La capacidad de circulación de dinero no es suficiente para absorber la necesidad de consumo que ha crecido, en términos de masa monetaria, en 313%. Ese incremento destruye los inventarios de dinero e imposibilita la capacidad de absorción por la vía de la velocidad de rotación del efectivo.

Pero eso no es todo. Existe otro mecanismo de pago que también tiene severas deficiencias. Los datos de Ñáñez indican que 60% de puntos de venta en el país presentan inconvenientes en hardware y software. Esto quiere decir que fallan desde el punto de vista físico por falta de recursos para la reposición. “Es por eso que  hay algunos a los que las teclas se les quedan pegadas”. Otro problema es que muchos no dispensan el recibo porque  el papel térmico donde aparecen las transacciones efectuadas es importado y no hay dólares disponibles para su compra. También fallan por deficiencias marcadas en la conectividad de las líneas de Cantv, que es la prestadora del servicio.

La industria bancaria en Venezuela tuvo que asumir la desincorporación masiva de cajeros electrónicos porque sostenerlos con 13 años de control cambiario y un incremento de 167% en devaluación del tipo de cambio, hace imposible para el sector poder acondicionar los cajeros electrónicos.

Tampoco se hizo la calibración de esos dispositivos para la recepción del nuevo cono monetario, porque los nuevos billetes no están en cantidades significativas. No superan el 5% del cono monetario y se mantienen en la economía billetes de 100, que representan el 37% de la existencia; y de 50 bolívares como los dominantes en la estructura monetaria. Esto quiere decir que las nuevas no han suplido las necesidades.

Todo indica que los problemas monetarios de Julio Pérez, Martina Peñaranda, Augusto Ortiz y toda la sociedad no terminarán. La escasez de billetes seguirá influyendo de forma negativa en el sistema financiero del país.

Fuente: EL Carabobeño

Fecha: 26 de agosto de 2017

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