En 21 años el gobierno de Venezuela fue beneficiado de varias etapas de elevados ingresos petroleros, en los que el ahorro fue nulo, y hoy en medio del impacto de la pandemia de coronavirus en la economía global y la guerra de precios entre dos de los principales productores de crudo, el país enfrenta una severa estrechez financiera.

La aceleración con la que se ha propagado el virus, declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud, ha causado temor en los mercados financieros, devaluado monedas y paralizado a sectores industriales y comerciales. En ese contexto, la demanda de crudo ha disminuido y frente a ello, los países productores de la OPEP, liderados por Arabia Saudita, propusieron bajar la producción para compensar el efecto del coronavirus en China y la Unión Europa.

Venezuela, para sortear las sanciones de Estados Unidos, ha ofrecido petróleo a descuento con lo cual el flujo de caja empeora, en momentos que las opciones para cubrir las necesidades financieras son pocas. Ya el Ministerio de Petróleo informó que entre 16 y 20 de marzo la cesta local estuvo en menos de 20 dólares, el último descenso severo fue hace cuatro años.

Así se han deteriorado las cuentas

Caída producción. Desde la mitad del primer período del presidente Nicolás Maduro se registra una caída de la producción petrolera que se ha acelerado desde que Petróleos de Venezuela (Pdvsa) es administrada por militares. En casi tres años, la extracción ha bajado más de 50 % y de 2,2 millones de barriles diarios que se generaban en 2017, hoy se producen menos de 1 millón de barriles. El deterioro ha obedecido a los años de desinversión, la falta de mantenimiento en la infraestructura y la ausencia de personal capacitado.

El apoyo ruso. En medio del retroceso de la producción, en 2019 Estados Unidos aumentó las sanciones contra Pdvsa, lo que afectó la comercialización de crudo hacia ese país y restringió el acceso de la estatal al sistema financiero global. Pero en el transcurso del año la industria petrolera consiguió sortear las medidas de Washington a través del apoyo de la petrolera rusa Rosneft, que se ha encargado de colocar el crudo venezolano en el mercado asiático. Para poder efectuar esas ventas, la estatal venezolana otorga un descuento en el precio del barril, que firmas económicas han calculado en 15 dólares. No todas las operaciones de la petrolera venezolana implican la entrada de ingresos, porque parte de los barriles se ofrecen a cambio de combustible y otros productos. Otra porción entra en euros y dólares en efectivo o se colocan en cuentas de la petrolera en Rusia, según analistas.

Precios del crudo. Frente a un flujo de ingresos que no ha sido tan elevado por las formas de cobro de la factura petrolera, se desploman los precios del crudo. Cuando Maduro comenzó su mandato en 2013 el barril superaba los 80 dólares, luego entre 2015 y 2016 la cesta venezolana bajó hasta los 30 dólares. En 2017 los precios repuntaron, sin embargo, la recuperación del barril ocurrió en momentos en que la producción petrolera se desplomaba y la administración dejaba de beneficiarse de ingresos adicionales. En el primer trimestre de 2019 las ventas de la estatal fueron 6,1 millardos de dólares, 16 % menos que en 2018. Ahora en marzo de 2020 vuelve un shock por la propagación del coronavirus y la guerra de precios de Rusia y Arabia Saudita. En días pasados, el mandatario dijo que la caída era “un golpe brutal” y agregó que el precio estaba por debajo de los costos de producción del barril que oscilan entre 10 y 12 dólares. Por tanto, el flujo de ingresos es muy bajo. “En las últimas 3 semanas, Maduro ha perdido más de 800 millones de dólares”, señaló el economista, Alejandro Grisanti.

Margen de maniobra. Ante las maniobras para colocar el petróleo, el gobierno de Maduro buscó otras fuentes de fondos. Entre ellas están las exportaciones de oro monetario (lingotes) y no monetario (que se extrae de las minas) a países como Turquía y Emiratos Árabes, que en parte se han cancelado con euros en efectivo que el gobierno usa para pagar a proveedores y el Banco Central de Venezuela coloca en la banca local para que sean vendidos a empresas para la adquisición de insumos. De esas operaciones con el metal, la disponibilidad no llega a los 2 millardos de dólares, según estimaciones de analistas, por lo cual el margen de maniobra es estrecho e impactará en las importaciones públicas. “El sector público no tendrá ni fracción de recursos para pagar sueldos ni para alimentar con CLAP”, señaló el economista Orlando Ochoa en Twitter.

La negativa al ahorro. La administración Chávez vivió años de boom de ingresos petroleros en los que se optó más por gastar que por ahorrar para las etapas de crisis. En 1999 y 2000 tuvo un Fondo de Estabilización Macroeconómica, que manejó más de 7 millardos de dólares, dinero que en 2002 y 2003 se empleó para el gasto corriente, y solo quedan 3 millones de dólares. En 2005, fase de altos precios del crudo, el exmandatario creó el Fondo de Desarrollo Nacional, que hasta 2015 (última cifra disponible) manejó 130 millones de dólares, recursos que fueron para proyectos, muchos quedaron a medias, otros no se terminaron. Su ejecución fue opaca y se desconoce su saldo.

Con información de Crónica Uno

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