Hacer frente al coronavirus con graves fallas en el suministro de agua potable es uno de los mayores retos de los ciudadanos en Venezuela.
Vicky es empleada domestica, actualmente no está trabajando pero sus empleadores le están pagando el sueldo para ayudarla. A su casa, en una zona popular de Caracas, el agua llega cada ocho días.
En conversación con la Voz de América asegura que le preocupa mucho que en su comunidad no pueda cumplirse la principal medida de prevención del coronavirus: lavarse las manos.
“Es bastante preocupante todo esto porque en realidad falta el agua para el aseo y la higiene de las personas de verdad es muy complicado por el agua”, indica.
En una zona de clase media-alta ubicada en otra parte de la ciudad, Belkys Apolinar también padece por las fallas en el suministro de agua.
“El agua llega dos veces a la semana pero los racionamientos son 10 minutos en la mañana, 10 minutos al mediodía y 10 minutos en la noche (…), es muy difícil mantener una pulcritud y un aseo”, señala Apolinar.
La situación en el interior del país es aún más critica ya que desde los apagones masivos registrados hace un año, todas las regiones, salvo Caracas, se encuentran sometidas a racionamientos eléctricos que han perturbado considerablemente la rutina diaria de sus habitantes y que también tiene impacto en la provisión de agua.
De acuerdo al Observatorio Venezolano de Servicios Públicos, el 70% de los ciudadanos valora negativamente el servicio de agua potable y destaca que aunque el 96% cuenta con sistema de tuberías en sus hogares, sólo el 10% recibe el suministro de forma continúa.
Según datos oficiales, a fecha del lunes, se habían registrado 189 casos confirmados y habían fallecido nueve personas por causa de la COVID-19, mientras que se han realizado un total de 203.108 pruebas en todo el país.
Con información de La Voz de América