Para vivir una vida saludable y productiva, es necesario que el derecho a la alimentación esté garantizado. Cuando el acceso a los alimentos, tanto económica como físicamente, no está cubierto, el hambre puede convertirse en una epidemia, como actualmente pasa en Venezuela.
Las consecuencias de una mala nutrición impactan negativamente en el desarrollo físico e intelectual, especialmente en la población más vulnerable, entre la que se encuentran los niños.
En términos generales, para que una nutrición sea adecuada, debe ser equilibrada, es decir, aportar al organismo cada uno de los grupos alimenticios. De acuerdo con la nutricionista del Programa de Alimentación Escolar de Miranda MiPae, María Carolina Manzo, las proteínas representan un grupo importante, ya que ayudan a crecer y formar los huesos y músculos, mientras que los carbohidratos brindan la energía necesaria para que el niño pueda cumplir con todas sus actividades.
“Las grasas aportan al desarrollo neurológico, dado que son un nutriente necesario en la función cerebral, mientras que las vitaminas y minerales aportan gran parte de los nutrientes. Estas se pueden obtener mediante frutas y vegetales”.
Los alimentos son el combustible del ser humano para que pueda desarrollarse de manera adecuada, sin embargo, en Venezuela cumplir al pie de la letra con esa premisa se ha hecho casi imposible, tanto por la escasez como por el alto costo de los productos.
Dolores de cabeza y abdomen, desmayos, piel seca y pelo quebradizo son algunos de los rasgos asociados a cuadros de desnutrición. “Por no haber tenido una nutrición adecuada en su momento, los niños podrían presentar problemas cardiovasculares y cardiometabólicos. Estamos hablando de enfermedades como diabetes, obesidad e hipertensión”, señala la especialista.
Escuela Solidaria
Una encuesta hecha en los centros educativos adscritos al Gobierno de Miranda determinó que “30% de los estudiantes estaba comiendo dos o una vez al día, mientras que el 68% había tenido que comer menos veces al día por no haber suficientes alimentos en su hogar”, afirma el secretario de Educación del Gobierno de Miranda, Juan Maragall.
Este estudio disparó las alarmas y se conformó un equipo multidisciplinario que dio origen al programa Escuela Solidaria que se puso en marcha gracias a un voluntariado compuesto por docentes, padres, representantes, comunidad y empresa privada. Previamente, se estimó cuántos niños estaban en pobreza extrema, luego de procedió a calcular el requerimiento calórico que necesitaban por día, tanto en proteínas, carbohidratos, grasas y vegetales. Y se decidió abrir las puertas de las escuelas durante el receso escolar, para brindar a más de 8 mil niños un plato de comida.
“A la población escolar se le calcula un requerimiento calórico y en función de eso se divide el porcentaje. De ese 100% de calorías, las proteínas deberían aportar entre 11% y 15%, las grasas hasta 30%, los carbohidratos entre 50 y 60% dependiendo la actividad física del niño”, señala la nutricionista María Manzo.
El voluntariado
Edith de Villegas, reside en Las Minas de Baruta y es parte del voluntariado de Escuela Solidaria. Dice que por la crudeza de la crisis que se vive en el país por la imposibilidad de comer adecuadamente la hizo sumar esfuerzos a este plan. Actualmente colabora como madre procesadora en la escuela Adolfo Navas Coronado.
“En Las Minas son muy pocos los niños que han comido pasta en mucho tiempo en sus hogares. Aquí se les brinda alimentos saludables y balanceados que por la situación que tenemos es muy difícil que eso se pueda dar en cada hogar. En cada sonrisa de los niños cuando comen veo los ojos de mis chamos”.
Por su parte, Mirna Herrera, es obrera de Educación Miranda y también está sumada a esta iniciativa que persigue dar un plato de comida a los niños en vacaciones. “Hay niños que no tienen ni para comerse una arepa. Yo soy obrera y con un sueldo mínimo me las veo difícil para darle de comer a mis hijos. Esta es una alternativa que nos garantiza por lo menos una comida al día”.
Mientras que Dalia Freites, quien labora como obrera en la Adolfo Navas Coronado, ve a Escuela Solidaria como un beneficio para los niños y para la comunidad en general. “Estoy de vacaciones, pero decidí incorporarme a esta iniciativa para darle de comer a mis hijos y otros que los necesitan, porque hay mucha necesidad”.
Prensa Miranda / Mary Carmen Villalobos Azócar
Fotos / José Barboza/ Amilcar Mora/ Giowanny Rivas
Los Teques, 23/08/2016